18 marzo, 2019

Kore

de W. S. Merwin | Traducciones

Versión y nota de Jorge Esquinca.


El tema de la muchacha (kore, en griego) raptada y conducida al inframundo, es interpretado por la particular imaginería de W.S. Merwin (1927-2019) a través de una serie de poemas que, en su conjunto, componen —mejor que un rapto— una visión: La del enamorado que evoca y festeja la presencia de su compañera. El relato de un viaje se transforma en un evento de carácter mítico a través de las estaciones del año, y está compuesto por breves celebraciones en las que cada acto, cada gesto, cada lugar, aparece revestido de una atmósfera asombrosa, siempre al filo de una revelación. El poema forma parte del libro The Compass Flower (1977), donde Merwin explora las posibilidades de una muy libre asociación de imágenes que fluyen gracias a un fraseo carente de signos de puntuación, característico de la mayor parte de su poesía. Al respecto, el propio Merwin explicó: “La puntuación tiene que ver básicamente con la prosa y la palabra impresa. Empecé a sentir que la puntuación era como clavar las palabras en la página. Yo, en cambio, quería la ligereza y el movimiento de la palabra hablada; un paso hacia eso era eliminar la puntuación”. Con la autorización del autor, y en estrecha colaboración con María Palomar, traduje este libro que obtuvo el hoy extinto Premio Nacional de Traducción de Poesía en 1991. La rosa náutica se publicó en 1993 con el sello de El Tucán de Virginia y un prólogo de Manuel Ulacia. Entrego ahora mi versión revisada de “Kore”.

W.S. Merwin fue autor de más de medio centenar de libros, ensayista y traductor de varias lenguas. Poeta Laureado de los Estados Unidos y frecuente candidato al Premio Nobel de Literatura, vivió durante sus últimos años en Hawai, donde se dedicó, en compañía de su esposa, a reforestar una amplia zona de la selva. Ahí estableció su casa, hoy convertida en The Merwin Conservancy [Conservación Merwin].


Kore

α
He mirado tu sonrisa mientras duermes
y sé que es la barca
en que mi sol cabalga bajo la tierra
toda la noche en la ola de tu aliento
no sorprende que los días sean más breves
y despertar sin ti
es el comienzo del invierno

β
Cómo es que ahora puedo oír tu voz de pájaro
goteando entre las torres de hielo
a través de los días del yunque
al cambiar el año cargo un eco
sobre mis piedras y escucho
mis ojos están abiertos mirando al frente
avanzo un poco frente a mí tocando
el aire ligero donde nadie te mira
y el sol al ponerse tras un bosque de ventanas
desenvuelve despacio
su secreto irrepetible
todos los colores del otoño sin las hojas

γ
Tú temblabas y un aire cargado de hojas
fluía desde la negra cascada de tu pelo
cuesta abajo sobre el torrente de tus rodillas
hasta que te toqué y surgiste en calma
y alzaste hacia mí
tus manos y tus ojos y me mostraste
dos veces mi cara ardiendo como un ámbar

δ
Ya en la primera colina contigo a mi lado
al pie de las ruinas miré a través del día
y avancé sin pausa
amando el aire incontenible
como podría amarlo un ala en vuelo
hacia ti sin saber
sabiendo

ε
Rostro que amé cuando niño
nadie en aquél entonces nos creyó
cuando anunciamos que escaparíamos juntos
ni siquiera cuando dijimos que el río
estaba en marcha
y nadie nos encontraría tras la creciente

ζ
Dormiste durante el camino al jardín
tu cara en la barca de mi mano
y llegamos más de un siglo después
a la reja cerrada
y la canción que el laurel recuerda en la oscuridad
la flauta nocturna que recomienza siempre
sobre la virgen ladera
y por las calles donde andábamos hubo entonces vino nuevo
proclamado con verdes ramas sobre los portales
en el tiempo de las estatuas

η
A mediodía escalamos columnas sin techo
con el día blanco sobre el mar
no supe la palabra para nombrar la hora
ni para el hambre
ni para tu mano
que no tocaba
pero podía sentir en el aire
El comienzo viene de antes
cuando las palabras para decirlo eran retratos de extraños
viene sobre alas que nunca esperaron ser nombradas

θ
En la casa al final de un día de lluvia el viejo
empezó a recitar un poema
que nadie recordaba pero todos querían recordarlo
poco antes de terminar se acostó
llevándose el resto del poema a dormir con él
luego bajo la luz que siguió a mi jornada nocturna
tu corrías sobre hojas a través de una ancha calle
igual corría yo
y habíamos llegado

ι
Cuando nuestras manos están juntas son de una edad
y una luz oscura fluye entre ambas
hacia dentro de sus plumas
Nada hemos traído
con nosotros
salvo lo que ha venido por su cuenta
pasamos por los fragmentos de roca
sin usar las manos
las antiguas sonrisas como los árboles
sus hermanas mayores

κ
Otoño es uno de los cuatro elementos
el aire tiene cuatro estaciones atadas
en su instrumento
cada una con un aire propio
pero con una nota bajo ellas    Luna llena    El año
se ha convertido en venas sin hojas
y han sonado los polos de la tierra
Despierto mirando al Este escuchando
la nieve caer y tus pies
descalzos lejos de aquí
suben una escala inefable
Mucho antes del amanecer las manos de un niño llevan uvas

λ
En la cima de las venas escucho
al dedo en la cuerda del arco
escucho a mis pies continuar
hacia arriba te escucho a ti
cabello al viento
De ti aprendo sobre la desnuda ladera
donde no estás a la vista
a pesar de todo escalamos juntos la montaña
aun con ella entre nosotros

μ
Las velas parpadean en la escala de tu voz
oro en la sombra
y para este momento remoto
tu infancia toda fue de risa
y todos esos años mis dilectas arañas
cuidaron el tesoro bajo mi casa
sin luz hasta la noche anterior a tu aparición

ν
Te he amado en las cuatro capitales
de cuatro mundos anteriores a éste
con su temporada de vidrio
y la desnudez de su luz
me despierta ahora
y el incendio por el que regresa el año
saltando sobre su propia caída
cambia

ξ
El sol amarillea páginas de imprenta
una nevada de murciélagos gira en las calles
distracciones
lo que pensé que sabía deja de lado un pensamiento a la vez
hasta que te veo desnuda
en tus ojos los helechos de bronce más antiguos que mirar
se despliegan sobre las oscuras fuentes

ο
En invierno lejos de ti
al pensar en tu piel
las hojas
a punto de ser
se agitan en el sueño de las raíces
el árbol de las venas tiembla
en la distancia y comienza
a reunir en secreto el murmullo de la Sibila

π
No confío en la memoria tampoco en la esperanza
pero aun los blancos días de las ciudades
son parte de lo que no ven
aun en el corazón del escéptico la luz es de oro
aun cuando no estás conmigo
en el mes sin flores del dios del umbral
me miras con tus ojos de llegada

ρ
Encontré para ti los brazaletes de paja trenzada
tú encontraste las viejas herramientas
que había estado buscando
sabías dónde estaban
en mi jardín
son pocas las palabras por encontrar
como te dije bajo los batientes vuelos
del otoño
y te lo diré otra vez
al encontrarlas

ς
Llegamos a la piedra roja
que en aquel país llaman oscura
porque cayó de la noche
antes que alguien estuviera ahí
y flotaba en la tierra frente a nosotros
sola y sin sombra
pero la noche no la había olvidado
y aún entonces su recuerdo caía tras ella
desde el futuro
rebasándonos hasta ese día

τ
Día tras día
la misma puerta se abre hacia adentro
desde ambos lados
ríe casi como tú
hace frío en casa
y encendí todos los cerillos en la noche
para mirarte

υ
Postes
días con teléfonos
hablando con lámparas oscuras
intentando sacarlas a la luz
frotándolas
tú apareces en una calle gris
nada has escuchado
nada esperas
con el día a tus espaldas
y nuestras sombras queman los edificios

φ
Treinta días después del solsticio
formas de trigo maduro
brotan en las puntas de los tallos
Lejos de ellas
aquí
donde tú nunca has estado
trato de alcanzarte con mis ojos
te llamo con mi cuerpo
que sabe tu primer nombre

χ
Días en que no te escucho
parece que la estación fluye hacia atrás
pero soy sólo
yo
de calles huecas
humo sordo
lluvia sobre el agua

ψ
Cruzamos juntos el manso lago nocturno
en la barca que nos aguarda
nos dan una oscura bienvenida
una y otra vez surgimos por el día
mi mano en tu mano
desde los cuatro corredores a la vez
bajo la cúpula reverberante
guiados por lo que no se ha dicho

ω
La sombra de mi pie en movimiento
siente tu dirección
vienes hacia mí
traes el oro a través de la herrumbre
caminas hacia mí por la ciudad de ámbar
voz todavía sin palabras
lo que se ha dicho es ya
otro año


W. S. Merwin / Nueva York, Estados Unidos, 1927 – Hawái, 2019. Poeta, ensayista, dramaturgo y traductor. Mereció en dos ocasiones el Premio Pulitzer, además de reconocimientos como el National Book Award [Premio Nacional del Libro] de los Estados Unidos y la designación como Poeta Laureado de su país. Publicó medio centenar de libros de poemas, entre los que destacan Cuatro salmos, Perdurable compañía y La sombra de Sirio, todos ellos publicados en versión bilingüe por la editorial Vaso Roto. Entre las traducciones realizadas por Merwin al inglés, cabe destacar El Lazarillo de Tormes, El cantar de Roldán y el Purgatorio de Dante.


Jorge Esquinca

/ Ciudad de México, 1957. Sus libros más recientes son Breve catálogo de fuerzas (ensayos, 2015) y Cámara nupcial (poesía, 2015 y 2017). Traductor de poetas de lengua inglesa y francesa, dirige el sello Mano Santa Editores, especializado en pequeños libros de poesía. Vive en San Antonio Tlayacapan, en la ribera del lago de Chapala, Jalisco.