Todo es y no es al mismo tiempo
| VisualUn gato se encuentra en una cámara de acero, y su vida depende del estado de un átomo radiactivo –el cual pudo haberse descompuesto y emitido radiación o no—. Schrödinger ironiza mediante este pequeño cuento con respecto a las ideas de algunos colegas, cuando implica que el gato permanece vivo y muerto hasta que se abre la caja y se observa su estado. Sin embargo, con el paso del tiempo, algunos físicos han desarrollado modelos en los cuales se considera que la superposición del gato “vivo y muerto” es bastante real.
En este contexto, la obra de Georgina Bringas (Ciudad de México, 1975) sitúa el arte de medir y sus instrumentos como piedra de toque para la consolidación de lo real para la conciencia. Fuera de escalas y actos de observación puntuales, el mundo de los fenómenos es difuso y múltiple, al tiempo que los dispositivos de visibilización y el establecimiento de sistemas métricos constituyen un factor decisivo para la representación consciente de la experiencia. Esta forma de existir en el mundo no es otra cosa que una correlación entre materia y medida, escala y forma o experiencia estética y abstracción numérica.
Es en medio de estas brechas que se plantean experiencias y dimensiones en las que un lapso temporal puede adquirir la forma de un cuadrado, o un volumen imaginario puede traducirse en un desplazamiento lineal. Estas equivalencias, propuestas a modo de dispositivo, se instalan en lugares concretos o adquieren la forma de objetos para cuya interpretación es necesaria su conexión con el “juego de reglas” interiorizado por el observador. Es entonces cuando la superposición propuesta por la física cuántica, e involuntariamente explicada con alegorías por Schrödinger, adquiere cualidades estéticas en el territorio del arte.
Pero no toda obra construida bajo las leyes del metro contiene poesía; las formas plásticas son simplemente eso hasta que se erigen en cristalización de fuerzas ajenas a la voluntad del autor: cuando el artista transforma, desde su subjetividad, la materia en conducto de una corriente poética (conformadora de imágenes). Entonces estamos en presencia de una obra artística. Lo poético es poesía en estado amorfo, diríamos de superposición; mientras que el poema, o la obra, es poesía en estado erguido —o experiencia de percepción.
Desprendida de su autora, la obra de Georgina Bringas se hace presente o no, dependiendo de los movimientos de la conciencia de quien la observa, la correlación con su título y con los diversos sistemas de medición implícitos. Forma y sustancia simultáneos que conducen a la conciencia desde el espacio de contemplación particular hasta el torrente poético que le dio origen, y del que la artista fue la primer testigo.
Este cuerpo de obra se presenta como una búsqueda de la experiencia artística como praxis visual más allá de un abstraccionismo geométrico y mecanicista. Lo que busca es establecer nuevas prácticas de interacción y participación entre la obra y el espectador en relación a la experiencia estética. El resultado es una forma de conocimiento sensible, cercano al cuerpo y a una forma de interacción más directa: el juego de escalas y su vinculación con las formas cotidianas de medir longitudes, pesos, tiempos y volúmenes ocupa un lugar central proyectando un cuerpo y una subjetividad personal e imaginaria.
Artista y participantes, tras hacer un pacto de verdad con el juego propuesto en la obra, descolocan momentáneamente su conciencia para contemplar su propio “estar” y la ponderación cotidiana de su percepción. Una forma distinta, quizá, de imaginar la experiencia y la memoria desde sus cimientos. La ensoñación de realidades superiores o subyacentes que, mediante las cualidades traslúcidas de la obra, proyectan una realidad superpuesta donde el gato de Schrödinger, vivo y muerto, afila sus garras en los bien amueblados departamentos de nuestra mente.
Georgina Bringas / México, 1975. Es egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Desde 1996, ha realizado exposiciones individuales y colectivas en espacios como Ex Teresa Arte Actual, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, la Kunstlerhaus Bethanien de Berlín, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, la Diaz Contemporary Gallery de Toronto y el Museo Universitario del Chopo, entre otros. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y su obra forma parte de importantes colecciones de México, Estados Unidos y Canadá.