Resultados

Resonancias de Miguel Casado

de: Tania Favela

Sería difícil abarcar todos los hilos que componen La ciudad de los nómadas, de Miguel Casado, pero uno de ellos, de vital importancia, es el que insiste en la relación entre lo personal y lo político, el mismo que se abre ante la escritura y la vida como una necesaria tensión que no debe jamás olvidarse.

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Todo es remolino

de: Gaëlle Le Calvez

Llamarme casa. Un apellido como techo. Un espacio hospitalario con muros de adobe y ventanas. Una habitación llena de luz en la que me siento y medito

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Un túnel largo y oscuro

de: Edgar Rincón Luna

La sensibilidad y el estilo de Castillero es capaz de transcribir con presición el tortuoso y a veces mortal trayecto de los migrantes, y lo hace de una forma tan sincera y honesta que en ocasiones resulta incómoda. Escribe desde el luto y la pérdida, y nos demuestra que ningún poeta puede ser ajeno al dolor de los demás.

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La verdad del cuerpo

de: Andi Nachon

—Lo siento madre: me confundí, me compliqué —dice empapado cuando entrega la caja torcida, húmeda y más de una hora tarde. Yo, que ahora soy madre, sólo asiento ante la pizza rebusco, perpleja, en los bolsillos más propina.

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El conductor de tranvías metafísico

de: Luciano Erba

Se creía en Milán que el ver un hombre en el umbral de casa yendo a misa el primero de enero era señal de próspero futuro. Eran figuras negras de abrigos inciertos en la niebla matutina echarpes blancos, sombreros, lánguidos y duros repiques de bastón, pasos lejanos.

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Manos

de: Marie Silkeberg

una mujer con un vestido rojo está en el medio de la calle con una pancarta. completamente sola. paren el asesinato. flamea la tela entre los coches. lluvia en las calles. humedad en el aire. oscurecimiento de un liderazgo. no el ingenio del humor. movimiento del mercurio. veloz aumenta. treinta observadores de paz. dieciocho muertos. un día. durante un día. durante la tregua. vieron el arma atravesar el acero.

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La sangre chupada por la tierra

de: Martín Tonalmeyotl

Hay sombras que persiguen mis pasos, días pálidos que nutren mi desánimo. Pájaros rojos que se esconden entre las ramas, porque en mis manos solo se distingue la muerte. Piensan o no piensan pero me miran con sospecha, ven en mí a un gigante insecto chupasangre, perro de dos patas que descuartiza a otros. Miran y huyen a lo lejos porque no distinguen la flor o el cuchillo posado en mi pecho.

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Proseos (fragmentos)

de: Alfredo Fressia

No creo que pueda iluminar demasiado a los lectores de estas reflexiones, obra humilde de un madrugador que se despierta diariamente con los gallos para tomar su café y pensar. Pero es cierto que las perplejidades de alguien que dedicó su vida, ya demasiado larga, a la poesía pueden dar destaque a lo mucho que ignoramos, esa especie de mar magno en el que navegan nuestras tentativas, nuestra imaginación, nuestro impulso creador. Además, hacer poesía es una tarea que tiene mucho (casi todo) de solitario, y uno se siente a menudo a la deriva, enfrentado a fuerzas a veces amenazadoras que nos hacen temer el naufragio del poema, o de nuestra vocación.

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Un tapiz

de: Emiliano Álvarez

La metáfora que don Quijote ha empleado en el párrafo anterior —no original de Cervantes, por cierto— es de una exactitud soberbia: más allá del injusto traduttore, traditore, la imagen del tapiz en el que se reconocen las figuras, aunque sin lisura y oscurecidas por los hilos colgantes, condensa de manera harto sugerente las implicaciones literarias y hasta filosóficas de leer un texto en traducción. Es, sin embargo, una generalización, y como toda generalización es también un tanto injusta.

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Cuatro poemas dodó

de: Álvaro Uribe

Soñé que un Octavio Paz de cincuenta y muchos o sesenta y pocos años de edad componía frente a mí un poema chusco de cinco versos, de los cuales retuve sólo dos al despertar: “Napoleón/ dijo non”. (Paz acariciaba el cadáver de un velloso mamífero del tamaño de un gato, pero que no era un gato, mientras decía los tres versos rimados que olvidé.)

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Siempre fuimos las ratas

de: Paz Busquet

Pronto reconocí la vida en el dolor./ La sangre espesándose en la tierra / era un detalle incorporándose al paisaje,/ una mancha que nadie iba a limpiar.

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El hombre de mierda

de: Christophe Tarkos

Y entonces-------conocí-------a una persona-----que era un hombre de mierda-----hecho todo de mierda------me miraba con sus ojos de mierda------unos ojos marroncillos----porque el agua de sus ojos de mierda…

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Retrato fechado de Philippe Jaccottet

de: José María Espinasa

Su cuestionamiento del mundo parte de esa admiración —ese asombro— ante la vida, ante las cosas y el paisaje, sobre todo ante los otros y su evidencia de otredad. El ámbito religioso que de ello proviene no es el de un creyente sino el de un hombre de fe.

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Pensamientos bajo las nubes

de: Philippe Jaccottet

El sueño del niño es llegar al otro lado de las montañas,/ como lo hace a veces el viajero, y su aliento allá arriba/ se hace visible, como se dice de las almas de los muertos…

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Fuego abierto

de: Luis Vicente de Aguinaga

Quizá el propósito más ambicioso de Carrera sea poner de manifiesto una visión total de la vida y la muerte valiéndose de materiales fragmentarios, cuando no residuales. Carrera es, como ciertos neoclásicos y románticos, un pintor de ruinas, aunque lo es con una particularidad necesariamente moderna: no sólo representa la ruina, sino que sus textos aparecen como los vestigios de una devastación.

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Una conversación musical

de: Kenia Cano

Cuando López Colomé traduce el poemario Isla de las estaciones, de Heaney, nombra su actividad como traductora un “peregrinaje penitencial”. Penitencia para ganarse un oficio, una voz. No es gratuito que Imperfecta semejanza II tenga como subtítulo la voz latina In nomine vocis (“En el nombre de la voz”). Todo lo que se precise para reconocer, comprender, dejar a la voz decir —o callar también lo suyo mediante el canto—. Quizá debamos llamar a estas entregas “penitencias reveladas”, “flechas” o “navíos”.

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A mis estudiantes

de: Kenji Miyazawa

¡Alumnos míos! Cuando el horizonte emerge de la oscuridad azul / ¿no sienten sumergirse dentro de él?/ Verdaderamente conviértanse en esas multiformes / montañas en el horizonte.

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Notas para Kors (fragmentos)

de: Héctor Hernández Montecinos

La ficción de la escritura es una mano autómata manchando un papel con libre albedrío. Sus errores son aciertos y los aciertos los países en un mapa de un mundo paralelo, para leerlo.

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El paraíso perdido de John Keats

de: Mario Murgia

¿Cómo sabemos de la importancia que tuvo para Keats aquel librito? Porque como todo ejemplar bien leído por cualquier lector exaltado, cunde de notas y de glosas. Ese Paraíso perdido está amorosamente desgastado no sólo por el tiempo, sino por los dedos y los ojos de su primer dueño. En los márgenes de muchas de las páginas del ejemplar pueden observarse las cursivas que comentan con gran emoción los pasajes que en Keats despiertan mayor interés, las líneas que subrayan los versos más cautivadores y los trazos de una pluma que se regodea en los ecos sublimes de Satanás, del Redentor y de los primeros habitantes del mundo creado.

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El acelere

de: Reynaldo Jiménez

Pútrido, es decir podre converso,/ condenso la malaleche en un vaso,/ vozarrona patria del socarrero ardecor:/ límpido, es decir impío sinvergüenzo./ Dudo no del don sí de la dádiva, pero/ expreso cuanto enjugo la ruta, apuro / el trago en el comedero ayer, disperso / los contrafrentes moluscos…

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Ramón López Velarde regresa a la Ciudad de México (2)

de: Ernesto Lumbreras

Al poco de llegar a la gran metrópoli, el poeta busca a conocidos y amigos que trató durante su primera estancia, de finales de marzo de 1912 a mediados de febrero de 1913. Muy pronto se le verá en el estudio de Saturnino Herrán, en la calle de Mesones 82. El pintor aguascalentense se ha ido forjando poco a poco un nombre, en medio de una generación brillante, donde habrán de figurar José Clemente Orozco, Diego Rivera, Ángel Zárraga, Roberto Montenegro y otros más.

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En busca del rescate

de: Yune Vaa

Soy el hombre que canta/ que canta para su gente/ vengo a contarles/ qué es lo que hacemos/ en mi pueblo orgullosos/ hablamos cuicateco…

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Un talismán contra lo ordinario

de: Dana Gioia

Ni los sufrimientos de la tarde —que aguardan en la casa silenciosa— ni la noche sin dormir traen alivio cuando el recuerdo repite su acusación. Tampoco el dolor matutino por la ilusión del sueño ni oración alguna improvisada para un dios desconocido pueden extinguir la llama.

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Somos cada sutura

de: Zazil Alaíde Collins

LA VIDA COMENZÓ en los ojos de la tortuga en su rostro adusto y en mis manos de gorila mis manos de gorila blancas como el blanco del primer poema como una muerte casi cierta entre el templo y los colmillos : pupilas y dentadas

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Aspectos reunidos y aspectos separados

de: Gabriel Wolfson

Sea un concurso de vacas lecheras. Los jurados son expertos en leche. Quién sabe, no obstante, si han probado leche en los últimos tiempos, o si llevan rato sólo tomando leche de tetrapack. No importa, ahí están y hay muchas vacas porque el premio es relevante. Pero en este concurso no es requisito que los jurados prueben la leche de las vacas. Pueden hacerlo o no, y no está claro de qué depende. Porque, por otra parte, las vacas están cubiertas por lonas gruesas, como coches de colección. Nadie puede garantizar que sean vacas, y sin embargo el jurado debe deliberar sobre la leche que dan esas vacas o supuestas vacas incluso sin probarla.

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Nuestras vértebras unidas

de: Miguel Ángel Ortiz

y la nostalgia de los astros/ sólo una música lejana, / apenas audible: lo que alguien llamase/ la nostalgia / de haber habitado/ un mundo horrendo, / lleno de polvo.

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La vida de las cosas

de: Cecilia Casanova

Autora de once libros de poemas y de una novela, su obra fue celebrada por varios de sus contemporáneos, como Jorge Teillier, el mismo Lihn y también por Pablo Neruda; las ediciones de estos aparecieron en Santiago y en Caracas, y varios de sus poemas circularon en revistas traducidos al italiano, al hebreo y al inglés.

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Colmada de tiempo

de: Ingeborg Bachmann

No puedo ver más árboles en los árboles./ Las ramas no tienen hojas para sostenerlas en el viento./ Los frutos son dulces, pero sin amor./ Ni siquiera satisfacen./ ¿Qué va a pasar?

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Ramón López Velarde regresa a la Ciudad de México

de: Ernesto Lumbreras

Proveniente de San Luis Potosí, el joven abogado Ramón López Velarde llega en tren, la noche del jueves 10 de enero de 1914, a la Estación de Colonia de la Ciudad de México. A diferencia de otros puntos del país, la capital goza de tranquilidad y bullicio. Los banquetes en honor al general Huerta, “el salvador de la Patria”, son noticia frecuente en los diarios. El 24 de diciembre, el asesino intelectual de Madero y Pino Suárez celebró su cumpleaños número 62 en un salón-comedor de Palacio Nacional donde, en un momento estelar de la noche, José Juan Tablada dedicó al usurpador estas palabras: “Se evocan de Cuauhtémoc la figura / su alma y su faz de bronce, no en vano / pues renovaste su épica bravura / al triunfar en Bachimba y en Rellano.”

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Objetos de otra fe

de: Ana Sánchez Acevedo

Hasta ahora había una línea haciendo de labio. Después lo apropiado crece, parecido a las magdalenas levando. Y en el tajo redondo ese pelo que vibra

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Nos orinamos en la mano de Nuestro Padre

de: Jacques Rigaut

Como un hombre cuando un sueño indeseable lo alcanza le taladra la cabeza, escribo. En un ataque de salud, esta mañana decidí escribir, escribir un diario. No se trata, por supuesto, del diario, de todos los trabajos el más inaceptable, sino de un esfuerzo continuo.

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La belleza de los accidentes

de: Mara Pastor

Mis tripas aún abiertas./ Nueve libras insurrectas/ de llanto y calor/ habían salido de mí/ como de un volcán.

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Eso que era nosotros

de: Maria Borio

Los viste que se intercambiaban los sonidos, el mar que entra en silencio, las tablas de las lanchas, frutos en la sombra. El silencio era negro y perfecto: en el borde del mar, uno se asoma, el otro lo retiene en tierra.

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Poesía, donde se la encuentre

de: Alejandro Bekes

Borges descubrió la historia y el epitafio de Droctulft en cierta página del libro La poesia de Benedetto Croce. Busqué ese libro por años; al fin, mi esposa Celina y yo dimos con él en una librería de Roma, cerca o dentro de la estación Termini, hacia fines de octubre de 2010. Diez días más tarde, creo, encontré la Historia Langobardorum de Pablo el Diácono, en un reducto de Asís, al lado de los ciertamente insulsos Fioretti de San Francisco. Como sea, siempre quise saber más sobre el animoso y transfigurado guerrero Droctulft…

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Lodo verbal

de: Lorenzo Piera Martín

El texto se abre a las diferentes voces que se cuestionan, se acusan de falsearse o se contradicen cuando intentan contar lo que le ocurrió en aquel cuarto. Buscan la verdad más allá de lo factual: quieren llegar a una verdad que integre el antes y el después, una historia que sea justa al mismo tiempo con el que la escribe y con el que la vivió.

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Anne Carson. Haz una glosa con eso

de: María Negroni

Lo moderno, escribió la crítica francesa Marthe Robert, no es una cuestión de edad. En cuanto a lo nuevo, muy pronto será vetusto si no explicita a fondo qué lo fuerza a romper con la tradición. La frase recuerda —contra el apuro de las modas— que el arte es y ha sido siempre, al menos desde el primer trazo humano en las cavernas, un palimpsesto (una constante recreación o “decreación”), y que la calidad de una obra suele coincidir con la profundidad de campo de sus referencias.

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Un antiguo incendio en el mundo

de: Srikanth Reddy

Si existe una historia, hela aquí. En su momento, se me salían las lágrimas. Hoy por hoy, observo la luz de la mañana en una universidad de prestigio, reflexiono sobre el fracaso de la razón en Alicia en el país de las maravillas. Cada semana, planeo el trabajo por asignar. Estudiantes: cuestionen hasta la última coma de la forma. Estudiantes: difundan los crímenes de la historia. En marzo, el gobierno, empantanado nuevamente en un lodazal de confusión y trampas de doble lenguaje, no tenía manera de explicar las bajas de la guerra estadounidense.

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La soledad es la sangre de un caballo que pasa

de: Javier Bello

sin nada que decir sin luz sin aposento dejaron este mundo la vaca la lechuza el ciempiés el ángel el esclavo sudan y se van el caballo doblegado investiga la carta blanca varela está más cerca de lo que parece o no dices tú en la oscuridad en el agua

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Lo colectivo al centro

de: Eva Castañeda

Sed jaguar, de Antonio Calera-Grobet, transita por las posibilidades de lo poético para instalarse en un espacio narrativo; un libro de poesía cuya columna vertebral es el relato, que va desde lo fundacional (como el nacimiento de un hombre: «Nací el día del entrecruzamiento entre vivos y muertos, en que ambos se acurrucan entre flores y cantos, en un entrecerrado páramo de realidad») hasta tópicos relacionados con la muerte, la amistad, el amor, la filosofía, la política, la literatura y la cultura.

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Mis fuerzas se alimentan de raíces amargas

de: Laura Repovš

La única perfección es hacer el amor,/ sólo puedes cumplirla como un ser/ dispuesto para un viaje inesperado. / Todas las demás formas son éxitos ficticios. / Lo demás es un falso poder, una apariencia. / Solamente al hacer el amor nos depuramos / para el futuro…

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