septiembre 2018 / Ensayos
4 septiembre, 2018

Apuntes

de Daniel Freidemberg | Ensayos

Imagen de Albert E. Wikinson, 1915

¿Cambiar la sociedad? No es tarea nuestra, no al menos cuando escribimos poesía o reflexionamos sobre ella. Ni siquiera incidir en la sociedad: se trata de mantener abiertas algunas potencias de vida, para que quienes quieran acercarse a la realidad abierta ahí, puedan hacerlo. Aunque a veces, hasta cierto punto, incidamos en la medida en que incide la poesía, más bien como efecto colateral. Nadie sabe qué puede ocurrir con las potencias de vida que se abren. No inmediatamente, no como algo que pueda medirse ni determinarse. Se escribe o se lee poesía para que algo pase que no sabemos qué es, y acaso nunca lleguemos a saberlo.

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Una vida menos limitada. A eso aspiramos en el encuentro con la poesía. Una vida en la que, al ya no saber bien quiénes somos o qué sabemos, se abran posibilidades. Eso: apertura de posibilidades, puesta en acto de posibilidades que no entraban en la cuenta. Advertir que nuestra inteligencia, sensibilidad o imaginación da para bastante más de lo que suponíamos.

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¿Toda la poesía? Sí y no. Pienso, cuando se dibuja en mi mente esa palabra, “poesía”, en “algo” que hizo, cuando empecé a ir hacia la poesía, que me resultase necesaria. Y que, aun con los replanteos que produce el tiempo, sigue llevándome a leer poesía y a escribirla. ¿No son poesía, entonces, las producciones que vienen así rotuladas y que muy poco tienen que ver con “eso” —potencias de vida, apertura de posibilidades, reverberación de sentido—, con eso que hace que la lectura y la escritura me resulten necesarias? No sé. ¿Por qué tendría que ser yo quien establece a qué cosas puede dárseles ese nombre y a cuáles no? ¿Es el nombre lo que importa? Sospecho, sin embargo, que al llamar “poesía” a esas producciones, algo de “eso” se les pide, y hasta que algo de “eso” vamos a encontrar en ellas, por el solo acto de pedírselo. Sería el acto de pedirles poesía, en esos casos, lo que hace de algún modo poéticas a tales producciones, como quien les presta por un rato un aura que hace posible disfrutarlas.

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No se trata de que la poesía me revele algo, me ilumine, me esclarezca, aunque muchas veces lo haga, de modos en que solamente la poesía puede hacerlo. A lo que uno va cuando va a la poesía es al placer (y el esfuerzo, y el juego) de ejercer sus mejores capacidades, de vivirse de otra manera a sí mismo.

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Contra la anestesia: es todo.

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Una película, una novela, un poema, no te dicen “las cosas son así”. Te dicen “¿qué pasaría si las cosas fueran así?”

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Todo el tiempo, hasta donde se pueda, empezar a ver todo de nuevo. ¿También aquello que ya conocíamos y que valoramos? También, y especialmente. ¿No es precisamente eso, lo conocido y valorado, lo que más se presta a ser visto de nuevo o lo pide para que no se reseque, de tan manoseada, su relación con nosotros?

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No es tanto porque te muestre cómo son o cómo pueden ser las cosas que la poesía te enseña algo, sino porque te da los instrumentos para que puedas ver lo que no veías, o te entrena en el ejercicio de capacidades que no sabías que tenés.

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Contacto físico con la materia verbal, o sensorial. Está bien, sí: algo siempre “dicen”, según lo que se entienda por “decir”, los escritos que llamamos “poemas”. Algo que tiene que ver con la significación transmiten, y no solo poemas “comprensibles” como los de Brecht o Pacheco, sino incluso, a su modo, los de En la masmédula. Pero no puedo dejar de fijarme en “eso” del orden de la sensación que a uno le ocurre al leer, como a Neruda le ocurre con la palabra “orégano”, a Tuñón con “Turkestán” o a mí con “Yunta oscura trotando en la noche”: es obvio que está también jugando el sentido en ese verso de “El pescante”; que, en buena medida, al sentido —oscuridad, movimiento, avance— lo produce el talento de Homero Manzi para disponer las vocales, las consonantes, los acentos. Pero eso que en alguna parte del oído mental se estremece cuando le van llegando, plenas de materialidad, según su propia respiración, las ues y las oes, las enes, las tes, las erres, vale por sí mismo, como valen el acto de acariciar una piel, el de percibir el aroma del café recién hecho o el del repentino golpe que da Thelonious Monk en la tecla.

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Poesía: una experiencia de vivir la palabra. No usarla: vivirla.

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Taller: tratar de encontrar palabras con fuerza, con presencia, con vida. “Palabras con vida”: hablo de sonido y sentido, o de ese latir o esa vibración en que al sonido y el sentido no hay cómo separarlos porque son lo mismo. Como sea, la palabra es algo que está ahí, palpitando, tan ajena como propia, tan íntima como inconquistable.

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Cuando digo “un autor” (o “un poeta”), no hablo de una persona. Me refiero a una poética, una escritura, una “personalidad” implícita en los modos en que en un texto se relacionan entre sí las palabras, y en los modos en que los textos se relacionan con uno. Hay una “personalidad” en los textos de Carlos Drummond de Andrade y otra en los de René Char, una en los de Alberto Girri y otra en los de Ernesto Cardenal, una en los de Szymborska y otra en los de Cage o Fogwill, una en los de Eduardo Espina y otra en los de Fina García Marruz, una en los de Denise Levertov y otra en los de Rilke, una en los de Diana Bellessi y otra en los de Ramón López Velarde, una en los de san Juan de la Cruz y otra en los de Auden, una en los de Raúl Zurita y otra en los de César Mermet… Tono, actitud, modos de producir significación, obsesiones, manías, léxico, maneras de situarse ante el mundo: “autor”. Y César Vallejo, muy especialmente, y Wallace Stevens, y Francisco de Quevedo. Algo que cada autor, y solamente ese autor, puede dar. No la persona: no hay autor o poeta que pueda o sepa más que su escritura.

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Pound: pocas artes de la poesía, o ninguna, me resultan más consistentes y convincentes. Pero si me quedo en lo que le reclama Pound no puedo leer a Lezama Lima ni a Bustriazo Ortiz. Ni a Péret, ni a Ben Lerner, ni a Leónidas Lamborghini. Leo a Sor Juana porque me da lo que Pessoa no puede darme; a Pessoa por lo que no puede darme Madariaga; a Madariaga por lo que no encuentro en Montale; a Milán en busca de “eso” que sus poemas, no los de Montale, me dan o me reclaman. Siempre nos falta algo en lo que hallamos y no hay, por eso, autor que no sea irreemplazable (no todos en el mismo grado, claro). ¿Será por eso, porque siempre algo nos falta, que uno escribe?

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No me pregunto si esto es poesía o no, me fijo qué me pasa con lo que leo. Y después, o al mismo tiempo, cómo podría leerlo. Estar disponible, ver cómo son las cosas en vez de ver cómo se ajustan a un credo, una ideología, una concepción, una estética. Pero estar disponible, si por eso se entiende estar virgen de espíritu, es imposible. Se trata de buscar una imposible apertura o disposición, de tender a alcanzarla.

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¿Leemos poemas (en el sentido de disfrutarlos, de vivirlos) o nos fijamos si merecen aprobarse o no? Cuando nos descubrimos valorando un poema o un libro de poesía porque reafirma una poética, esa que uno prefiere. O, peor, porque se opone a otras poéticas. Perdónanos, Señor, ya en esa necedad tenemos nuestro castigo, en la privación de aquello que nos prohibimos vivir.

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Cada texto es singular, cada experiencia de lectura es única e incomparable, o debería serlo. Se lee siempre por primera vez, aunque es imposible hacerlo, aun cuando se lee por primera vez.


Daniel Freidemberg / Resistencia, Argentina, 1945. Poeta, crítico literario y ensayista. Entre otros libros de poemas, ha publicado Blues del que vuelve solo a casa (1973), Diario en la crisis (1986), Lo espeso real (1996), En la resaca (2007), Sonidos de una fiesta ajena (2012), Abril (2016), Días después del diluvio (2018), Arte dificultosa (2020) y Un hilo naranja (2021). Co-fundó la revista Diario de Poesía en 1986 e integró su Consejo de Dirección hasta 2005. En 2014 recibió el Premio La Rosa de Cobre a la trayectoria poética, otorgado por la Biblioteca Nacional de la Argentina.


Autores

Daniel Freidemberg

/ Resistencia, Argentina, 1945. Poeta, crítico literario y ensayista. Entre otros libros de poemas, ha publicado Blues del que vuelve solo a casa (1973), Diario en la crisis (1986), Lo espeso real (1996), En la resaca (2007), Sonidos de una fiesta ajena (2012), Abril (2016), Días después del diluvio (2018), Arte dificultosa (2020) y Un hilo naranja (2021). Co-fundó la revista Diario de Poesía en 1986 e integró su Consejo de Dirección hasta 2005. En 2014 recibió el Premio La Rosa de Cobre a la trayectoria poética, otorgado por la Biblioteca Nacional de la Argentina.

Gabriela Wiener

/ Lima, Perú, 1975. Es cronista, poeta y periodista afincada en España desde 2003. Es autora de los libros Llamada perdidaSexografíasNueve LunasMozart, la iguana con priapismo y otras historias, y del libro de poemas Ejercicios para el endurecimiento del espíritu. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano y al francés.

Ingrid Solana

/ Oaxaca, 1980. Escritora y doctora en Letras por la UNAM. Su libro más reciente es Notas inauditas, publicado por la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM en 2019.

Margarita León

/ Santiago de Anaya, Hidalgo, 1983. Poeta bilingüe otomí/hñähñu-español y traductora. Ha publicado poesía en diversas antologías, revistas y suplementos culturales de México y el extranjero. En 2019 publicó su libro Ya Bꞌospi. Cenizas. Aproximaciones al otomí, libro de poesía bilingüe (hñähñu-español). En 2020 publicó, también de forma bilingüe, Feni 1990 / Memoria 1990. En 2022 publicó Ya pa otho ya xudi [El tiempo sin sombra] y Ya majuäni ya ñähñu [Aforismos otomíes]. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al griego, al francés y al bengalí. Forma parte del cuerpo docente del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural e Interculturalidad PUIC-UNAM, donde imparte el tema “Mujeres indígenas” de la materia optativa transversal “México, nación multicultural”. Actualmente pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA).

Hiba Abu Nada

(1991-2023) Poeta, cuentista y novelista. Nació el 24 de junio del 1991 en una familia de refugiados originarios de la aldea de Bayt Yirya, arrasada por las tropas israelíes durante la Nakba de 1948. Publicó su primera novela, El oxígeno no es para los muertos, en los Emiratos Árabes en 2017. Murió durante un bombardeo israelí, junto a su familia, el 20 de octubre del 2023 en su casa de Jan Yunis, ciudad al sur de la Franja.

Ann Lauterbach

/ Nueva York, Estados Unidos, 1942. Poeta. Autora de numerosos poemarios, entre ellos Door (2023), Under the Sign (2013) y Or to Begin Again (2009), este último nominado al National Book Award. Ha recibido algunos de los premios más importantes de los Estados Unidos, así como prestigiosas becas de diversas fundaciones: la MacArthur, la Guggenheim, la Ingram Merrill y la Fundación para las Artes del Estado de Nueva York.

Jan de Jager

/ Buenos Aires, Argentina, 1959. Poeta y traductor. Autor de múltiples libros de poesía, entre ellos Trío (1997), Juego de copias (2002), Noticias del setenta y cinco (2009) y Let u maar niet op de rommel (2010).

Evodio Escalante

/ Durango, Durango, 1946. Ensayista, poeta, traductor, antólogo y crítico literario. Sus libros más recientes son ¡Viva el mole de guajolote! Nuevos asedios al estridentismo (2023) y José Gaos, traductor de poesía (2023). Recibió el Premio de Poesía Iberoamericana Ramón López Velarde en 2009 por sus contribuciones al conocimiento de la obra del poeta zacatecano. Entre sus libros de poesía se encuentran Crápula (2013) y Salmos sueltos (2022). Actualmente trabaja en una traducción de los Cuatro cuartetos de T. S. Eliot.

Eduardo Padilla

/ Vancouver, Canadá, 1976. Poeta y artista visual y sonoro. Es autor de Zimbabwe (2007), Minoica (escrito en colaboración con Ángel Ortuño, 2008), Mausoleo y áreas colindantes (2012), Blitz (2013), Un gran accidente (2017), Hotel Hastings (2019) y la antología Paladines de la Auto-Asfixia Erótica (2016). Su libro más reciente es Zwicky (2021). En cine ha escrito Gizmo con Everardo Felipe, así como Lalo y Luquin van a La Baja y Los ahorcados con Jorge Curioca.

Robin Myers

Nueva York, Estados Unidos, 1987. Poeta, traductora y ensayista. Su obra poética ha sido traducida enteramente al español y publicada en México, España y Argentina en los volúmenes titulados Amalgama (2016), Lo demás (2016), Tener (2017) y Poquita fe (2023).

Irasema Fernández

/ Ciudad de México, 1990. Escritora, artista visual y activista. Como artista intermedial, trabaja en la intersección de la escritura y las artes visuales, explorando la interacción entre la palabra y el objeto. Su obra investiga la dualidad de lo personal y lo colectivo, lo interno y lo externo, lo privado y lo público. A raíz de recientes crímenes de género en México que provocaron protestas masivas en 2018, colaboró con otros activistas para exigir información, prevención y reparación por los delitos sexuales cometidos por policías contra mujeres, personas trans y no binarias. Esto evolucionó en una serie continua de intervenciones callejeras que invitan al debate sobre la violencia de género, el abuso sexual, el abuso policial, el machismo y los estándares de belleza impuestos a cuerpos no hegemónicos. Además, está trabajando en y curando el archivo de secretos personales y colectivos titulado "Aunque no sean legibles, todos los secretos tienen transparencias".

Josely Vianna Baptista

Curitiba, Brasil, 1957. Poeta y traductora de literatura hispanoamericana y amerindia. Autora de Ar (1991), Corpografia (1992), Os poros flóridos (2002), Terra sem mal (2005), Sol sobre nuvens (2007), Roça barroca (2011) y Fábula: na tela rútila das pálpebras (2021), entre otros. Sus libros han sido publicados en México, Suecia, Argentina, Perú y Estados Unidos. Su trabajo está representado en The Oxford Book of Latin American Poetry. Tradujo el Popol Vuh maya-quiché y los cantos mbyá-guaraní del Ayvu Rapyta, y a autores como Roa Bastos, Lezama Lima, Borges, Onetti, Arguedas, Cortázar y Cabrera Infante, con más de una centena de títulos publicados. Los poemas aquí contenidos forman parte de Nada está fora do lugar. Poema arborescente (2017).

Eliane Potiguara

Río de Janeiro, Brasil, 1950. Escritora, poeta, activista, profesora, emprendedora social de origen étnico potiguara. Recibió en diciembre de 2021 el título de doctora honoris causa por parte del Consejo Universitario (Consuni) de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). Los poemas aquí contenidos pertenecen a su libro O vento espalha minha voz originária (2023).

Marcos Siscar

Borborema, Brasil, 1964. Poeta, traductor y ensayista. Profesor de la Universidad Estatal de Campinas. Entre sus libros se destacan: O roubo do silêncio (2006), Interior via satélite (2010), Manual de flutuação para amadores (2015), Isto não é um documentário (2019), Poesia e crise (2010, finalista del premio Jabuti) y De volta ao fim (2016, ganador del premio Jabuti). Ha traducido a Tristan Corbière, Félix Fénéon, Jacques Roubaud, Michel Deguy y Samuel Beckett, entre otros. Los poemas contenidos aquí pertenecen a O roubo do silêncio (2004).

Lívia Lemos Duarte

Niterói, Brasil, 1981. Poeta y profesora, graduada en Letras con estudios de maestría en Ciencia de la Literatura y en Filología Hispánica. Es autora de los libros de poesía Ir, embora (2023) y Anfíbios (2021). Los poemas contenidos aquí pertenecen a Ir, embora (2023).

Miriam Alves

São Paulo, Brasil, 1952. Figura destacada en el panorama de la literatura afro-brasileña, tiene poemas, cuentos y ensayos publicados en Estados Unidos, Inglaterra y otros países. Es autora de las novelas Bará na trilha do vento (2015) y Mareia (2019), y del ensayo BrasilAfro autorrevelado (2010). Además de escritora, es asistente social y profesora. Los textos aquí contenidos pertenecen a sus Poemas reunidos (2022).

Paulo Ferraz

Rondonópolis, Brasil, 1974. Autor de los libros Constatação do óbvio (1999), Evidências pedestres (2007), De novo nada (2007,¡Premio Bravo! Prime de Cultura al mejor libro del año) y Vícios de imanência (2019, semifinalista del Premio Océanos 2019). Antologador del libro Roteiro da poesia brasileira: anos 90. Traduce a poetas mexicanos contemporáneos, como Abigael Bohórquez, Jorge Fernández Granados, José Javier Villarreal, Luis Aguilar y Luis Armenta Malpica. Licenciado en Derecho e Historia y cursa un doctorado en Teoría Literaria y Literatura Comparada por la Universidad de São Paulo. Los poemas contenidos aquí pertenecen a Vícios de imanência.

Uthman Hussein

(1963) Poeta. Nació en la ciudad de Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Fundó la Asociación Ashtar para la Cultura y las Artes y dirigió su revista literaria. Entre sus poemarios se encuentran Rafah: Abecedario, distancia y memoria (junto con Jalid Yum’a, 1992) y El guardia de la víctima (2023).

Shadi Rohana

Haifa, Palestina, 1985. Profesor de Lengua y Literatura Árabes y de Traducción Literaria en el Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México. Es traductor al árabe de Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco (Palestina, 2016) y de Volverse Palestina de Lina Meruane (El Cairo, 2020).

septiembre 2018