marzo 2019 / Miscélanea

Duró tres siglos la resistencia militar del pueblo mapuche a la invasión española y a las naciones que surgieron de la antigua estructura de ese imperio. Recién a fines del siglo XIX fue derrotado “por la santa trinidad del ferrocarril, el telégrafo y el rémington”.1 Desde la formación de Chile y Argentina, naciones a las que obviamente preexiste, quedó dividido en dos grandes comunidades, a ambos lados de la frontera. La resistencia continúa, ahora en los planos político, jurídico, social y cultural.

La literatura de los pueblos originarios del extremo sur de América ha padecido, al igual que todas las culturas de América, una operación etnocéntrica de silenciamiento, manipulación y subordinación sistemática. En la mayoría de los casos, los relatos originales fueron eliminados o reescritos con la mirada del “conquistador”.

Detrás de esas operaciones fácticas e intelectuales, en las que Europa utilizó todo su poder para dominar el mundo, se instaló la intolerable convicción de la desigualdad de las razas, y se provocó una obliteración atroz de la extraordinaria riqueza de las culturas originarias de América, con especial énfasis en el período que va de 1492 a 1550.

Eduardo Milán, uno de los críticos y poetas más lúcidos de la actualidad, afirma: “Las literaturas periféricas demandan su derecho de habla porque las vanguardias también fueron hegemónicas. ¿Por qué no se puede reconocer eso? ¿Por qué no se puede reconocer que no siempre hubo verso, que hubo un pre-verso y hay un meta-verso que tienen derecho de piso?”2

Los grandes textos de origen indígena que denunciaron las mentiras e injusticias de los conquistadores españoles permanecieron inéditos, en su mayoría, hasta fines del siglo XIX. En las últimas décadas, descendientes de los pobladores originarios del sur de Argentina y Chile enfrentan esa coerción y consolidan por sí mismos la recuperación de su cultura, en busca del sentido original de las palabras de sus ancestros.

“El silencio del mundo indígena constituye un drama cuyas consecuencias no acabamos de medir todavía. Un drama doble, pues al destruir las culturas amerindias el conquistador destruía una parte de sí mismo, una parte que sin duda nunca podrá encontrar otra vez”, describe Le Clézio,3 y remarca que “al dejarse arrastrar por su propia violencia, el hombre occidental debe reinventar todo lo que constituía la belleza y la armonía de las civilizaciones que destruyó”.

—Cristian Aliaga

 

LILIANA ANCALAO

El frío – Wutre
las mujeres y el frío

yo al frío lo aprendí de niña en guardapolvo
estaba oscuro
el rambler clasic de mi viejo no arrancaba
había que irse caminando hasta la escuela
cruzábamos el tiempo
los colmillos  atravesándonos
la poca carne
yo era unas rodillas que dolían
decíamos qué frío
para mirar el vapor de las palabras
y estar acompañados

las mamás
todas
han pasado frío
mi mamá fue una niña que en cushamen
andaba en alpargatas por la nieve
campeando chivas
yo nací con la memoria de sus pies entumecidos
y un mal concepto de las chivas
esas tontas que se van y se pierden
y encima hay que salir a buscarlas
a la nada.

mi mamá nos abrigaba
ella es como un adentro
hay que abrigar a los hijos
el pecho
la espalda
los pies y las orejas
dicen así
y les crecen las ramas y las hojas
y defienden a los chicos del invierno
y a veces sale el sol y ellas tapando
porque los brazos se les van en vicio
y hay que sacarles
despacio
con palabras
esos gajos

pero el frío no siempre
lo sé porque esa noche en aldea epulef
dormíamos apenas
alrededor de nuestro corazón al descampado.
eufemia descansaba el purrún del camaruco
y la noche confundió su pelo corto con el pasto

era la madrugada y eufemia despertó
con la helada en el pelo
y el frío esa vez tenía boca
y se reía con nosotras
se está poniendo viejo el frío nos decían

las mujeres aprendemos
tarde
que hay un tiempo en la vida
en que hasta sin intención
vamos dejando una huella de incendio
por el barrio
ni sé por qué la perdemos
y esa tarde yo precisaba
medias de lana cruda para cruzar las calles

en las ciudades el frío
nos raspa las escamas
punza en la nuca
se vuelve más prolijo
en eso andaba y a la noche
había un hombre en mi cama
o era un niño o un muchacho
yo no quería respirar muy fuerte

tiene las manos abrigadas este hombre
entonces por qué me fui
para ver si salía a buscarme o me dejaba
a que los esqueletos de pájaros
se  incrusten en mi cara

como el eco del silencio seré
si no me encuentra

por hacerme la linda

encima me da abismo
este frío
sangre azul

VIVIANA AYILEF

 

Las armas nuevas

Ahora que la palabra es madre. Antigua hija
de hombre, compañera. Hacedora.
Punta de lanza que no alcanza
y sin embargo hiere
y vivifica.

Podremos dar testimonio.
De los todos nosotros;
los Anónimos.
Los de la Voz
y el Eco.

Ahora que un niño alado nace
por las vertientes del solsticio,
y la memoria inquieta, resurrecta
vuelve con tercos duelos al galope.

Podrás tú relatar lo que ha sentido
tanto silencio de un pueblo solo
sintiendo el brusco palpitar de un río:

cómo de las cenizas surge vida
de las mareas nacen barcos
de los presagios salvan hombres.

Y sin embargo

también yo diré, comentaré mi historia
aquella del diluvio en la encerrona
del brusco aislamiento en la humareda:

tanto vivir ensombrecidos
dentro de toda periferia
en cualquier arco indescriptible del olvido.

Entonces sí, por la virtud del verbo intercambiado
—comprendido—
ya no seremos testaferros del pasado
brillaremos al sol del aire nuevo

—cantaremos—

y les diremos a los hijos nuestros
que incluso entre las ruinas
crecen verdes,
y florecen
siempre.


 

SONIA CAICHEO

Cuentas

Y seas vestido de blanco
Para que no se descubra la vergüenza
De tu desnudez.

Apocalipsis 3, 18

Alguna tarde te quitarás la chaqueta
Aunque llueva
Y al extender los dedos solamente
Te acordarás de Dios
Y del camino
De la oportunidad de corregir el viento y
Plantar otro sueño al frente
De tu puerta.
Pero estarás desnudo y será tarde
Cuando entren a lavarte
—Nueve noches de rezo, no alcanza—
A vestirte en sollozos.
Mendigarás sin respuesta, esa chaqueta
Para cubrir las cuentas de tu pecho.
En el puerto
Baila descalza la Marlene
Tango fuerte en copa rota
Gira y gira. Ríe. Aúlla
(Niebla oeste cruza un barco)
Valium Cinco
Aún se mueve. Falda. Beso
Dos silencios lava el frío
En la noche bocabajo
De su nombre.

JACQUELINE CANIGUAN

Mongen

He respirado
Aire sagrado de mi tierra
He soñado
En la cascada pura y perdida
He caminado
En el sitio de los bailes antiguos
He vivido en estas horas
Todos los días de mi vida.
Akuy We Tripantü
Vamos al estero, hija.
Entre los cuatro cerros
Nos bañaremos
No demores el tiempo
Mira que el sol ya viene.
Despierta, niña,
Que llega la vida nueva.

JUANA GUAIQUIL LIPICHEO

Grafiteando la inmigración
(fragmentos)

La tierra de los invasores de mi tierra…
¡también es mi tierra!
Llámame Mapuche, inmigrante, sudaca,
negro, africano, traficante, invasor,
quitaempleo, esclavo, neoesclavo.
Lo que tu mente hile…
Me reconozco inmigrante,
porque soy nueva
en esta tierra. ¡Mi tierra!
Que es tuya, pero que hago mía.

* * *

Soy de la tierra,
que Colón descubrió por casualidad.
Soy Mapuche, del sur,
ahora soy una mapurbe.
Soy de la tierra, donde españoles de todas las épocas
han sanado, cambiado y disfrazado sus miserias.
Donde han hecho y escrito,
una historia, su historia.

* * *

Ni nadie
Se las podrán quitar
Desde lejos
Avanza el fin
Viene caminando descalzo
Y haciendo dedo
Lo acompaña
La libertad
De los dormidos de siempre.
Denuncia
A las salmoneras de Chilwe Wapi
Se apagaron
Las velas de la ciudad
Y se descolgaron de sus paredes
La gran dama… la muerte
Mientras en el aire estallaron
Una bala
Dos balas
Tres balas
Y así
Las playas de Chilwe
Recibirán en su vientre
A los lobos marinos
Más allá del sol
Más allá de la luna
Los otros deberán refugiarse
En el territorio
Del corazón indomable.

GRACIELA HUINAO

Salmo 1492

Nunca fuimos
el pueblo señalado
pero nos matan
en señal de la cruz.
La lagartija
Ante mí
entibia su carne
con mi sol
de cada día.
La voz de mi padre
en lenguaje indómito.
Nacen mis versos
de la prolongada
noche del exterminio.


 

FAUMELISA MANQUEPILLÁN KALFULEO

El Escape

Yo me escapo toda herida / de centenares de lluvias / he recogido mis banderas, / del barro en donde las dejaste. / He enterrado mis ciudades, / he escondido la escultura de mi cuerpo / para que no la destruyas. / He dormido con los ojos abiertos / y mis alas prontas /a emprender la fuga / he gemido de dolor bajo tu cuerpo / mi yo se ha ido sin mí / desde tu alero. / Yo me escapo de la sombra de tu puño / quiero huir de tu espacio de quebrantos / para liberarme de tus proyectiles de espermios / que me siguen, que me acosan / que me punzan, que me muerden / que me succionan, que me besan / que me lamen, que me abrazan / para lograr habitarme, / y apoderarse de mi mente y de mi cuerpo / para siempre.


 

ELIANA PULQUILLANCA

Planta madre

Voy navegando
en el orgasmo azul
fecundado hace milenios.
Fluido de manantial
que posee los saberes.
Voy transitando en capas subterráneas.
Es tronco de vida
follaje que alza la resistencia
revolución que despierta
el dormido sueño de la conciencia.
Mensajera del paso futuro
gran presentadora de imágenes.
Sonidos, colores, formas, luz.
Soy hombre, mujer,
sangre, latido.
Es la planta madre
sabia magia alucinante
la experiencia visual
el vuelo,
viaje sublime.

MIRIAM LUZ TORRES MILLÁN

Ayün (fragmentos)

dibujo camawuetos para ti
para tus ojos verdes
lo siento
mi pincel los dibujó en el aire

* * *

en tiempos de aguas turbias
busco tu vertiente
alimento tus mallines

* * *

te doy permiso
para humedecer este desierto

* * *

déjame leer tu vientre
revivir tus aletargados pezones
subir tus mareas
en este cambio de luna



1 Luis Franco, La pampa habla, Buenos Aires, Del Candil, 1968.
2 Eduardo Milán, «Las literaturas periféricas demandan su derecho de habla porque las vanguardias también fueron hegemónicas», en El Extremo Sur, N° 88, junio-julio, Comodoro Rivadavia, 2009.
3 J.-M.G Le Clézio, El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, México, FCE, 1992.


Literatura UNAM

Romper un silencio de siglos. Poesía de mujeres mapuches EN
PERIÓDICO DE POESÍA


Autores

Miriam Luz Torres Millán

Queilén, Chiloé, Chile, 1974. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Liliana Ancalao

Chubut, Argentina, 1961. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Viviana Ayilef

Chubut, Argentina, 1981. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Sonia Caicheo

Isla Grande de Chiloé, Chile, 1943. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Jacqueline Caniguan

Puerto Saavedra, Chile, 1970. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Juana Guaiquil Lipicheo

Osorno, Chile, 1972. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Graciela Huinao

Osorno, Chile, 1956. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Faumelisa Manquepillán Kalfuleo

Valdivia, Chile, 1960. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

Eliana Pulquillanca

Región de los Ríos, Chile, 1963. Aparece antologada en Reuëmn. Poesía de mujeres mapuches, selknam y yamanas (Espacio Hudson, 2017), compilado y presentado por el poeta argentino Cristian Aliaga.

marzo 2019