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El amor es mi mano izquierda

de: Logan February

El amor no quiere este cuerpo, esta boca, estas fauces abiertas, desdentadas & que no son del hijo de nadie. El padre se murió & yo me volví nadie. En yoruba, un padre es un nombre & la mano izquierda es tabú. No se puede ofrecer agua con la izquierda o dormir boca arriba.

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Un cuerpo que trabaja y sin embargo

de: Yolanda Segura

un cuerpo que duele y que se enferma y habla es político y es un duelo y es una forma común de lo vulnerable y es una forma también de resistencia. / pensemos en los otros cuerpos que nos rodean y que son, también, la ausencia del poeta: no se disculpe a nadie. 50 mg…

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Barrio latino

de: David Cacho

No sea metiche si no tiene nada qué decir / Si usted capichi salgase voladito de aquí/ Que no te quiero ver/ Riéndote de mi barrio/ Soñamos en grande/ Pa´ poder salir/ Esto es pa´mi barrio latino/ Lo baila el mexicano/ Y hasta el argentino

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No dicen qué sucede al otro lado

de: Enrique Winter

primero las vocales y las erres/ de una boca con máscaras que años / púrpuras bailan cerca sus mil muecas / de gato muisca haciendo del flequillo / horizonte petróleo en la frente chocolate / su resplandor esconde el día la recta dice/ allí termino y más acá empiezan mis ojos…

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El cuarto del lenguaje

de: Alicia García Bergua

El lenguaje poético se vuelve un estado de conciencia que nos permite contactar mucho más profundamente con lo que sentimos y pensamos, y es una manera particular de concentrarnos en los hechos. Digo esto porque en la poesía de Coral Bracho hay un esfuerzo sostenido de afinar el instrumento del lenguaje para registrar con él minuciosamente realidades muy diversas que son de su interés. Y, en este sentido, haría también la analogía con la del instrumento musical, pues sé que la música y el conocimiento son motivos fundamentales en la vida y la obra de la autora.

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La máquina análoga de poesía millennial

de: Sabina Orozco

La poesía atestigua una época, la matiza y la confronta. Las construcciones de la violencia y el amor en el imaginario de Antibiótica definen una generación, pero también brindan el privilegio del voyerista: observar de cerca y sin peligro el derrumbe de los afectos.

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La tentación de la belleza

de: Tanya Huntington

Este es un libro que existe, me parece, gracias a la tentación de la belleza, a pesar de todo; aun cuando el poema sea un “vertedero de lágrimas”. La poeta nos expone sus decepciones con respecto a otras verdades supuestamente tan absolutas como la autoridad de nuestros mayores: el hecho de que multiplicar una mitad por otra mitad resulta en solo un cuarto, por ejemplo, o el hecho de que la fe entera se base en una llaga en el costado de Cristo. O el hecho de que todo, hasta la forma de las letras, se convierte en brújulas mínimas que no bastan para que encontremos nuestro camino.

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El trabajo limpio

de: Margarita Martínez Duarte

el mundo ha muerto dice la abeja ahora exhalo mares de miel y cierro la puerta de los sentidos ni ballenas ni barcos el universo la huella del odio masticar dormir todo tiene su lugar no hay fosa ni fuego ni cielo de mentiras ni sol avergonzado…

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En el altar de una casa abandonada

de: Edgar Darinel García

Quiero de regreso mi lengua para tararear la espera aunque esté oxidada en el túnel del tiempo Devuélveme la palabra a mi boca Para invocar al trueno Para verter los ecos en los acantilados y esparcir secretos que los árboles siempre guardan

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Ocultar es la clave

de: Gabriel Bernal Granados

Marcel Duchamp propuso la figura del artista huérfano de obra. Pero el artista sin obra de Duchamp no nace de la imposibilidad de generar un cuerpo de ideas estéticas encarnadas en la forma de una obra, sino de la ironía de que en realidad la obra de un artista consiste en todo aquello que el artista se ha negado a realizar.

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Punto de control

de: Álvaro Luquín

El rojo en el cielo abierto del mundo. Brinca y toma las flores, las monedas, hongos, etc. Crece, corre hacia el castillo, baja por las verdes tuberías. Enfrenta a los dragones. Cuánto riesgo. Y la princesa, según una revista, no siente nada por él.

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Juan Larrea y su luz iluminada

de: Benito del Pliego

Juan Larrea Celayeta nació en Bilbao, España, en 1895 y murió en la Córdoba argentina en 1980. Su vida está marcada por el desplazamiento. En Francia, donde residió prácticamente desde mediados de los años 20 hasta su exilio a México en 1939, escribió la mayor parte de su poesía, reunida en Versión celeste, e inició el extenso diario intelectual —Orbe— que dio comienzo a una larguísima lista de ensayos “poéticos” en los que el autor perseveraría hasta el fin de sus días. Entre ellos se cuentan algunos tan ambiciosos como Rendición de espíritu (1942), La espada de la paloma y Razón de ser (ambos de 1956), publicados en México bajo el sello de una revista de título muy larreano que cofundó a principios de los cuarenta: Cuadernos Americanos.

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Cosa extraña que piensa

de: Mayra Santos-Febres

Allá en el Sur los árboles de la magnolia explotaban en extraña fruta morada era la pulpa y sangrienta. Ella las vio y luego tuvo que escaparse de la visión.

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Tomamos el lugar de nuestros muertos

de: Gabriela Ardila

La muerte es un pájaro sin alas,            carroñero, me sacó los ojos y olvidó llevarse las ganas de llorar. Lo llevo tan adentro que lo confundo conmigo, picoteo el espejo para mirarme en pedazos. Al dormir vomito plumas, sueño que me lanzo al abismo como si me buscara las alas que ella no tiene.

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Lectura creativa

de: Mario Montalbetti

Cuando escribimos poemas somos revolucionarios lo hacemos con gran energía, con rebeldía y violencia contra la lengua, radicalizamos nuestro pensamiento y radicalizamos su expresión en nuestros versos. O, al menos, tratamos de hacerlo. Pero cuando leemos, cuando leemos poemas somos unos mansos corderitos, sumisos y obedientes a la clausura semántica y comunicativa […]

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La resaca natural de lo que no pasó

de: Julio María

me gustaría un poema sobre aquellas cosas que nunca pudimos tocarnos dos perros que se quedan pegados por el sexo y la nariz apuntando en direcciones diferentes un poema sobre la gravedad que mueve sus colas y las estrellas y el miedo natural de existir bajo la sombra de las casas y las nubes […]

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La réplica de un arte fútil

de: Thomas Nashe

Versión y presentación de Hernán Bravo Varela.   Autor de la primera novela picaresca en lengua inglesa (El viajero desgraciado, 1594); amigo de Cristopher Marlowe, colaborador de Ben Jonson en la escena dramática y probable contribuyente de la pr …

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Ocho anotaciones sobre Guía Roji

de: Monserrat Acuña

La Ciudad de México y sus periferias son marcados con los rostros de los otros. Este es un libro que registra los cambios en las personas que habitan la metrópolis; una coordenada espacio temporal. Los versos, con cortes y disposiciones intrincadas, forman las carreteras por las cuales se resalta la ruta del recuerdo: tanto las historias de los amigos como las anécdotas familiares.

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Abrazombies

de: Daniel Wence

Sergio iba siempre cargado de libros. Libros de otros. Los vendía, vendía la idea, la necesidad de leerles y de tener un mapa completo —“usted está aquí”—, primero el nacional y luego de cualquier parte. Generoso, sacaba poetas de sus escondites y los presentaba en sociedad. “Es que soy promotor”, me dijo cuando nos conocimos. “No creas que acostumbro regalar libros, pero eres chido, llévate estos y los comentamos en una semana”.

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Fenómeno Flash

de: Sergio Loo

Inabarcable y extraordinariamente lúcido, Sergio Loo sabía, conversaba y exponía sobre casi cualquier tema que en este momento se me pudiera ocurrir. Loo exponía detalles, precisiones, acotaciones y aristas perfectamente atendibles ante cualquier asunto con los cuales complejizar y darle muchas vueltas de tuerca a cada uno de los asuntos que cuidadosamente ponía sobre la mesa de disección. Con ironía y un humor bastante negro, en ocasiones, al que mi ánimo —de natural inclinado a verle el lado bueno a las cosas— muchas veces se sentía incomodado, me contó que estaba muy interesado en escribir sobre las imágenes, sí mira lo que significan…

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Ahora comienza la guitarra

de: Shara McCallum

Mi padre pensó que era el diablo, así que se comió un pastel de chocolate entero —que mi madre había horneado— glaseado y todo, no quedó una sola migaja en el plato. Debes haber sabido, le dijo a mi madre. Las voces deben haberte ordenado hacerlo. Un pastel de diablo, todo para mí.

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Operación al cuerpo y al lenguaje

de:

Es sencillo hablar de la enfermedad cuando uno no la padece. Es fácil preguntar: “del uno al diez, ¿cuánto le duele?, ¿cuándo comenzó?, ¿le arde o le punza?, ¿es constante o va y viene?” Pero cuando el dolor es indescriptible, apenas las palabras nos sirven para comunicarlo. Tal vez la importancia de la literatura radica en que nos otorga herramientas para experimentar nuestras propias sensaciones, para nombrarlas.

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Como el cielo que nos prometieron los monjes

de: Sofía de la Vega

La noche en que la lluvia golpeaba mi cabeza,/ un hombre de espalda brillante entró a enseñarnos / los vestigios de un acto de protección./ Porque, hermana, en el Festival de los Caballos Azules / ni los monjes, ni papá, ni mamá,/ ni el hombre de la espalda brillante/ vendrán a ayudarnos./ Tendremos que domarlos solas.

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Al ritmo de la música del fuego

de: Homero Aridjis

El árbol de la vida, sin centro y sin orillas, / pozo horizontal de sombras abolidas, / bajo el cielo radiante ni tiempo ni manecillas/ desnudo de ojos y de hojas. / Una gata blanca, una gata negra/ corre por los tejados, las uñas descalzas/ y en la mañana furtiva, nadie alcanza nada…

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Una idea verdadera de accidente

de: Rodrigo Flores Sánchez

. Me estoy preparando, dice el maratón. Pero combatir no es amar. El orden de los factores sí altera el producto. Tal vez no. Veo mi vida. Y tu muerte. Mi vida que sigue. Tu muerte que sigue. Veo videos de maratones y combates. Griffith diseñaba sombreros para dama en esa época. Dice Norman Mailer que en el rostro de tu derrota podía leerse un gesto de arrepentimiento, como si dijeras: “no sabía que iba a morir ahora”.

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Un joven poeta de 80 años llamado Homero Aridjis

de: Aníbal Salazar Anglada

En Quemar las naves se apunta otra de las líneas temáticas que van a singularizar en adelante la poesía de Homero Aridjis: el nuevo Apocalipsis, que, a diferencia del Apocalipsis de san Juan de Patmos, y de lo que dicen los comentaristas de la tradición bíblica, no provendrá de la mano de Dios, sino que será obra del hombre, poseído este de un afán predador que está destruyendo la biodiversidad de nuestro planeta, y con ello la especie humana misma.

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La plenitud de la otra parte

de: Claudia Schvartz

Se bordea aquí el mundo intransmisible, rugiente, donde el poeta inversamente heroico ya no soporta su propio cripticismo: Celan hunde para siempre sus traducciones en la Sena, Osip Mandelstam en su invulnerable libertad, tan frágil e incorpóreo —memoria de Nadiezhda— o Ruth Klüger que ilumina la pura libertad de la bondad. Acción pura: estamos frente a poema y Jaffé traduce.

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Poesía y retórica (2)

de: Josu Landa

El orador ofrece, pues, algo que no promete: un juego divertido de la imaginación; pero deja poco de lo que ha sido su promesa y lo que es, por tanto, la tarea que se ha propuesto; a saber, dar al entendimiento una ocupación conforme a su fin. Al contrario, el poeta promete poco y no propone más que un simple juego de ideas, pero realiza algo que es digno de una tarea: jugando, procurar alimentar al entendimiento y dar cauce a sus conceptos, gracias a la imaginación; en el fondo, el primero da menos y el segundo, más de lo que prometen.

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No olvidemos culpar al mentiroso

de: Minerva Reynosa

paisaje 4 no tiene ningún tipo de opinión ningún trofeo en la disputa un trofeo masculino es un trofeo que no tiene es un trofeo sin ningún tipo de opinión disputa es meramente un ataque miserable y cursi es una fisura palatina defecto congénito galile …

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No estábamos allí: Sobre la poesía de Jordi Doce

de: Antonio Crespo Massieu

El lugar de la ausencia. El lector siente, en los poemas de Jordi Doce, que algo importante de lo que allí acontece, tal vez lo decisivo, no se nos dice y, sin embargo, de una manera intensa y concreta, está presente. La lectura apunta siempre a otro lugar, hay un continuo desplazamiento, la sensación de habitar un terreno indeciso, una tierra de nadie.

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El polvo pregunta por ti

de: Vanni Bianconi

Tarde, octubre cansado, otro pasillo inmaculado con las puertas con los nombres, palanganas pringosas y ni un secreto, además del olvidado. Vuelvo a tomar el ascensor y la silla de ruedas choca con el metal de la voz, esta vez “nivel-habitaciones”. Y bajamos, la anciana y yo.

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Rastro y matadero

de: Adrián Muñoz

Pedí tan sólo un trozo de filete,/ suficiente para cenar a solas con mi sombra./ Al despacharme/ el carnicero — ese verdugo/ timorato y algo ausente—/ sin saberlo me aventó a la cara/ toda la carnicería que la vida/ preparó, con saña, para mí./ Porque sí./ Porque todos somos carne de cañón,/ pero muy pocos saben operar con maestría/ rastro y matadero.

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Nueve poemas

de: Andrea Alzati

capturamos imágenes nítidas/ para olvidarlas de inmediato/ entre taza y taza de café/ nos perdonamos/ a mis espaldas todo balbuceaba retírate/ aplácate, renuncia, arrepiéntete de tus palabras/ fuimos a mirar el agua, el agua del mar, el agua del río/ yo ya no podía ver el mar, las olas no veía/ en mis ojos cabe solamente el vaso de agua

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La reconciliación de las lenguas

de: Silvia Eugenia Castillero

Adalber Salas descubre que ningún vocablo tiene un verdadero homólogo en otra lengua, lo que da lugar a la indeterminación, que “no es el lugar de la carencia, sino del juego. La región donde una cosa termina volviéndose otra con un guiño. El traductor es el homo ludens por excelencia, el artesano de la indeterminación”

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Poesía y retórica

de: Josu Landa

Esa ambivalencia moral, ese potencial oportunismo, inherentes a la retórica, junto con sus implicaciones en los dominios de la ciencia, la comprensión del sentido del ser, es lo que suscitará el recelo de Sócrates, empeñado en revolucionar la filosofía con la mira puesta en el bien y en la verdad. Desde una perspectiva en la que se identifican lo bueno, lo bello y lo verdadero, una posibilidad del lenguaje, como la que representa la retórica, sólo puede ser vista con desprecio y acrimonia.

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La cólera de los armiños

de: Alberto Pellegatta

El armiño se parece a la comadreja, y por lo tanto a un vaso de leche caliente o, según los ingleses, a los tobillos de una muchacha castaña. Detesta las zona agrícolas, pasa los días en el agurejo de un muro, mirando el panorama inmóvil de los ríos que pasan. Junto a las paredes, arquea el lomo mucho más que los gatos. Un campesino, al encontrarse con dos ejemplares, hirió a uno de ellos a pedradas, para ser atacado luego en la nuca por el otro. A su grito, muchos otros salieron de los arbustos, y por poco el tipo no se quedó seco.

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Sonetos en cuarentena

de:

Convocamos a varios poetas a escribir sonetos que incluyeran el endecasílabo “Y así se pasa el tiempo en cuarentena”, para tener diferentes lecturas de la crisis mundial del coronavirus y sus efectos en la sociedad. Recibimos sonetos desde México, Estados Unidos y España que tematizan el privilegio de la cuarentena, pero también la ansiedad que produce; sonetos diversos, asimismo, en su manera de acercarse a esa forma clásica y reinventarla (o incubarla). —La redacción

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Aquí no vinimos a pasarla bien

de: Myriam Moscona

esta es ella/ la que murió en la isla/ midiendo la misma pregunta/ con varias respuestas/ la que en su espasmo/ quiso flores de brasil/ la del derrame cerebral/ la que siguió de trepamares/ esta es ella/ la desmaquillada/ la norte y sur…

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El cristal con que se mira

de: Pedro Martín Aguilar

Estamos ante un cristal de vida, la poesía, regalada a quien sabe escuchar la Naturaleza, un milagro esparcido por las olas rítmicas sobre la playa prosódica. No es un cristal unívoco, sino polisémico, el caleidoscopio que guarda su unidad en la variación, los manierismos de un fractal.

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Sin querer saber de la belleza

de: Fernando Pessoa

Oh ambiciones! Como quisera yo ser/ Un pobre bibliófilo parado/ Sobre el eterno folio desdoblado/ Y sin más en la consciencia que vivir Podría la primavera florecer/ Y yo siempre sobre el libro reposado/ Sonreiría a un vetutos pasado/ De una moza medieval sin conocer Yo no quitaría ni añadaría a la vida/ Nada para mi, ni un gesto mío daría/ Un gesto más a su profundo amor.

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