tan cerca el árbol tan veloz la tierra
| InéditosSacrificio
Vivía hacia adentro
entregada al rumor de la sangre.
Su voluntad agitaba las aguas
que en un instante eran otras
como si el mundo ocurriera entre las raíces
donde una tarde me abandonó.
Su corazón daba un vuelco al crujir de una rama
(así fue mi regreso, un sonido quebrado por la mitad).
Se deshacía de todo
aunque amaba cualquier gesto inútil
a veces, mi mano, donde guardó una caricia
el pasadizo para que algunos pudieran tocarla.
Renunció a abrir la puerta
cualquiera fuese el dolor o el gozo.
Desistió de sí misma
sin importarle la destrucción.
Elogio de mi pe(o)rversión
Esta que pide que la Tierra pare en seco
que el Sol reviente en supernova
y que el imbécil que la intercambió por otra
(más digna de)
hoy se atragante con la espina de una trucha
ésta que quiere envenenar a las palomas
soy
la peorversión de mis versiones
única forma de salvar lo que se pueda
aunque después nadie me invite a su banquete
porque escupí en la perfección del día.
Tal vez por eso se inflamó mi lengua.
Tal vez por eso se inflamaron mis rodillas.
Tal vez por eso se inflamó mi corazón
y las palabras se me fueron al vacío
despedazadas y concisas
lejos de toda poesía en las entrañas.
Tal vez por eso aquí me ves
mamá
frente al espejo
torturando mis amígdalas
desmenuzándome los senos
siendo raíz bajo el pantano
tramo de cuerpo que se abisma en la punzada.
Tienes razón, no meditaba ni dormía.
Estaba rota
tragada por el terror
deseosa de ponerte la moneda bajo la lengua
para dejar que al fin se vayan las versiones que hemos sido
nuestra fugaz capacidad de perdurar.
Tal vez por eso te lanzaste desde el puente
tal vez por eso se quebró tu cavidad de nido
y aquí me ves
luego de tantas madrugadas
también deseosa de saltar.
Ya casi lista.
Geología de la fuga
Vencida por el silencio
me convertí en el ansioso animal
que no supo asentar la cabeza.
Fui la fractura que de todo me apartaba
perdí el instinto de raíz
la percepción extraocular de los erizos
cada papila filiforme de mi especie.
Arco de hielo degradado
caí al mar
en esta absurda pretensión de hundirme
pero las rocas sostuvieron mis fragmentos
y un viento de otra latitud me transformó el relieve.
A veces quiero recobrar mi condición de pluma.
Tendré que huir sin que lo sepa la marea
porque es difícil reanudar lo simple
hervir el agua
abrir la puerta
recostarse.
Haré el intento
aunque ya sé que es imposible regresar.
Dasein (con licencia poética)
¿Y qué es esta mierda en que estoy downlodeada?
Me descubro y no sé
salvo el hecho de estar
hoy
aquí
como piedra lanzada a una fosa.
De repente no importa el poema
ni si a alguien le importa
ni si acaso (por suerte u oficio) resulta perfecto.
Me preocupan las manchas que veo al cerrar los ojos.
A todos nos pasa
¿o es que sólo yo veo estos puntos azules con lila en la oscuridad?
Da lo mismo el color (cada uno ve lo suyo).
Pero esto en que estoy downlodeada
es el vaso que me contiene
un cristal que se va a romper en cualquier momento.
Ya no importa el poema sino la existencia.
Y de eso tenemos todos
como todos tenemos el cuerpo, el dolor
y también la dicha.
De repente, las formas son nada
está bien
si me voy a morir como ustedes (cabrones)
sean genios, poetas
o miembros de la Academia de Cualquier Cosa
porque traga el monte
y tal vez eso sea lo único necesario.
Y posible.
Vértigo
Mi especialista me aconseja
ser la Venus de Tiziano
mientras me mira sobre un lienzo que no existe.
Que no me deje desplomar, dice, en mi duda
que si algún día…
(esa es la parte que no escucho)
sus ojos tocan mi zumbido
sus gestos silban en mi frágil caracol
entre los huesos que desbordan el canal del laberinto.
Ruedo hasta el piso en un millón de ruidos verdes
clavo las uñas en mi piel
consigo anclar.
Fragmento apócrifo del diario de Ikuko
Amé a Kimura-san
no vi su rostro
ni comprendí las sílabas perfectas de su nombre
pero una voz lo multiplica en la bañera
cuando los muros se deslizan y no puedo despertar.
Amé a Kimura-san en un hotel
lo amé en un triste callejón
y contra el muro florecido de otro barrio
mientras él iba de una amante a otra
en el silencio
en la piedad de la mentira.
Contuve el grito pero no la sed
y probé el mar
un corredor de aguas abiertas
donde fui sombra en los cimientos de la luz
roce invisible
llama
indicio.
Derrota
Casi al extremo de sus vértebras
con la violenta extenuación del tigre
mi amante sube la montaña
memoriza líneas interminables
hurga al final de sus recuerdos lo que el día aniquiló
tan cerca el árbol
tan veloz la tierra
no encuentra rama donde asirse
y cae herido por el curso de esta historia.
Bestia, perro, amor mío
no tengo un nombre que lo abarque
salvo el que vaya a interpretar mañana.
Viene por mí cuando hay tormenta
su rastro, entonces, olerá como los charcos
mis huellas serán lavadas
podré ocultarme en las columnas
cuando arranque la función
y su mujer lo aclame
tan firme el suelo
tan frágiles los muros
no encuentro viga dónde asirme y caigo herida en mi papel
tras el telón.

Marialuz Albuja Bayas / Quito, Ecuador, 1972. Poeta y novelista. Magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los libros de poesía Las naranjas y el mar (1997), Llevo de la luna un rayo (1999), Paisaje de sal (2004), La pendiente imposible 2008) y Detrás de la brisa (2013). En novela ha publicado En caso emergencia (no) rompa el vidrio (2017) y Maura (2018). En 2017, la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras le otorgó el premio Dámaso Alonso en la categoría Creación Literaria. Obtuvo el premio Proyectos Literarios Nacionales, otorgado por el Ministerio de Cultura del Ecuador en 2008 y, en 2012, la mención de honor del premio César Dávila Andrade de poesía. Sus dos novelas ganaron el premio Darío Guevara Mayorga a la mejor obra publicada en su categoría (2017 y 2019).