Como una oscilación colérica del mar

 
II
 
Nunca dijo mi madre por qué me abrió la puerta, pero me dio la vida como un árbol da sus frutos a las hambrientas mandíbulas del ocio. —¿Por qué me diste al mundo?—. La vida es una flor enferma de peste, y en el canto somos la duración de su agonía.
 
 
 
III
 
A mi madre la habitan dos mujeres. Una de ellas, la del vientre de vaca, me dio a luz para consumar su fieramorío. La otra, la de dolores de cabeza, sigue soñando su parto en algún bosque: en la escena, escurre por sus muslos el caucho de mi vida.
 
 
 
IV
 
Nací el siete de junio que agotó a mi madre. Ella me dio a luz siendo tan oscuro: si en algún momento fui luminoso, fue cuando resbalé por sus aguas, como azogue entre la sangre.
 
 
 
V
 
En movimiento, como una oscilación colérica del mar o una bestia, a trote, abierta en sus costados, vi a distancia la figura de mi padre. Fui, en ese momento de sus ojos, un pueblo huyendo de su izada cornamenta —la Pamplona que jamás abandonó mi madre.
 
 
 
VII
 
El crimen de mi madre no fue su amor por el mar, tampoco la masturbación previa a su gemir clandestino. Su crimen fue traerme al matadero (entregarme al tábano que perturba la casa de los toros).
 
 
 
VIII
 
Como pesa la carne en el hueso fracturado, pesan en mí los frecuentes luzoscuros. —Miré venir a mi padre, vuelto el toro de su ira. Preví su golpe en mi frente y una luz en la mirada me apagó por completo. Quedé solo, hasta la orilla que soy en la nostalgia. No sentí el golpe de su puño: fue su abatimiento lo que vino a romperme la cabeza.
 
 
 
XI
 
Mi padre sembró un rosal. Y creció el rosal con el tiempo, como un laberinto de tumores en la espalda de mi madre. —Ella nombró las rosas con mi nombre—. Al volver mi padre, fauces oscuras, dientes sucios, cortó lo que nunca vio crecer en los surcos de su carne.
 
 
 
* Poemas pertenecientes al libro Canción de la tijera en el ovillo, publicado por Ícaro Ediciones.