LA VIDA COMENZÓ en los ojos de la tortuga
en su rostro adusto
y en mis manos de gorila
mis manos de gorila
blancas
como el blanco del primer poema
como una muerte casi cierta
entre el templo y los colmillos
: pupilas y dentadas
Devano
canevo el ovillo en el bejuco
engarzo su hilo invisible
entre claveles y vincas
durante 7,200 años de neblina
en los que todas las brujas dirán lo mismo
que la estrella clandestina
al tambor del caparazón
abrirá en los montes
de las gargantas
la señal del destello
y mis manos de gorila
al ritmo negro de la poesía
serán un puño para el silencio
como el blanco del primer poema
como una muerte casi cierta
en el tragaluz pineal de la tortuga
que sostiene este mundo
Siempreviva
Una noche de lluvia
–nomeolvides–
tomé las tijeras y
corté mi cabello rizado.
Quizá porque Rilke
me abrumaba.
Ahora regresa la palabra
melancolía.
Guardé los mechones
como ofrenda, para
no olvidar que soy
perenne.
Todavía era primavera.
Recordé la imagen de Iris
cortando el cabello de Dido
para Perséfone.
Te desligo de tu cuerpo
Los vestigios del fuego.
El cabello de Dido fue memoria
entre lo vivo y lo muerto.
¿Por qué Iris quiso conservarlo?
Le pregunté
al I Ching:
Hexagrama 56 —> Hexagrama 14
Dido fue un fénix.
Quiso alumbrar lo terrenal.
En tributo, aboné
mis plantas con rizos azabache
cuando llegó el verano.
No siempre quiero cortar mi cabello,
a veces, escarbo la tierra
para enterrar mis poemas,
como un lazo con la vida.
También, a veces,
me gusta leer las paredes.
Detrás de las piedras
se deslizan las palabras que
nos derrumban,
los escondites de
nuestras estelas.
Una estela es un silencio.
Ahí es donde el día y la noche
cantan
una cartografía de hallazgos.
El mensaje de mi piedra
es un alfabeto.
Un alfabeto de sueños,
porque vivir es soñar;
¿cuántos no lo han escrito?
Pasando las páginas blancas
me pregunté:
¿quién hereda
la tinta de los acentos?
Ahora huele de noche
y los botones de una begonia
caen.
Es mi otoño.
Y el Érebo.
Hay pistilos
y vapor.
Hay estrellas, sí,
y luz de luna.
Siempreviva ternura.
Somos cada sutura que calla
:
pensé en escribir un final
pero esta es sólo una
pausa.

Boxes
Para Sean Scully y Billy Martin
dentro de una caja para Sean
en Tappan
y dentro los hilvanes:
el trance de los diez sabios
la gravura del manto
cyprium niccolum chromium
Una caja que resguarda el aire
sobre el dintel cor-ten
seis movimientos que forjan
la puerta dentro de
una caja para Sean
: templo de acero

Autor
Zazil Alaíde Collins
/ Ciudad de México, 1984. Poeta, ensayista y crítica musical. En 2017, junto con el colectivo AA&A, resultó ganadora del tercer concurso del Festival de Poesía en Voz Alta (UNAM), y en 2011 obtuvo el Premio Estatal de Poesía Ciudad de La Paz. Es autora de los libros Junkie de nada (2009), No todas las islas (2012), El corazón, tan cerca de la boca (2014), Sipofene (2016) y Pink (2018).