Luis Aguilar, Debe ser ya noviembre, Cuadrivio Ediciones, México, 2019, 70 pp.
En La muerte en Venecia, la breve gran obra de Thomas Mann, confluye el éxtasis ante la belleza y la devastación de la epidemia del cólera en una espiral que arrastra la voluntad del ser, el deseo y la perfección, una metáfora de la fragilidad del cuerpo y del alma. Todo ello reflejo de las máscaras sociales, éticas y morales del fin de siècle, el desgarramiento de la cultura europea del XIX.
En las cuatro secciones que forman Debe ser ya noviembre (“La sangre a sorbos”, “Quince razones para otro Sebastián”, “Décimo sexta sesión o siempre falta la lluvia” y “Epílogo con zarabanda”), Luis Aguilar (Tamaulipas, 1969) proyecta —con un acento personalísimo— el pulso del fin del siglo XX e inicio del XXI, que media entre la pasión por la belleza y la desolación de la pandemia del sida.
El novelista estadounidense Edmund White es el arranque, el pretexto o la voz poética que guía, como un Virgilio-Aschenbach, la historia y los recovecos de Debe ser ya noviembre:
y el 5 de junio de 1981
alguien cambió de nombre al diablo:
y los amigos, los familiares,
los vecinos, los compañeros de trabajo,
dejaron de besarnos las mejillas
y darnos la mano
[es comprensible:
a una plaga
no la define la estadística,
sino el contagio—
Al igual que en La muerte en Venecia, en Debe ser ya noviembre la primera vez que se utiliza la palabra belleza es cuando se nombra a san Sebastián en esta bitácora.
ícono de la estética del deseo
—más vivo que la penicilina—
tu cuerpo repetida constancia de portadas,
ardores y erupciones.
santo patrono del sadomasoquismo,
tu abandono al martirio
es ejemplo a seguir en los consabores del deseo
cuando se apaga la luz para que el mundo
llegue:
tanlúbrico
tanmóvil
tanfértil
tanplácido
tanhúmedo
tansórdido
[…]
no
hay belleza más bella en dios que tu cuerpo,
desnudo,
fantástico
Esta fascinación por el dios-cuerpo que versifica la voz poética conducente o el propio White, marca el camino a la expiración:
úlceras
apéndices
coágulos
pústulas
catástrofes
atónitas,
dos sílabas brevísimas:
si-da
Antes de morir, Aschenbach evoca el Fedón, o de la inmortalidad del alma, e intuye que al aspirar la perfección ha adorado a Tadzio-Sebastián. Así el Aschenbach-White de Aguilar: “De pronto un relámpago: todo lo que se da se acerca, se cerca, se asalta, se consume. Desde aquel amanecer, te recuerdo tibio y hermoso; potente y magnánimo, te recuerdo; encendido, dispuesto; carne y cruz, con tu aura de vencedor de la locura y haz de luz a la consumación de los cuerpos, te recuerdo. Y te recuerdo ángel caído, demonio iridiscente, mi hora de luz más alta, aprendiz de deidad: mi amante más sagrado” (IX, p. 59).
En este notable entrecruzamiento poético, está el mismo dilema que planteó Mann hace más de un siglo: todo deseo de excelencia y belleza lleva a la enfermedad y a la muerte. Es un acto de fe que se encontrará siempre con “una pared muy blanca”.
un enfermo ilumina,
con luz mortecina
pero luz al fin,
el espacio que la rodea:
yo no
muero de sida. muero de algo más
profundo porque me da la gana
El Aschenbach-White de Aguilar muere de éxtasis, pasión y deseo, de ese instante de eterna claridad que ofrece la belleza; muere de amor: la faz perfecta de la muerte.
Autores
Enzia Verduchi
/ Roma, Italia, 1967. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores en 1992 y ese mismo año obtuvo el Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta. Fue beneficiaria del Programa Jóvenes Creadores del Fonca en 1996 y 2003, y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte entre 2004 y 2007. Ha publicado los poemarios Cartas de usurpación (1992), El bosque de la hormiga (2002), Groenlandia (2018) y Nanof (2019). Poemas suyos han aparecido en diversas antologías mexicanas y extranjeras, y han sido traducidos al hindi, portugués, italiano, francés e inglés.
Federico Lardies
/ Neuquén, Argentina, 1993. Poeta y estudiante avanzado de Letras Clásicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Participó en la traducción del De la naturaleza de las cosas de Lucrecio, publicado bajo el sello Las Cuarenta, y actualmente colabora en la traducción de Las metamorfosis de Apuleyo.