20 mayo, 2019

Oda a Fernando Pessoa

de Roberto Piva | Traducciones

Versión del portugués de Jesús Montoya

 

En la radio suena Stravinski para hombres sordos y yo reconstruyo en mi imaginación tu
   triste vida pasada en Lisboa.
¡Oh, maestro de la plenitud de la vida cabalgada en Emociones,
Mis amigos y yo te saludamos!
¿Dónde estarás sintiendo ahora?
En medio de la multitud te llamo con mi voz arrebatada,
A ti, que eres también Caeiro, Reis, Tú-mismo; pero como Campos es que voy a saludarte,
   y sé que no estarás molesto por eso.
Quiero entregarte el pálpito de mis días y mis noches,
A ti, que escuchas todo lo ocurrido en el universo,
Gran Aventurero de lo Desconocido, el canto que me enseñaste fue de liberación.
Cuando leo tus poemas se extiende por mi alma un ardor de saudade de la Gran Vida,
De la Gran Vida golpeada por el sol de los trópicos,
De la Gran Vida de aventuras marítimas salpicada de crímenes,
De la Gran Vida de los piratas, Césares del Mar Antiguo.
Alegres gritos poseídos son tus poemas,
Vibraciones nacidas con el Mundo, diálogos continuos con la Muerte,
Amor hecho a la fuerza con toda la Tierra.

Llevo siempre tus poemas en el alma y todos mis amigos hacen lo mismo.
Sé que físicamente no sufres por los enfermos de Saudade, pero de
   Madrugada, cuando exhaustos nos sentamos en las plazas, Tú estás con nosotros, yo
    lo sé, y te respiramos en la brisa.
Quiero que vengas a compartir con nosotros las orgías de la medianoche, queremos ser más
   para ti que para el resto del mundo.
Fernando Pessoa, Gran Maestro, ¿en qué dirección apunta tu locura esta noche?
¿Qué paisajes son estos?
¿Quiénes son estos dementes con gestos bailarines?

Vamos, el barrio de la ciudad espera nuestra aventura,
Las niñas abandonaron ya el sueño de sus familias,
Adolescentes iletrados nos aguardan en los parques.
Vamos con el viento en el follaje por los planetas, cabalgando luciérnagas ciegas hasta el
   infinito.
Nosotros, tenebrosos vagabundos de São Paulo, te ofrecemos en incensario para una
   bacanal en espuma y furia.
Quiero violar todas las superficies y todos los hombres de la superficie,
Vamos a vivir más allá de la triste burguesía que domina mi país alegremente Antropófago.
Todos los desconocidos vienen hasta nosotros.
¡Ah, vamos a vagar juntos la ciudad, no importa qué hagas o quién seas, yo te abrazo,
   vamos!
Alimentar el resto de la vida con una hora de locura, mandar a la mierda todos los deberes,
   insultar a los sacerdotes cuando pasen por las calles, amar a los pederastas por el
   simple placer de traicionarlos después,
amar libremente mujeres, adolescentes, desobedecer íntegramente una orden por cumplir,
una orgía insaciable e insatisfecha de todos los propósitos-Sombra. 
En ti y en mí todos los ritmos del alma humana, todas las risas, todas las miradas, todos los
   pasos, las fugas, los crímenes,
Todos los éxtasis sentidos en un instante,
¡Todas las vidas en un minuto Completo y Eterno,
Tú y yo, toda la vida!
Fernando, leamos a Kierkegaard y a Nietzsche en el Jardim Trianon por la mañana,
   mientras al lado los niños juegan en el subibaja.
Recorramos las callejuelas del centro los domingos cuando la gente decente duerme y solo
   adolescentes borrachos y putas se encuentran en la noche.
Tú, todos los niños soñolientos y vivaces,
Caricia obscena que el muchacho ojeroso hace al compañero de clase y el profesor no ve;
Tú, el Vasto, latitud-longitud, Portugal África Brasil Angola Lisboa São Paulo y el resto del
   mundo,
Abrazado con Sá-Carneiro por la Rua do Ouro arriba, de la mano con Mário de Andrade
   por el Largo do Arouche.
Tú, rumor altiplano, tumulto del tráfico en la hora del rush, repiqueteo del campanario de
   São Bento, hora abatida del atardecer vista desde el Viaduto do Chá,
Digo en susurro tus poemas al oído de Brasil, adolescente moreno empinando papagayos en
   América.
Vamos a observar la luz de la Aurora chispear las ventanas de los edificios, escurrirse por
   las aguas del Amazonas, directo a la catinga nordestina, de bruces en el Corcovado,
Escuchemos bossa-nova recostados en la palma de la mano de Cristo y la batucada venida
   directamente del corazón del morro.
Tú, salvaje inconciencia en los besos de los amantes,
Tú, el rebelde, el repentino, el libre.
Ahora, ven conmigo al Bar, beberemos de todo sin pasar nunca por la caja,
Vamos a Brás a tomar vino y a comer pizza en el Lucas para después vomitar todo encima
   del puente,
Ven conmigo, yo te mostraré cada cosa: el Largo do Arouche en la tarde, el Jardim da Luz
   por la mañana, veremos los tranvías moverse en los carriles de la Avenida,
Asaltaremos el Fasano, iremos a ver “as luzes do Cambuci pelas noites de crime” donde
   está esa niña-joven que seguimos aquél día de Lluvia y Tedio.
No te llevaré al Paissandu para no recordar el sexo de Mário de Andrade (¡ay de nosotros si
   se despierta!),
Pero vamos a respirar la Noche del alto de Serra do Mar: anhelo ver las estrellas reflejadas
   en tus ojos.
Sobre los niños que duermen, tus palabras duermen, yo me acerco a ellos
y les doy un cálido beso en su rostro.
Tu canto para mí fue música de redención.
Para todo y todos la recíproca atracción de Alma y Cuerpo.
Dulce intermediario entre nosotros y mi manera predilecta de pecar.
Descartes tomando un baño de María, pienso, luego miento, en la ciudad futura, industrial e
   inútil.
Mundo, fruto maduro en mis brazos arqueados de guardarte.
Resumiré mi historia para Ti:
Vengo dando tumbos por los siglos,
Encarno en todos los criminales y desquiciados,
No existe un gánster juvenil preso por robo y ningún loco sexual que yo
no acompañe a ser juzgado y condenado;
Desconozco cualquier examen de conciencia, nunca tuve arrepentimientos, soy como un
   lobo
disonante en la amplitud de Dios.
Los que me aman bailan conmigo en las sepulturas.   
Desde la ventana abierta veo las estrellas extenderse en el cielo; ¿dónde estás, Maestro
   Fernando?
¿Fuiste a llevar desobediencia a los niños laboriosos del Jardim América?
¿Das un lirio a quien huye de casa?
Gran indisciplinado, ¿es verdad?

Vamos al norte a amar las cosas celestialmente rudas.
Vamos hacia allá, Fernando, bailemos maxixe en Bahía y bebamos cerveza hasta caer con
   un
golpe sordo en el centro de la Ciudad Baja.
¿Sabes que hay más vida en un callejón de Bahía o en un morro carioca de la que hay en
   toda São Paulo?
São Paulo, ciudad mía, ¿hasta cuándo serás el convento de Brasil?
Hasta tus comunistas son más puritanos que los sacerdotes.
Pardos burócratas de São Paulo, ¿vamos a huir a las playas?
Oh, ciudad de las monotonías perennes, ¿cuándo te quitarás del medio?
Quiero escupir el ojo de tu Gobernador y quemar los troncos cobardes de la floresta
   humana.
Oh, Facultad de Derecho, antro de cabalgaduras elocuentes de la masturbación transferida,
Oh, adolescencia sofocada en las Iglesias, marchemos en el aire puro de las mañanas de septiembre,
Oh, mayor parque industrial de Brasil, ¿cuándo limpiaré mi culo en ti?
Fundido de mi Tedio transbordado hasta el Espasmo.
Horda de bugres galopando mi rabia,
Sé que no hay horizontes para mi inquietud sin nexo,
¡No me limiten, mercaderes!
¡Quiero estar libre en medio del Diluvio!,
¡Quiero beber todos los delirios y todas las locuras intensamente más que cualquier Dios!
Vete de aquí, policía familiar del alma de los fuertes: ¡Yo quiero ser como un rayo para ti!
¡Violencia sincopada de todos los boxeadores!
Brasileña de la Distorsión en días de parranda de abstinencia.
Armazón de todas las náuseas de la vida llevada en caricias de Infinito.
Todo lo doy a tu alma, Nando, todo te penetra, y yo siento contigo el íntimo tedio de todo.
Haré cada uno de tus poemas, imaginando cómo sería de feliz si pudiese estar contigo y ser
   tu Sombra.

 

Ode a Fernando Pessoa

O rádio toca Stravinsky para homens surdos e eu recomponho na minha imaginação a tua
   vida triste passada em Lisboa.
Ó Mestre da plenitude da Vida cavalgada em Emoções,
Eu e meus amigos te saudamos!
Onde estarás sentindo agora?
Eu te chamo do meio da multidão com minha voz arrebatada,
A ti, que és também Caeiro, Reis, Tu-mesmo, mas é como Campos que vou saudar-te, e sei
   que não ficarás sentido por isso.
Quero oferecer-te o palpitar dos meus dias e noites,
A ti, que escutaste tudo quanto se passou no universo,
Grande Aventureiro do Desconhecido, o canto que me ensinaste foi de libertação.
Quando leio teus poemas, alastra-se pela minh’alma dentro um comichão de saudade da
   Grande Vida,
Da Grande Vida batida de sol dos trópicos,
Da Grande Vida de aventuras marítimas salpicada de crimes,
Da grande vida dos piratas, Césares do Mar Antigo.
Teus poemas são gritos alegras de Posse,
Vibração nascida com o Mundo, diálogos contínuos com a Morte,
Amor feito a força com toda Terra.

Sempre levo teus poemas na alma e todos os meus amigos fazem o mesmo.
Sei que não sofres fisicamente pelos que estão doentes de Saudade, mas de
   Madrugada; quando exaustos nos sentamos nas praças, Tu estás conosco, eu sei disso,
    e te respiramos na brisa.
Quero que venhas compartilhar conosco as orgias da meia-noite, queremos ser para ti mais
   do que para o resto do mundo.
Fernando Pessoa, Grande Mestre, em que direção aponta tua loucura esta noite?
Que paisagens são estas?
Quem são estes descabelados com gestos de bailarinos?

Vamos, o subúrbio da cidade espera nossa aventura,
As meninas já abandonaram o sono das famílias,
Adolescentes iletrados nos esperam nos parques.
Vamos com o vento nas folhagens, pelos planetas, cavalgando vaga-lumes cegos até o
   Infinito.
Nós, tenebrosos vagabundos de São Paulo, te ofertamos em turíbulo para uma bacanal em
   espuma e fúria.
Quero violar todas as superfícies e todos os homens da superfície,
Vamos viver para além da burguesia triste que domina meu país alegremente Antropófago.
Todos os desconhecidos se aproximam de nós.
Ah, vamos girar juntos pela cidade, não importa o que faças ou quem sejas, eu te abraço,
   vamos!
Alimentar o resto da vida com uma hora de loucura, mandar à merda todos os deveres,
   chutar os padres quando passarmos por eles nas ruas, amar os pederastas pelo
   simples prazer de traí-los depois,
Amar livremente mulheres, adolescentes, desobedecer integralmente uma ordem
por cumprir, numa orgia insaciável e insaciada de todos os propósitos-Sombra.
Em mim e em Ti todos os ritmos da alma humana, todos os risos, todos os olhares, todos os
   passos, os crimes, as fugas,
Todos os êxtases sentidos de uma vez,
Todas as vidas vividas num minuto Completo e Eterno,
Eu e Tu, Toda a Vida!
Fernando, vamos ler Kierkegaard e Nietzsche no Jardim Trianon pela manhã, enquanto as
   crianças brincam na gangorra ao lado.
Vamos percorrer as vielas do centro aos domingos quando toda a gente decente dorme, e só
   adolescentes bêbados e putas encontram-se na noite.
Tu, todas as crianças vivazes e sonolentas,
Carícia obscena que o rapazito de olheiras fez ao companheiro de classe e o  professor não
   vê;
Tu, o Ampliado, latitude-longitude, Portugal África Brasil Angola Lisboa São Paulo e o
   resto do mundo,
Abraçado com Sá-Carneiro pela Rua do Ouro acima, de mãos dadas com Mário de Andrade
   no Largo do Arouche.
Tu, o rumor dos planaltos, tumulto do tráfego na hora do rush, repique dos sinos de São
   Bento, hora tristonha do entardecer visto do Viaduto do Chá,
Digo em sussurro teus poemas ao ouvido do Brasil, adolescente moreno empinando
   papagaios na América.
Vamos ver a luz da Aurora chispando nas janelas dos edifícios, escorrendo pelas águas do Amazonas, batendo em chapa na caatinga nordestina, debruçando no Corcovado,
Ouçamos a bossa-nova deitados na palma da mão do Cristo e a batucada vinda diretamente
   do coração do morro.
Tu, a selvagem inocência nos beijos dos que se amam,
Tu o desengajado, o repentino, o livre.
Agora, vem comigo ao Bar, e beberemos de tudo nunca passando pela caixa,
Vamos ao Brás beber vinho e comer pizza no Lucas, para depois vomitarmos tudo de cima
   da ponte,
Vem comigo, eu te mostrarei tudo: o Largo do Arouche à tarde, o Jardim da Luz pela
   manhã, veremos os bondes gingando nos trilhos da Avenida,
assaltaremos o Fasano, iremos ver “as luzes do Cambuci pelas noites de crime”, onde está a
   menina-moça violada por nós num dia de Chuva e Tédio,
Não te levarei ao Paissandu para não acordarmos o sexo do Mário de Andrade (ai de nós se
   ele desperta!),
Mas vamos respirar a Noite do alto da Serra do Mar: quero ver as estrelas refletidas em teus
   olhos.
Sobre as crianças que dormem, tuas palavras dormem; eu deles me aproximo e
dou-lhes um beijo familiar na face direita.
Teu canto para mim foi música de redenção,
Para tudo e todos a recíproca atração de Alma e Corpo.
Doce intermediário entre nós e a minha maneira predileta de pecar.
Descartes tomando banho-maria, penso, logo minto, na cidade futura, industrial e inútil.
Mundo, fruto amadurecido em meus braços arqueados de te embalar,
Resumirei para Ti a minha história:
Venho aos trambolhões pelos séculos,
Encarno todos os fora-da-lei e todos os desajustados,
Não existe um gangster juvenil preso por roubo e nenhum louco sexual que eu
não acompanhe para ser julgado e condenado;
Desconheço exame de consciência, nunca tive remorsos, sou como um lobo
dissonante nas lonjuras de Deus.
Os que me amam dançam nas sepulturas.
Da vidraça aberta olho as estrelas disseminadas no céu; onde estás, Mestre Fernando?
Foste levar a desobediência aos aplicados meninos do Jardim América?
Dás um lírio para quem fugir de casa?
Grande indisciplinador, é verdade?

Vamos ao norte amar as coisas divinamente rudes.
Vamos lá, Fernando, dançar maxixe na Bahia e beber cerveja até cair com um
baque surdo no centro da Cidade Baixa.
Sabes que há mais vida num beco da Bahia ou num morro carioca do que em toda
   São Paulo?
São Paulo, cidade minha, até quando serás o convento do Brasil?
Até teus comunistas são mais puritanos do que padres.
Pardos burocratas de São Paulo, vamos fugir para as praias?
Ó cidade das sempiternas mesmices, quando te racharás ao meio?
Quero cuspir no olho do teu Governador e queimar os troncos medrosos da floresta
   humana.
Ó Faculdade de Direito, antro de cavalgaduras eloqüentes da masturbação transferida!
Ó mocidade sufocada nas Igrejas, vamos ao ar puro das manhãs de setembro!
Ó maior parque industrial do Brasil, quando limparei minha bunda em ti?
Fornalha do meu Tédio transbordando até o Espasmo.
Horda de bugres galopando a minha raiva!
Sei que não há horizontes para a minha inquietação sem nexo,
Não me limitem, mercadores!
Quero estar livre no meio do Dilúvio!
Quero beber todos os delírios e todas as loucuras, mais profundamente que qualquer Deus!
Põe-te daqui para fora, policiamento familiar da alma dos fortes: eu quero ser como um raio
   para vós!
Violência sincopada de todos os boxeurs!
Brasileira do Chiado em dias de porre de absinto.
Arcabouço de todas as náuseas da vida levada em carícias de Infinito.
Tudo dói na tua alma, Nando, tudo te penetra, e eu sinto contigo o íntimo tédio de tudo.
Realizarei todos os teus poemas, imaginando como eu seria feliz se pudesse estar contigo e
   ser tua Sombra.


Roberto Piva / São Paulo, 1937 – 2010. Es autor de la plaquete Ode a Fernando Pessoa (Massao Ohno, 1961) y de los libros Paranóia (1963), Piazzas (1964), Abra os olhos e diga ah! (1975), Coxas (1979), 20 Poemas com Brócoli (1981), Quizumba (1983) y Ciclones (1997), reunidos en tres volúmenes por la editorial Globo. Marcado por el experimentalismo, múltiples diálogos y alta solidez de imágenes poéticas, su obra es una de las más intensas y únicas de la poesía brasileña contemporánea.


Jesús Montoya

/ Mérida, Venezuela, 1993. Licenciado en Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes. Ha publicado Las noches de mis años (Monte Ávila Editores, 2016, Premio de Obras para Autores Inéditos), y Hay un sitio detrás de los incendios (Valparaíso Ediciones, 2017, I Premio Hispanoamericano de Poesía “Francisco Ruiz Udiel”). Su libro Rua São Paulo fue merecedor del II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria. Actualmente cursa una maestría en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) en Brasil.