Como adelanto de la edición revisada y aumentada de la poesía reunida de Antonio Gamoneda con el título global de Esta luz, se ofrecen aquí dos poemas del libro inédito Las venas comunales (2015-2019).
Esta luz recoge en dos volúmenes toda la poesía escrita por Antonio Gamoneda (Premio Cervantes 2006) entre 1947 y 2019. Más de setenta años de creación poética ininterrumpida y en constante evolución, en la que se incluyen también dos apartados con sus “Mudanzas” o versiones de otros poetas (Mallarmé, Georg Trakl, Herberto Helder, etc.). Cada volumen va acompañado de un texto epilogal del crítico Miguel Casado, especialista en la obra del poeta.
El primer volumen reproduce el libro publicado hasta ahora, revisado y corregido por el autor, que recogía la poesía hasta 2007.
El segundo volumen recupera para la poesía Libro de los venenos, publicado originalmente en 1995 y recoge, fuertemente revisada y en algunos casos reescrita, toda su producción poética desde 2007 hasta la fecha, incluyendo un libro inédito (Las venas comunales) y su producción más reciente.
En el prólogo con que abre el segundo volumen de Esta luz, Antonio Gamoneda define Las venas comunales como “una manifestación, más explícita que otras mías, de solidaridad social, aunque lo será, creo, relativamente fuera de las ‘costumbres’ que caracterizan a la tendencia”.
HAS LEVANTADO tu flor vertiginosa y has colocado sus pétalos ante el rostro de la imbecilidad; has denunciado hierros en la umbría, bajo tu mirada llena de ríos. Ellos, la imbecilidad, han tenido que cerrar sus ojos.
La imbecilidad es delicadamente sangrienta. Ayer mismo, ha adquirido lirios para las esposas que hoy acudirán a las basílicas. Una particular delicadeza: lirios
en las manos imbéciles.
Tu flor es otra. Guárdate de los lirios.
Hoy o ayer, no sé, martes tal vez, ardió o va arder la madre del grisú, y aún, en el aire, van a arder las lenguas del metano y, en las lenguas, van a arder los cabellos humanos.
Puedes verlo con tus ojos. O quizá con los míos: ya arden los cabellos, entran cintas de fuego a los ojos expertos en la antracita y la sombra.
Pon tu ávida lente, examina la córnea; la córnea proletaria.
Un día, el metano va a conocerse a sí mismo; va a conocer su espantosa química. Llorará. Lloraría el metano,
si pudiese.
Llora tú en nombre del metano. Llora también en mi nombre.
Y te aviso:
Si la imbecilidad adquiere lirios, no te engañen los delicados preámbulos: olvida las basílicas y prepara la estrategia órfica. Mientras tanto,
guarda tu flor vertiginosa, guárdala.
Guarda la flor.
(Fábula del metano y los lirios)
EN LOS laboratorios, sobre las máquinas inmóviles, hay óxido y sombras. No hay ácidos ni hombres; apenas permanece la química de la ira.
Sucede a causa de la infección general de la atmósfera, es decir, de la vida. Sucede también a causa de grandes codicilos infecciosos.
Tú, es decir, yo, entra a los laboratorios. Pon temperatura. Primero en los instrumentos más tristes. Reduce el óxido, dispersa las sombras.
Madres. Madres tuyas y mías suelen venir a las válvulas. Abre las válvulas. Busca, no sé, gritos, quizá. Sí, busca los gritos de las parturientas gozosas, busca los cabellos aceitados por la tristeza, los imperdibles perdidos.
O su llanto.
Sí, su llanto insurgente. Induce tú la sedición llorando. Pon la obra magnética.
Ya llegan las madres.
Ya visten los grandes mandiles, ya tienden la ropa más blanca, ya cantan y lloran, ya lavan los ácidos.
¿Qué hacen las madres?
Ellas saben. Restauran la química
cantando, tendiendo, lavando, llorando.
(Fábula de las madres doctoradas en química)
Autor
Antonio Gamoneda
/ Oviedo, España, 1931. Es uno de los grandes poetas de la lengua. En 2006 recibió el Premio Cervantes y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Desde la publicación de su primer libro de poemas, Sublevación inmóvil (1960), ha construido una obra única, marcada por la memoria y la conciencia de la muerte. Sus libros han sido traducidos a múltiples idiomas.