Este Pabellón Alesi, por muchas razones, es verdaderamente impresionante: se centra en la figura del italiano Eros Alesi, poeta atormentado que abandonó muy joven su terrible situación familiar, deambuló por África y Oriente, acudió a las drogas y se suicidó en 1971, a los diecinueve años de edad. Con él, Matías acude a otros personajes como si se tratara de visitar un pabellón de almas torturadas, el lugar de los poetas “malditos”.
Reseñas
Una (re)lectura de Carmen Nozal
La poesía logra, como decía Baudelaire, una especie de “bosque de correspondencias” entre las palabras. A la hora de escribir, Carmen no está diciendo: “Ah, voy a hacer esto, a este ‘como’ le voy a poner el acento y a este no le voy a poner el acento”. No. Está escribiendo con la libertad que le dio el haber creado durante mucho tiempo, durante mucha soledad, durante mucha compañía, estas posibilidades de movimiento.
La llama de las otras
Leyendo Campamento de supervivencia de Jimena Arnolfi he pensado en ella y en lo importante que es para nosotras tener esas voces mentales extraordinarias dándonos ánimo en los momentos de flaqueza.
Escribir caminando, sentarse a corregir
Ocho años después de su Antología de baja pureza 1987-2013 (México, 2013), la Municipalidad de Lima publica Nadie habla solo. Poemas escogidos, de Víctor Hugo Díaz (Santiago de Chile, 1965), que incluye trabajos de sus últimas publicaciones: Hechiza, poemas anticipados (2015) y Lo puro puesto (2018). Las más de tres décadas de trabajo poético de Díaz se pueden aquí apreciar en sus caracteres fundamentales, que lo han ubicado como una de las voces más reconocibles dentro del panorama literario chileno de los últimos años.
Una piedra en el zapato del sentido común
Al lector se le deja en claro que lo que lee no tiene como finalidad la interpretación del crítico o del lector, sino que ahí hay vida. Por este motivo, en los poemas hay vocablos que se repiten: sangre, violencia… En Cisnero, si bien hay zonas donde el lector puede dudar, en lo que le interesa no duda: señala, afirma. Es parte de un plan.
Una letanía inquietante
La poesía de Pulido nos enfrenta así a preguntas cruciales: ¿Quién es yo? ¿Quiénes son o somos nosotros? ¿De qué somos protagonistas y de qué montajistas? ¿Cuál es la verdad íntima que elegimos mostrar y a quién, desde qué perspectiva? ¿En qué nos parecemos a los demás al punto que podríamos intercambiar momentos o etapas de la vida? ¿Qué secuencias decidimos olvidar, cuáles estamos condenados a repetir, a ver de nuevo una y otra vez?
La palabra propia
Lejos de practicar la poesía para autoafirmarse, Daenil Freidemberg la entiende como un modo de discrepancia consigo mismo. Se trata entonces de alienar la propia voz, pasar a otro (a nadie) la propiedad u otro derecho sobre el propio decir, un agnóstico ponerse fuera de sí (lo sagrado pulsa a cada paso), quedar privado del juicio final, extasiarse, en el espacio de la ambigüedad y la indeterminación, en una comunicación extrañada: “Real es/ lo que responde/ lo que no preguntaste.”
Benavides o el encuentro definitivo con la belleza
Sus poemas narran sin narrar, dicen sin decir, son, en ocasiones, vocalización más que escritura: exponen y exudan imágenes, denotaciones, connotaciones, diversidad de sentidos. Benavides es a veces inercial, mientras que en otras ocasiones tiende a los límites.
De la Pesadilla Debussy al sueño del agua
Pesadilla Debussy es una imagen acuática dibujada con palabras. El libro contenido por la construcción presenta la ligereza del agua gracias a una serie de versos porosos, de sentencia y clamor emotivo. Los diversos planos que muestra el texto siguen una ruta concreta: la del agua, la ruta inquieta que hizo latir el corazón de Ismael, como leemos al inicio en Moby Dick. Y el motivo que guía al poeta en su pesadilla es buscar, encontrar y ver en su elemento la vieja catedral que suena a sueño, a melodía salvaje.
Yo: una más entre las cosas
Más allá de la idea de identidad en términos de herencia geográfica que el poemario a veces reconsidera, la proveniencia de la voz lírica sucede en la fisura de realidades. De ahí la conciencia de su estructura poética, el yo convertido en ficción, en artificio autorreflexivo. Luz sobre la pantalla: “Entonces una lágrima voló por mi cara y aterrizó/ en la pantalla agrietada de mi teléfono”.