Le soleil rayonnait sur cette pourriture,
Comme afin de la cuire à point
—Baudelaire, “Una carroña”
1
Estigma: errar, pero sin derrotero
—hasta que nos alcance la anquilosis
en la marisma nómada
un símil de la sal
la canícula con su punzocortada
como sangrando oxígeno por cimentar fantasmas
a manera de monzones sedentarios
además, la mente es humus
y al caer la oscuridad son cada vez más yermos
como se ve, el dolor les daba levadura
y por eso han decidido el desarraigo
pero se figuran aves entre bosques invisibles
como alimento inútil
como oasis de aflicción
despojo en movimiento
por la boa de la vida
fila india sucesiva por lo estéril
—¿cuántos somos —contemos—, cuántos éramos al sol cuando salimos?
se exuda barro así, asociando sensaciones
hay aullidos de vacío en la cabeza
del sol que los soasa
y en recuerdo colectivo de unos cuantos
así que no se piensa, pero a la vez se es visto en el gran angular de los buitres
se vuelven cosas que el sol descose
cántaros de sesos secos que acarrean alacranes
por el imperativo de ser indivisibles
como resto forestal en el siniestro
están pescando el resplandor con red
—¿es mi cuerpo o el tuyo que al crepúsculo se acuesta, predispuesto, sobre piedras?
estos cuerpos son así, cuando uno los recuerda sin su consecuencia abstracta:
cuerpos vueltos gas en gaza, triturados en el tíbet o imposibles de datar en su ceniza morse
pero acaso se revelen cuando el “alma” combustione por completo
calavera del que, ahora, llora arena del desierto de sonora
“soledad”, dirá su autopsia.
2
The body is the great poem.
—Wallace Stevens
Una parte importante del enigma ya no está. Solo queda claro el río: mazas en las nucas, ecos, bolsas negras en las bocas. Patadas en los coxis de estos cuerpos infinitos encogidos en un quantum. Porque el cuerpo que asesina ejecuta en otro cuerpo el suplicio de la réplica.
—Un informe oficial nunca debe contener cuarenta y tres familias con fantasmas.
La materia es la mentira: cuando un cuerpo ya no está ¿de qué puede ser objeto? ¿Tendrá significado? Y si expira en el intento, ¿emigrará por gramos? ¿En la ceniza hay signo o desajuste del sujeto? Cada cuerpo, confundido, después se descompuso de su cúmulo solar, supones. Tras un koan de dolor alcanzó el conocimiento y expresó lo que no supo que sabía.
—Tenemos que encontrarlos: si sepultas el vacío modificas el espacio.
Esa suma de biomasa camino de metano. Tiras de cuero que, cosidas otra vez, son hígado, mandíbula y escroto. Y si nadie acude a ver lo que la llama asedia, la hez de las mazmorras, ¿son reales? ¿Animal perecedero? Cráteres de un solo grito en abierto efecto doppler, ya en lo opaco del impacto cuando caen y se desnucan.
(Cuerpo, m.: el conjunto de las cosas —a veces de personas— que se calcina, o casi)
Se reconstruye el hecho, pero los cuerpos nunca. Y a los cuerpos redimidos se les pide responder, pero no hay nadie.
—Serán ceniza, pero tendrán sentido a partir de este poema.
Polvo antes y después cerrando un ciclo de lo que por intervalos tuvo cuerpo.
Polvo en suspensión.
Disperso.
Autor
León Félix Batista
/ Santo Domingo, República Dominicana, 1964. Poeta, ensayista y traductor. Es autor, entre otros, de los poemarios Pseudolibro, Música ósea, Delirium semen, El hedor de lo real en la nariz imaginaria y Próximo pasado. Su obra ha merecido diversos premios, entre ellos el Casa de Teatro, el Emilio Prud'Homme y el de la Universidad Central del Este.