Solo la ciudad es de veras/
perro fiel. La ciudad compañera/
y la ciudad acompañante. Te perdona/
toda traición, te recibe de nuevo/
en sus brazos. Para que te libres/
del cuerpo que deseas/
y no tienes.
Traducciones
El brillo que fue de la Vía Láctea
nos observan desaparecer al contacto con el cemento del patio,/
y son joyas un fragmento de segundo, algo que señalar con los/
dedos mientras se pierde. /
la lluvia impide que los salmos se adhieran a las cautivas/
y la mano que fue péndulo vuelve a la cadera; como la caléndula, sabe/
replegarse.
Ya es tiempo de que la piedra se digne a florecer
El otoño come de mi mano su hoja: somos amigos./
Pelamos el tiempo de las nueces y le enseñamos a partir:/
y el tiempo vuelve hacia la cáscara./
En el espejo es domingo,/
en el sueño alguien duerme,/
la boca dice la verdad.
La alfabetización del éter
Su nombre vino antes y los nombres deben venir siempre al final./
Tal vez por eso no me dio la bendición./
Tal vez por eso no traía varita mágica./
Hablaba de mi abuelo como si yo hubiese estado con él algún día./
Y acumulaba dinero y periódicos escritos con tinta de plomo. /
Tal vez por eso su voz sonó metálica cuando azotó la puerta del carro./
Fingiendo una consulta médica./
Su nombre vino antes y una invitación para ir de compras./
Tal vez por creer que el mundo estaba en venta.
La sospecha es azul
—¿Qué dijiste?
—Digo que tienes razón,
que es cierto,
a pesar de que dista de estar soleado,
está más bien sombrío,
y hay lluvia en camino
acaso con trueno,
es muy cierto.
Acarreando carbón en el paraíso
los niños que encierras/
tras las rejas y los muros y/
el alambre de púas no/
te tienen miedo, de hecho,/
sonríen/
en cada campo de refugiados/
en cada centro de detención/
en que intentas retenerlos/
Em, eh
Em, quizás, este, podrías, eh, cubrirte esa, ajá, esa cicatriz? Em, no son, este, suficientes cigarros, eh, por una noche? Eh, este, no hizo, eh, Vito Acconci eso ya? Eh, no hay, este, otros lugares donde podrías, ajá, poner eso? Em, este, tu, eh, acento, este, nadie, ajá, nadie te está entendiendo. Em, no es eso, eh, pasta de dientes en el cuello de tu, mm, camisa? Eh, creo que, em, tu hermano es, ajá, ese que, eh, está deteniendo el tráfico.
Cinco poemas de Ora serrata retinae
Publicado en abril de 1980 como parte de la colección “amarilla” de Feltrinelli y reimpreso en julio del mismo año, Ora serrata retinae contiene noventa poemas redactados a partir de 1974. Algunos de estos materiales (en particular los relativos a la primera de las dos secciones que conforman el volumen) ya habían aparecido en revistas y antologías, pero con motivo del libro fueron modificados considerablemente. Hoy, casi diez años después de su aparición, la edición original se reproduce sin modificaciones, salvo porque se corrigieron algunos errores.
Verde eléctrico, rosa ardiente
plantando el abedul en la tierra humectante
es este olor a estiércol que nunca me abandona
un arco iris doble en el cielo
La nación se vuelve un cuerpo que se vuelve una mujer
El Ministerio de Desconfianza celebra la victoria
así será la vida, tan increíblemente pobre, pronto
no habrá otros motivos, pronto
no esperaremos nada de los demás, por nuestro propio beneficio,
el capitalismo tardío implica desconfianza…