Los sueños más desvalidos
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Traducción de la presentación y de los poemas de José Javier Villarreal.
Eugénio de Andrade (1923-2005) es el más luminoso y claro de nuestros poetas del siglo XX. Un poeta luminoso en tiempos sombríos, y un poeta claro en una época en que lo que se quería decir muchas veces tenía que pasar por la expresión codificada y hermética para los no iniciados, puede parecer una contradicción, pero Eugénio había aprendido esa claridad con dos poetas para quienes una cierta sencillez del lenguaje y de las imágenes no disminuía su arte: António Botto y Federico García Lorca. El primero, muy lejos, como es obvio, de la grandeza de Lorca, pero no por eso menos perfecto en los momentos en que el poema resulta entero, como en las Canciones, siendo a través de su convivencia con Botto, como Eugénio me explicó, que oyó y descubrió la poesía de Pessoa en un momento en que éste estaba lejos de tener el reconocimiento universal que hoy posee.
Pero quizá haya sido en Lorca, que tan bien tradujo, como Eugénio aprendió la comunicación y el decir musical del poema, que, para quien lo escuchó recitar su propia poesía, gana, en esa voz suya, un ritmo en el que nada se perdía, y cada verso era saboreado sílaba a sílaba. De ahí que el título Las palabras prohibidas tenga un doble sentido: el más inmediato que remite al contexto de censura de la época; y el otro más profundo en que la asociación de la palabra hacia lo prohibido tiene algo de sagrado, lo que le da al lector un sentido que nunca reduce el poema a lo inmediato, aunque de algún modo complique su comprensión. Y de aquí se desprende la otra cualidad de esta poesía, que es su capacidad de comunicarse con el lector, muchas veces sin que éste perciba lo que se encuentra más allá de esa aparente facilidad de expresión.
Ésta transcurre por encima de todo por el hecho de que el espacio de la poesía de Eugénio de Andrade es el espacio de las palabras. Palabras iluminadas, o palabras prohibidas, se alinean en la superficie del poema, recuperando el sentido transparente de una voz que no se cansa de restituirlas a la pureza de la luz primigenia, la luz del campo o la luz del mar, limpiándolas de la noche citadina, y de los tratos de la convivencia que regulan la vida vacía y enferma de las ciudades. Pero aun en la ciudad que “fue mutilada”, vigilada por los “centinelas del miedo”, es posible encontrar un espacio para el amor, y en ese espacio, que a veces se reduce a “un cuarto blanco y vacío”, basta un retrato para llevar al poeta a otra dimensión donde se adivina un discreto toque de interseccionismo, en el sentido de entrecruzamiento de planos y perspectivas que Pessoa dio a este concepto.
Paradójicamente, dentro de esta luz que nace de un sueño de pureza y de transfiguración del ser, germina también esa imagen angélica que se da a través de la rigurosa musicalidad de estos versos. Ángel, o figura de una juventud eterna, es una presencia encubierta que mal deja adivinar una sed de amor apenas musitada. Pasan por estos poemas los diálogos con esa sombra alada que, mal desciende a la tierra, introduce el peso de un cuerpo que la noche ilumina y oscurece, en su lisura plana y, finalmente, andrógina, que aparta de la soledad a un “corazón habitado”.
Es una poesía de imágenes en que se repite la imagen única que se encuentra en el horizonte de esa búsqueda de perfección que da sentido a cada poema, y que cada poema agota, finalmente, en su plenitud de expresión. No es una búsqueda del yo, como la que se da en Fernando Pessoa, porque el poeta habita sin problema su mundo poético, pero sí de un lenguaje más puro, en el que se encuentra el ciclo natural, como si las palabras naciesen de una gama de sensaciones en el campo de la propia vida. Y si también hay noche, sombra, miedo, luego se disipan con la palabra poética.
Fue un privilegio haber conocido a este poeta, y haber encontrado en él esa generosidad para con los más jóvenes que solo practican los verdaderos Maestros. Pero todos sus lectores pueden reconocer, más allá del ser humano cuya presencia permanece en estos poemas, el trazo riguroso de un escultor del verso y de la imagen en cada poema que nos dejó.
Canción
Tenía un clavel en mi balcón;
vino un joven y me lo pidió
—madre, ¿se lo doy o no?
Sentada, bordaba un pañuelo;
vino un joven y me lo pidió
—madre, ¿se lo doy o no?
Le di un clavel y un pañuelo,
sólo el corazón no le di;
pero si el joven me lo pide
—madre, ¿se lo doy o no?
Canção
Tinha um cravo no meu balcão;
veio um rapaz e pediu-mo
—mãe, dou-lho ou não?
Sentada, bordava um lenço de mão;
veio um rapaz e pediu-mo
—mãe, dou-lho ou não?
Dei um cravo e dei um lenço
só não dei o coração;
mas se o rapaz mo pedir
—mãe, dou-lho ou não?
Los amantes sin dinero
Tenían el rostro descubierto a quien pasaba.
Tenían leyendas y mitos
y frío en el corazón.
Tenían jardines donde la luna paseaba
de la mano del agua
y un ángel de piedra por hermano.
Tenían como toda la gente
el milagro de cada día
escurriendo por los tejados;
y ojos de oro
donde ardían
los sueños más desvalidos.
Tenían hambre y sed como los animales,
y silencio
alrededor de sus pasos.
Pero a cada movimiento que hacían
un pájaro nacía de sus dedos
y deslumbrado penetraba en los espacios.
Os amantes sem dinheiro
Tinham o rosto aberto a quem passava.
Tinham lendas e mitos
e frio no coração.
Tinham jardins onde a lua passeava
de mãos dadas com a água
e um anjo de pedra por irmão.
Tinham como toda a gente
o milagre de cada dia
escorrendo pelos telhados;
e olhos de oiro
onde ardiam
os sonhos mais tresmalhados.
Tinham fome e sede como os bichos,
e silêncio
à roda dos seus passos.
Mas a cada gesto que faziam
um pássaro nascia dos seus dedos
e deslumbrado penetrava nos espaços.
Las palabras prohibidas
Los navíos existen, y existe tu rostro
superpuesto al rostro de los navíos.
Sin ningún destino flotan en las ciudades,
parten con el viento, regresan en los ríos.
En la arena blanca, donde el tiempo comienza,
un niño pasa de espaldas al mar.
Anochece. No hay duda, anochece.
Es necesario partir, es necesario permanecer.
Los hospitales se cubren de ceniza.
Olas de sombra revientan en las esquinas.
Te amo… Y entran por la ventana
las primeras luces de las colinas.
Las palabras que te envío son prohibidas
incluso, mi amor, por el halo de los sembradíos;
si alguna volviera, ya no reconocería
tu nombre en sus curvas claras.
Me duele esta agua, este aire que se respira,
me duele esta soledad de piedra oscura,
estas manos nocturnas donde aprieto
mis días quebrados por la cintura.
Y la noche crece apasionadamente.
En sus márgenes desnudas, desoladas,
cada hombre solo tiene para dar
un horizonte de ciudades bombardeadas.
As palavras interditas
Os navios existem, e existe o teu rosto
encostado ao rosto dos navios.
Sem nenhum destino flutuam nas cidades,
partem no vento, regressam nos rios.
Na areia branca, onde o tempo começa,
uma criança passa de costas para o mar.
Anoitece. Não há dúvida, anoitece.
É preciso partir, é preciso ficar.
Os hospitais cobrem-se de cinza.
Ondas de sombra quebram nas esquinas.
Amo-te … E entram pela janela
as primeiras luzes das colinas.
As palavras que te envio são interditas
até, meu amor, pelo halo das searas;
se alguma regressasse, nem já reconhecia
o teu nome nas suas curvas claras.
Dói-me esta água, este ar que se respira,
dói-me esta solidão de pedra escura,
estas mãos noturnas onde aperto
os meus dias quebrados na cintura.
E a noite cresce apaixonadamente.
Nas suas margens nuas, desoladas,
cada homem tem apenas para dar
um horizonte de cidades bombardeadas.
Bosque de Chapultepec
Con tanto sol en la boca, tanto sol,
¿cómo podía la sombra y sus anillos
de escama en escama aproximarse
y rápida morderte la cintura?
Bosque de Chapultepec
Com tanto sol na boca, tanto sol,
como podia a sombra e seus anéis
de escama em escama aproximar-se
e rápida morder-te a cintura?
Otro nocturno mexicano
Con este sol, esta hoja a plomo
entre los ojos,
¿cómo darte a beber tanta sed?,
la hoja clavada rasgando hondo.
Outro nocturno mexicano
Com este sol, esta lâmina a prumo
entre os olhos,
como dar-te a beber tanta sede?,
a lâmina cravada rasgando fundo.
Homenaje a Rimbaud
Se levantaron por la mañana, tenían costumbres que nos son ajenas a las que no les faltaba orgullo. Era gente de pocos recursos, pero también de pocas necesidades y, en cuanto a sabiduría, ningún valor le otorgaban a lo poco que tenían. Alguien los comparó con el fuego de los cardos: quien así hablaba quizá les conociese el ardor, pero no sabía ciertamente de su inmensa dulzura. Tenían ciertas incompatibilidades, no seré yo quien lo niegue, y odiaban ese comercio del alma que siempre prosperó entre las piernas. A mí no me son indiferentes; sobre todo por aquella obstinación suya en multiplicar sobre el cuerpo los lugares de amor.
Homenagem a Rimbaud
Ergueram-se na manhã, tinham costumes que nos são estrangeiros a que não faltava orgulho. Era gente de poucos haveres mas também de poucas necessidades, e quanto a sabedoria, nenhum valor atribuíam à quase nenhuma que tinham. Alguém os comparou ao fogo dos cardos; quem assim falava talvez lhes conhecesse o ardor, mas não sabia certamente da sua imensa doçura. Tinham certas incompatibilidades, não serei eu a negá-lo, e odiavam esse comércio da alma que sempre prosperou entre as pernas. A mim não me são indiferentes; sobretudo por aquela sua obstinação em multiplicar sobre o corpo os lugares de amor.
Así es la poesía
No sé dónde desperté, la luz se pierde al fondo del corredor, largo, largo, con cuartos a cada lado, uno de ellos es el tuyo, tardo mucho, mucho en llegar allí, mis pasos son de niño, pero tus ojos me esperan, con tanto amor, tanto, que corres a mi encuentro con miedo de que tropiece en el aire —oh musicalísima.
Assim é a poesia
Não sei onde acordei, a luz perde-se ao fundo do corredor, longo, longo, com quartos dos dois lados, um deles é o teu, demoro muito, muito a chegar lá, os meus passos são de menino, mas os teus olhos esperam-me, com tanto amor, tanto, que corres ao meu encontro com medo que tropece no ar —ó musicalíssima.
* Poemas pertenecientes al libro Corazón habitado. Antología poética. Edición bilingüe. Selección, prefacio y notas biográficas de Nuno Júdice. Traducción de José Javier Villarreal (UNAM, 2022).

Eugénio de Andrade / Póvoa de Atalaia, Portugal, 1923-Oporto, Portugal, 2005. Poeta, prosista y traductor. Autor central de la poesía lusitana del siglo XX, publicó casi treinta títulos de poesía, entre los que se encuentran As mãos e os frutos (1948), Os amantes sem dinheiro (1950), As palavras interditas (1951), Coraçâo do dia (1958), Obscuro domínio (1971), Matéria solar (1980) y Ofício de paciência (1994).
José Javier Villarreal
/ Tijuana, Baja California, 1959. Poeta, traductor y ensayista. Entre sus libros se cuentan Mar del norte, Portuaria, Campo Alaska, Una señal del cielo y Un cielo muy azul con pocas nubes. En 1987 obtuvo el Premio de Poesía Aguascalientes. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) desde 2006. Actualmente se desempeña como director de la Capilla Alfonsina de la UANL.