Mientras algunos piden limosna para /
pagar el alquiler del cielo,/
yo aguardo que venga la calle correcta/
pero me pongo nerviosa y salgo /
por la calle de los domingos./
Menos mal que siempre/
guardo un camino de vuelta/
aunque no sepa exactamente dónde.
España
La rentabilidad del nuevo credo
Muerto no te levantes de la tumba
no abordes la piragua en el trayecto opuesto
pues nunca se regresa al mismo sueño
Muerto espérame no te levantes
que yo no necesito ataúdes ni zapatos,
aquí abajo la cartografía se pierde
en el baile que da aliento a los temblores
Ni se te ocurra muerto ni se te ocurra
Esbeltos cuerpos en el agua desnuda
Admirable Frontón: Salve. He sabido que, en Cirene,
cerca del mar verde, has conjugado las letras con tu
Ulíades, y moras en el sol de la juventud y la sabiduría…
Cómo te envidia Marco Aurelio, entre los árboles del norte,
El misticismo de una involución
Me basta/
verte/
para perderme/
en las callejuelas húmedas/
y los pequeños /
puentes,/
esperando el silencio/
tras tus desplazamientos,/
la mentira/
de tu canción.
Tú. La cinética. Yo
Lábil.
Quiero ser lábil.
Frágil, caduca
como el rasgueo
contra mi nuca
de tu temblor
(Dios. Sol. Amor:
todo lo eterno
me da estupor).
Una casa tiene forma de pliegue
Perder una casa no por cataclismo o inundación, sino por enajenación de los materiales, por distancia entre las paredes, mal calculada, como posición entre el dedo y el rostro, como columna que sostiene la estructura.
Prótesis para un cuerpo mutilado
A veces cinco días sin dirigirnos la palabra/
en el desayuno, gestos de despedida,/
a veces antes de cerrar la puerta/
como elementos decorativos jarrones/
vacíos que ni siquiera hacen ruido al romperse,/
a veces la culpa palpitando como un pájaro/
que agoniza en nuestras manos, el silencio/
como única manera de confesar
La ropa de los enfermos
En la lavandería del hospital donde trabajo
la ropa de los enfermos, la ropa
de los que o regresan de la úlcera
o se dejan amarillear por la muerte,
se amontona en bolsas a las siete de la mañana.
Cómo mi lengua torpe, enmudecida
Piadosa fuerza, vencimiento blando,/
embebimiento y música süave,/
licor precioso, gusto que a Dios sabe,/
gloria insufrible, favorable mando,/
raíz que mi sustancia está animando,/
peregrina infusión y silbo grave,/
ciencia que de experiencia el alma sabe,/
fuego que en el crisol me está apurando…
La firmeza del pájaro en extinción
Sin pócima que nos sane, el bisonte de Altamira devana su cerebro un siete de diciembre de hace treinta y ocho mil cuatrocientos veinte años. En su certeza que nunca amplifica, las huellas de sus pintores reclaman auxilio. Formas de una oración rupestre por cansina, por todas las variaciones que experimentó con rezos, saltos y más rezos durante el gran minuto vegetal que fue la prehistoria.