Desde una silla giratoria
| Dossier, ReseñasRecientemente, Óscar Oliva (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1937) recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2021. Tanto la siguiente reseña como la de Carlos Gutiérrez Alfonzo abordan un mismo título: Escrito en Tuxtla (Aldvs-Ayuntamiento de Tuxtla-Instituto de Arte y Cultura de Tuxtla, 2022, 80 pp.). Por su parte, Mariana Bernárdez nos ofrece un ensayo en torno a la obra del autor chiapaneco. Con los tres textos que conforman este breve dossier, el PdeP celebra los 85 años de Oliva, una de las voces centrales de la poesía mexicana de los siglos XX y XXI.
—La Redacción

Dedicado a su esposa, Sonia Haydée Quiñones Musseden, sale a la luz Escrito en Tuxtla, del poeta Óscar Oliva, en una extraordinaria edición de Aldvs con el apoyo del Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura, y en cuya portada destaca la imagen de una cabeza bifronte, perteneciente a la cultura rapanui. Se trata de una estatuilla monolítica humanoide, representativa de la Isla de Pascua, la cual se encuentra exhibida en el Museo Nacional de Chile y en cuya ficha se explica que esta figura, tallada en piedra volcánica, simboliza dos rostros circulares idénticos pero opuestos por el cuello, además de presentar ojos protuberantes con un contorno hundido en la nariz y la boca. Ambos rostros me remiten a la relación de Óscar y Sonia, de la cual se desprende este poemario. “Ella duerme con la cabeza en mi pecho, nuestros cuerpos, muy tibios,/ —pienso en la cabeza bifronte de Rapa Nui”. Dividido en 20 cantos profundamente interrelacionados, que evolucionan y transmutan a medida que avanza el libro, “estos 20 capítulos —explica el autor— se van desarrollando unos a otros. Incluso, hay versos que se meten en otros versos y luego salen en la boca de otros versos ya transformados en otras cosas”. A Oliva, como vemos, nunca le ha gustado la poesía lineal.
Escrito en Tuxlta incluye un texto de Carlos Morales Vázquez, presidente municipal de Tuxtla, así como unas palabras del cronista Marco Antonio Orozco Zuarth, quien describe a nuestro poeta como un “hombre de su tiempo y de sus circunstancias, y quien permanece atento a los cambios del mundo desde su natal Tuxtla Gutiérrez, ciudad en la que escribió este libro, asombroso y bello, que se integra a una obra literaria de alcance universal”. La obra inicia con un epígrafe de Zhuang Tzi: “¿En qué te has convertido ahora, en qué dirección avanzas?” Esta pregunta resulta obligada para reflexionar sobre toda una vida dedicada a la poesía. Llama la atención que un poeta publique un libro nuevo a los 85 años. Quizá por ello, en Escrito en Tuxtla confluye la frescura y la maestría, la espontaneidad y la introspección, setenta años después de la publicación de un primer poema titulado “Estos minutos”.
Sobre su primera época, Oliva refiere lo siguiente: “…los engaños que he alimentado desde corta edad, como aquel de que no se puede viajar desde una silla giratoria a gran velocidad. He viajado tantas veces a gran velocidad desde una silla giratoria, sin dejar ningún rastro. A grandes alturas, no puedo recordar la fecha ni el lugar de mi nacimiento”. También nos dice: “Quise, desde pequeño, saber qué hay detrás de la pantalla: nada más oscuridad, murciélagos ciegos, gatos ciegos, desde pequeño y viejo”. Y en un verso magnífico hace alusión a su familia de origen: “¿Qué es esto? Si lo que cuento, a trancos, a veces suena a sertonero, sin fatiga, a veces leve, es que mi voz, ecoica, suena a mi padre: cuando hablaba de ríos, todo se detenía”.
En este poemario, que mucho tiene de mutación, Oliva retoma verdades de su existencia y las renueva en estos versos, habitados por diversos personajes que utilizan flores, sustancias y alcohol, y que parten hacia mundos ubicados en escenarios distintos. Así, nos encontramos en el mar Báltico, en las Pléyades, en la Catedral de Lérida, en Juchitán, en el monte Ararat, o viajando desde el Ártico a la Antártida, de Berlín a Weimar, pasando por Delfos, Vigo, la isla Floreana, el desierto de Alamagordo, el río Bravo, Tokio, o “para poder caminar desde Australia a Alaska, o desde la Patagonia a Escandinavia” hasta llegar a las calles de Tuxtla. Transitando estos espacios, desfila una galería de héroes de la literatura que se entremezclan con héroes cotidianos. Entre Aquiles, Hamlet, Allen Ginsberg, Goethe, Schiller, el rey Lear y Cordelia, Áyax, Odiseo, Molloy y Zhuang Tzi, aparece David Bowie, caracterizado por sus metamorfosis, el Duque Blanco, Tibulo, Anacreonte, Orestes y Padgett Powell o Rembradt. Por en medio de estos nombres se cruza un bestiario integrado por palomas blancas, bueyes, perros, gatos, ovejas, caballos, ballenas, abejorros, moscas, ruiseñores, cetáceos, arañas, hormigas, percebes, bagres, monos, chicharras, focas, insectos, camaleones, anfibios, cucarachas, culebras ratoneras, dromedarios, tortugas, gansos, crustáceos, pulgas, perdices, loros, parásitos, bacterias, insectos, reptiles, zopilotes, pavos reales, murciélagos, mosquitos y gaviotas ruidosas, además de la ya famosa rata y el no menos nombrado ciempiés. Todos y cada uno de ellos atestiguan los cambios que se dan en estos tiempos, donde este libro se desarrolla con el vértigo de los medios de comunicación.
Al concluirlo, Óscar es más Oliva y Sonia que Óscar mismo. Es decir, su masculinidad se disuelve y queda transformado en una mujer. “Soy la sobreviviente que ya no quiere ser la vocera de enigmas, apenas si detecto cierta fuerza en mis sentimientos y la fuerza de tus sentimientos que me empujan.” A lo largo de estos versos hay puertas que se abren, paredes que se cierran, galaxias que explotan y todo ello sucede sin regionalismos. Además, incluye al lector y trata de responder sus cuestionamientos, acudiendo a un ritmo voraz que sacude y despierta a quien lo escucha. Es una especie de Cantar de Cantares, un diálogo amoroso con Sonia, la compañera de toda su vida, quien mucho debe amarlo para no echar a correr tras escuchar el primer verso: “¿Seré el hígado de una rata o las patas de un ciempiés?” Aquí el tiempo y su condición ilusoria se evidencian: “…y este instante, al quedar transparentes, ¿lo olvidaremos mañana?/ ¿Este instante lo repetiremos mañana?/ ¿O quedará entre tú y yo olvidado/ entre nuestros cuerpos, casi en silencio, como música dormida?” En este libro también se encuentran el padre, la madre, las hijas, los nietos y los amigos muertos: “pienso que para el fin de fiesta bailemos toda la familia, amigos y vecinos,/ algún día voy a descargar y congelar este momento, para volver a vivirlo, así como lo he hecho en otros momentos de mi existencia.”
Escrito en Tuxtla es todo un viaje. Oliva cita numerosos lugares que ha visitado, pero desde el sillón giratorio que tiene en su casa de Tuxtla, que deja ver un bosque y el emblemático Cerro de las Siete Estrellas. Mucho tiene de surrealista, no tanto de Breton como de Éluard. Se pueden apreciar numerosos encabalgamientos a manera de metamorfosis, así como la influencia de Apollinaire. De hecho, pareciera que en este libro Oliva quiere recuperar las primeras lecturas de su juventud: la Ilíada, la Odisea, Juvenal, Dante, Catulo, el Arcipreste de Hita y Gonzalo de Berceo, por citar solo algunas, aunque él mismo ha afirmado que se considera un poeta de retaguardia antes que de vanguardia. A través de estos autores, Oliva realiza su labor poética con subjetividad, incertidumbre y desasosiego desde la total limpidez, con un formidable poder para trastocar las imágenes —imágenes como frutos de la perseverancia, no de la epifanía.
En definitiva, nos encontramos ante un desdoblamiento en muchos yos, creencias, mitos, pensamientos tan medievales y esotéricos como metafísicos y materialistas, “para que me escuchen mis familiares y amigos cuando me incorporo sin pasado terrestre”. Entre estos desdoblamientos cito estos versos: “¿Dónde estarán los asesinos esta noche?/ ¿Vendrán a sentarse en la orilla de mi cama?/ ¿Me darán de comer? ¿Sabrán lo que me gusta?” No cabe duda de Óscar Oliva vuelve a entregar una muestra de su oficio a todos sus lectores, aunque confiese de pronto: “dejo de canturrear para volver a las necesidades básicas, a las exigencias de la vida cotidiana, al arte de dormir de rodillas”.
Carmen Nozal / España, 1964. Ha publicado catorce libros en diversos géneros (poesía, narrativa, teatro y cine), y recibido varios premios nacionales e internacionales. Reside en México desde hace décadas. Su Poesía reunida fue publicada en 2021 y recopila dos décadas de trabajo lírico.