El látigo y el bálsamo

Hizo falta dos enfermeras y tu padre para aplacarte
y que pudieran ensartar la intravenosa. La enfermera clavó la aguja,
para encontrar una vena, la que echaste a perder
con tu rabieta. Primero un puño, luego el otro,
tu grito-turbo desgarrando el paisaje,
y ese único aullido de proporciones maratónicas—nada podrá ser,
nunca más, académico para mí,
estando a tus pies.

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Qué pensará la mariposa si

La voz del hombre-bebé susurra dulce odio, la boca deliciosa, leche maligna,
espumea por las comisuras, cruje en el rastrillo como polvo para maquillar
de color porcelana. MORIR, MENTIR, MORIR.

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Cinco poemas del Ómnibus de poesía griega

Alma, mi alma, agitada de incontrolables penas,
ponte en pie y defiéndete mostrando al enemigo
el pecho en la primera línea del combate,
con valor. Y si vences no presumas en público
ni en casa te derrumbes llorando si te vencen.
Con la dicha alégrate y con la tristeza aflígete,
mas no mucho. Recuerda: la vida tiene un ritmo.

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Quizá si escarbo dentro de mi cuerpo

Intento descifrar esta agonía
que acecha a mi cuerpo.
Busco una respuesta.
¿Dónde la encuentro?
Quizá si escarbo dentro de mi cuerpo ultrajado
en lo profundo de mi herida
o debajo del silencio.

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El eros bifronte

Pocos días antes de que murieses, la muerte/
había posado sus ojos en un coetáneo tuyo;/
a los veinte años, mientras estudiabas, él era peón;/
tú noble, rico, y él un muchacho plebeyo;/
pero los mismos días doraron a vuestro alrededor/
la vieja Roma que se volvía tan nueva.

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Siempre me olvido de qué va la guerra

nunca supimos quién golpeó primero/
o cuál es la diferencia entre la tierra y el río abierto/
si no podemos cruzar ninguno de los dos/
si la mayor parte de la vida es acordarse/
de que el miedo insiste en ser más espeso que la sangre/
cuando la sangre no era más que sangre/
no de ese mismo rojo de la risa/
que se olvidó de dónde empieza el chiste/
ni tampoco del tono de aprender/
cuánto es capaz de devorar el mundo/
si le dan una boca del tamaño suficiente/
para tragar un árbol genealógico…

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En una historia que creía cerrada

Mi muerte y yo hablamos como viejas amigas/
pues la tuve cercana desde mi nacimiento./
Fuimos compañeras de juegos y lecturas/
y acariciamos a los mismos hombres./
Como un águila ebria desde lo alto de los cielos,/
sólo ella me revelaba medidas humanas.

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El momento posterior a tu vida concedida

Dábamos mantenimiento a las albercas de los ricos ・ le abríamos la puerta de pasajeros al perro ・ el perro que espera en la pick-up ・ el perro que clava la vista en la puerta del restaurante ・ de modo que cuando salgamos con un pedazo de burrita ・ envuelto en una servilleta ・ se ponga a gemir de emoción ・ y no nos sintamos tan solos ・ aunque sea cierto…

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Poemas al muchacho azul

¿Será esta noche lluviosa y azul/
en la que nos hundamos ebrios en el silencio?/
Bajo la sombra en la oscuridad de algún parque/
¿gemiremos abrazados de nuevo los dos?/
¿Por qué en esta vieja taberna siempre/
me buscas tú y yo te busco solo?/
Solo de día pero sediento de noche/
sediento de tu voz, de tu baile, de ti…

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