Versiones de Rocío Moriones Alonso.
M’illumino d’immenso. Premio Internacional de Traducción de Poesía del italiano al español es un concurso pensado con el fin de fomentar la traducción y la difusión tanto de la poesía italiana como de la poesía suizo-italiana en los países de habla hispana. Es organizado por los poetas Vanni Bianconi (Suiza) y Fabio Morábito (México), y por la traductora Barbara Bertoni, coordinadora del Laboratorio Trādūxit, gracias al apoyo del Instituto Italiano de Cultura de la Ciudad de México y de la Embajada de Suiza en México, con el patrocinio de Biblioteche di Roma.
Los participantes tienen que traducir un poema de un autor italiano y un poema de un autor suizo de lengua italiana; el jurado está compuesto por poetas y traductores literarios.
En esta primera edición llegaron 109 propuestas de 14 países distintos: Alemania, Argentina, Chile, Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, Italia, México, Nicaragua, Reino Unido, Suiza y Venezuela. El jurado, compuesto por los poetas Fabio Morábito y Francisco Segovia, y por la traductora Barbara Bertoni, eligió como mejor traducción la de Rocío Moriones Alonso, que presentamos a continuación.
LXI
Pero el anteinfierno existe, basta que se apague
la luz de la escalera, cuando vuelves a subir, ya
sin bolsas, la noche de la basura cotidiana;
de repente, la oscuridad más profunda y densa
te asalta, y te acercas de memoria al led
luminoso del interruptor con temporizador; en el piso,
incluso en ese lapso, de escalón en escalón,
el pensamiento se ve golpeado por el intervalo
y se sobresalta, traduce, alegoriza el sentido
de esta oscuridad inconsciente, cercana,
detrás de la calidez de tu propia casa,
que por la rendija de la puerta envía luz
como si fuera el puerto de arribo de un náufrago…
allí está ella, la cena, una noche más,
y, tras las otras puertas, gente casi ignota,
asomada, como tú, a la barandilla, a la nada
de una existencia que ignora lo adyacente…
LXI
Ma l’antinferno esiste; basta si spenga
la luce delle scale, mentre risali, senza
più sacchetti, la sera del rifiuto quotidiano;
d’improvviso, il buio più pesto e fitto
ti assale, e vai a memoria fino al led
lumicoso dell’interruttore a tempo; al piano,
pure, in quel lasso, di gradino in gradino,
il pensiero è colpito dal frattempo
e trasale, traduce, allegorizza il senso
di questo buio inconsapevole, vicino,
dietro il tepore del proprio appartamento,
che dal taglio della porta manda luce
come fosse l’approdo per un naufrago…
di là, c’è lei, la cena, un’altra sera,
e dietro le altre porte gente quasi ignota,
affacciata, come te, alla ringhiera, al niente
di un’esistenza che ignora l’adiacente…
El esplendor
No, no es fácil hablar de todo. Y en este caso
bastan dos milímetros para cortar
el tiempo como un cuchillo: dos milímetros más,
dos milímetros menos, y todo cambia,
luz u oscuridad, flor o sequía
definitiva. No tengo palabras para hablar del vértigo
que de tanto en tanto me asalta, cuando la mirada
tiembla y debo detenerme, apoyar las manos, respirar.
Milímetros: era el título
de un libro muy querido,
pero ya rugía dentro,
dura, la desadornada, hoces y tijeras.
El vértigo pues dejémoslo mudo,
mudo el torbellino —por un instante se ha abierto,
más allá de cualquier palabra, sin aliento
ni ritmo— ¿se detiene la palabra cuando el espolón
del mal se cierne sobre ella? ¿Se rinde, acaso?
¿O, por el contrario, se lanza después la palabra,
conquista la luz, y el mal está mudo
desde siempre, despojado
de sentido, condenado
al silencio del hueso y de la carne?
Hablemos mejor del sol de tus años,
cuando pasas y sonríes por la vida,
hablemos del esplendor.
Lo splendore
No, non di tutto è facile parlare. E in questo caso
bastano due millimetri a tagliare
il tempo come lama: due millimetri in più,
due millimetri in meno, e tutto cambia,
luce o buio, fiore o secca
definitiva. Non ho parole per dire la vertigine
che ogni tanto mi assale, quando lo sguardo
trema e devo fermarmi, poggiare le mani, respirare.
Millimetri: era il titolo
di un libro molto amato,
ma già ringhiava dentro,
dura, la disadorna, falci e forbici.
La vertigine dunque lasciamola muta,
muto il vortice – per un attimo si è aperto,
più in là d’ogni parola, senza fiato
né ritmo – si ferma la parola quando il rostro
del male la sovrasta? Si arrende, forse?
O invece la parola scocca dopo,
conquista la luce, e il male è muto
da sempre, deprivato
di senso, condannato
al silenzio dell’osso e della carne?
Diciamo invece il sole dei tuoi anni,
quando passi e sorridi nella vita,
diciamo lo splendore.
Autores
Gianni D’Elia
Italia, 1953. Poeta, ensayista, traductor, crítico literario y letrista. Es uno de los fundadores de la revista literaria Lengua. Sus ensayos han aparecido en il manifesto, Poesia, Nuovi Argomenti y L’Unità. En 2010 Einaudi publicó Trentennio. Versi scelti e inediti, antología que recopila poemas escritos entre 1977 y 2007. Ha traducido a André Gide y Charles Baudelaire. Ha escrito también la letra de algunas canciones de Claudio Lolli.
Fabio Pusterla
/ Mendrisio, Suiza, 1957. Una de las voces más destacadas de la poesía actual en lengua italiana, es además ensayista y traductor (entre otros, de Philippe Jaccottet). Enseña en las universidades de la Suiza Italiana y de Pavía. Dirige la colección de poesía “Le Ali”, de la editorial italiana Marcos y Marcos. La antología Le terre emerse (2009) reunió poemas de toda su obra hasta ese momento. Traducido a las principales lenguas europeas, ha recibido los premios Montale, Schiller, Gottfried Keller, Dessì, Suizo de Literatura, Napoli, Vittorio Bodini y Dedalus. A él y su a obra, el fotógrafo y documentalista Francesco Ferri dedicó la película Libellula gentile. Il lavoro del poeta (2018).