22 mayo, 2023

Del amor y las lenguas a punto de morir

de Juana Adcock | Inéditos

 
La historia de los textiles es la historia de la civilización es la historia del deseo, dijo el vestido

Hilamos un alfabeto.
Mi vestido decía sí, decía no,
mi vestido discernía.
¿Sabías que las palabras en las tablas de la ley
no eran grabadas sino horadadas
hasta el otro lado de la piedra para que las letras, hechas de sol quemaran la retina
y se imprimieran en todo lo que se veía?
¿Sabías que si mirabas a la ley
mucho tiempo
no a las letras sino la piedra en sí
se le veía ondear en el viento
como seda?
Que la ley de la tela en sí
一esa esencia
sobre la cual se construyeron imperios一
era más imponente
que cualquier palabra?
 
 
 
Il mago guarda

Nunca entendí la fuerza centrípeta
y centrífuga de los círculos

o el peso de la rueda de huso
o ese movimiento polvoso de pulgar frotando índice
como el de un mago que nos enseña a ver1.

Mi abuela más que hilar
parecía estirar el hilo,
que ya quería ser hilo
antes de haber sido torsión

No sé hacer parejo el tejido

ni hacer tela fina que caiga con gracia de mis hombros
nunca he tenido gracia pero he deseado la manera

en que las mujeres tienen gracia
la manera en que la tela las contiene

cuelga de su cintura y la amarra

(el hilo caía de su mano como un puñado de arroz

que le tirara con misericordia a los pájaros)

busco la tela del Adriático
la seda de mar, tejida por mujeres que nadan lo hondo
recolectan las fibras de la nacra
(son cien clavados para recolectar treinta gramos de fibras)
busco la chalina transparente de la Venus de Cranach

sentido de la gravedad como de brazo de santo

busco una tela mítica tejida de la saliva de los lobos

nunca he podido hacer
girar un trompo ni girar en puntillas

yo sola

¿Dónde empecé?

en los capullos de seda en árbol espiral
en la oruga de seda madre
 
 
 
Falda de serpientes

En el museo de antropología
de la Ciudad de México

la estatua
de Coatlicue

trae una falda tejida de serpientes
un collar de corazones y manos

sus pechos pesados de gravidanza
la hebilla de calavera en el cinto.

Y donde fue decapitada
la sangre que le salta son dos serpientes entrelazadas.

Voraz monstruo madre
amorosa tierra madre

tumba /
vientre, etc.

Se levanta al amanecer para barrer los huesos
hacer espacio para lo nuevo

su hijo
engendrado de la pluma

nace
adulto

acorazado
para la batalla.

Nosotras, sus hermanas serpientes,
Hilamos
 
 
 
Del amor y las lenguas a punto de morir

En nuestras rotas lenguas madres,
en nuestro inglés llano,
en nuestro cuarto rentado,
en nuestro país extranjero,
con nuestros amigos migrantes,
poco a poco construimos
un vocabulario conocido sólo por nosotros.

Por ejemplo:

kamilo, derivado de mi palabra para caminar y tu palabra para
camello, significaba ‘el camino elegido a través del desierto’

pardo, ‘los puntos de luz que se queman en la retina después de
mirar al sol’, también ‘atardecer’, o ‘gato güero’

pero kamilopardo: ‘lindo’ o, ‘hagamos bebés’

thalassa, de tu palabra para denominar el mar y mi palabra para talar árboles, era una palabra usada para significar ‘duele en la boca del estómago’, o ‘entiendo’, o ‘lo amamos porque es inasible, como la punta del arcoíris, o el color azul de la distancia’

Desarrollamos nuestra propia sintaxis.
El presente continuo siempre se perdía.
Los artículos se obviaban.
Los sueños eran algo que se veía, en lugar de algo que se soñaba.
No había objeto indirecto.
El futuro era un acto de pureza de voluntad. Por ejemplo:

shlixá, la palabra ‘discúlpame’, se utilizaba para significar ‘¿tienes quizá un cigarro?’, el ‘quizá’ era un importante marcador de cortesía, como cuando el gobierno te llama por teléfono para decirte que tu casa será demolida dentro de 10 minutos en lugar de tomarte por sorpresa.

También había cosas que nunca debían mencionarse:

la palabra ‘amargura’
o la palabra ‘perdón’ ante una crítica.
 
 
* Poemas pertenecientes al libro Split, publicado en 2022 por Palíndroma.
 
 

 


1 El mago es un inmigrante de Bangladesh apodado “Guarda” o “Mira”
porque es la única palabra italiana
que se sabe.
Cada noche en Trastevere nos pide mirar
sus dedos enguantados torcer el aire para producir una cuerda
que se vuelve cuerda más larga que se vuelve serpiente
que se vuelve bastón
que se vuelve cuerda de nuevo que se vuelve espada.
El Mago Guarda lo apunta a su boca abierta,
la cabeza echada hacia atrás. “No, mago, non farlo!”
grita el público, siguiéndole el juego.


Juana Adcock / Monterrey, Nuevo León, 1982. Poeta y traductora. Licenciada en Letras Españolas por el ITESM. En 2016 recibió una beca de residencia literaria en Leighton Colony (Centro BANFF), Canadá. Es autora de los libros de poesía Manca (2013) y Split (2022).