marzo 2020 / Inéditos

Sonetos en cuarentena

Convocamos a varios poetas a escribir sonetos que incluyeran el endecasílabo “Y así se pasa el tiempo en cuarentena”, para tener diferentes lecturas de la crisis mundial del coronavirus y sus efectos en la sociedad. Recibimos sonetos desde México, Estados Unidos y España que tematizan el privilegio de la cuarentena, pero también la ansiedad que produce; sonetos diversos, asimismo, en su manera de acercarse a esa forma clásica y reinventarla (o incubarla).

—La redacción



 

Óscar de Pablo
(México, 1979)

Y así se pasa el tiempo en cuarentena:
lento como una gota de melaza
o el presente infinito que no pasa,
como el instante previo a entrar a escena.

Mas es una impresión errada y crasa
que la mente obnubila y encadena.
Y en esta ociosidad vale la pena
pensar cómo la mente el tiempo traza:

Lo humanidad coloca con maestría
de acuerdo a una infinita gradación
lo que habrá, lo que hay y lo que había:

¿Qué es el futuro sino la impresión
del sentido en que aumenta la entropía,
subiendo por la cuarta dimensión?

*

¡Proletarixs de todos los países,
distanciaos! Hoy esa es la consigna.
Pero lograr una distancia digna
exige unirse a otrxs infelices.

De balcón a balcón si es necesario,
y luchar por licencias compensadas,
cabal acceso a clínicas privadas
e itacates en cada vecindario.

De lejos, pero reales, los abrazos;
quietos, pero sintiendo la cadena:
que nos ciñe las piernas y los brazos,

con la cabeza y la barriga llena,
como exige la vida en estos casos.
Y así se pasa el tiempo en cuarentena.

 

Julia Santibáñez
(México, 1967)

De pena en pena voy

Leo en Twitter a una serena Azucena
que reparte consejos por docena
para mejor vivir esta condena
de encerrarnos una doble quincena.

Para evitar al virus que envenena,
tuiteros huyen de toda verbena
y están los que provocan pena ajena,
los de aquel “me la pela esta faena”.

Un par sacan provecho de la escena,
en tanto una de alma nazarena
ruega que Dios la salve por ser buena.

Ya sé, la red social me desordena,
me obsesiona, en la locura me entrena,
Y así se pasa el tiempo en cuarentena.
 

El virus y el #8m

«Esta casa es una cooperativa»,
le dije apenas al tipo del censo,
«somos lesbianas en lucha activa».
Me asqueaban sus ojos de macho y menso.

«Fuimos a la marcha definitiva,
¡la que a tu género puso hipertenso!».
Su estupidez era superlativa,
lo despedí con un portazo intenso.

Ya ahora que lo pienso fue su culpa.
Desde ahí comenzó esta cantilena,
ser pernicioso le viene en la pulpa.

Y así se pasa el tiempo en cuarentena.
boceteando la historia que lo inculpa.
El cabrón se merece una gangrena.

 

Ben Clark
(España, 1984)

Aproveche la #Cuarentena para escribir

En Twitter se comenta el fin del mundo
y mientras tanto yo voy a lo mío:
escribo un poco, leo y desafío
esta hora; este minuto; este segundo

lento que ya contagia, nauseabundo,
el siguiente con tedio y con el frío
peso de no llenar este vacío
con palabras. Podría ser fecundo

si no estuviera atento a las noticias
o a las redes sociales ponzoñosas
que inundan el teléfono, que llenan

mi cabeza, que duelen, que desquician
(y no puedo escribir sobre estas cosas).
(Y así se pasa el tiempo en cuarentena.)

 

Maricela Guerrero
(México, 1977)

Soneto de conservación en tiempos de coronavirus

No es la sensibilidad fiel constancia
en varón, blanco, alto mando, doctorado;
que al aclararle: “cuidado en urgencia
de personas”, se crispa y da el zarpazo.

Cacique es, cuidar ganancia y centavo
para un ente imaginario que lo premia:
es oficio de leal cancerbero bravo
que no supo del cuidado y la armonía.

¿Qué se le hace en estos tiempos de virus
contagiosos, con caciques cancerberos
que no entienden del cuidado y la alacena?

Conservar chamba y salud como avestruz
de zarpazos y contagios, para al fin deciros:
que así se pasa en tiempo en cuarentena.

 

Pedro Poitevin
(Alemania, 1973)

Escribes una línea y –¡no!– la tachas.
Caminas de la sala a la cocina.
Ves que también el horno desatina:
¡mira qué negritud de remolachas!

Sin ceremonia alguna, las despachas.
Y espías un momento a la vecina,
quien tú sospechas piensa en ti, ¡imagina!
El erotismo añeja y te emborrachas.

Regresas a la sala, un esqueleto,
y piensas un buen rato en tu alacena.
Cada frasco en su sitio, oscuro, quieto:

vinagre, aceite, vino, miel, avena.
Intentas otra línea en un soneto.
Y así se pasa el tiempo en cuarentena.

 

Rodrigo Flores Sánchez
(México, 1977)

Pánico me provoca la saliva
que viaja de tus labios a los míos
y que transporta virus y una amiba
a mi salud ya negra por tus bríos.

Si te acaricio, temo que prescriba
el mundo con sus montes y sus ríos.
Apártate de mí, ¿no ves la criba?
Ya brillan los espacios más vacíos.

Hoy coloco a mi puerta esta cadena,
de esta gran epidemia me resguardo,
está llena de latas mi alacena.

Hoy observo tu sombra por la almena,
la primavera oculta días pardos
y así se pasa el tiempo en cuarentena.
 

Otro soneto de lo mismo

Si los ojos me pico en esta escena
y los palurdos cantan “Imagina”,
responsable es el bicho que te mina
y así se pasa el tiempo en cuarentena.

Tan fastidiado estoy de la faena,
de no haber para el mal la medicina,
que un bicho con aureola me conmina
a vivir con euforia tanta pena.

El agua de Venecia me encandila,
el cielo de Pekín se transparenta.
Sin embargo, prefiero en mi pupila

captar la realidad feroz, cruenta,
a esta dulce ilusión que nos apila
en esta habitación tan polvorienta.

 

Paula Abramo
(México, 1980)

Escribo en situación de privilegio
este soneto, pues si afuera el mundo
acosa con su virus furibundo
tanto a los profesores de colegio

como al oficinista y al migrante,
yo permanezco en casa, más tranquila,
chambeando en otro tipo de maquila
igual de enajenada, aunque distante.

Y así se pasa el tiempo en cuarentena:
impropia es la palabra si parcial,
escasa la medida si condena

a miles en el mundo al mismo mal.
Parémosla nosotros, la cadena
de producción, y muerte al capital.

 

Jorge Comensal
(México, 1987)

Y así se pasa el tiempo en cuarentena:
rodeado de papel (mas no de baño,
ni póstumas novelas de Bolaño)
sólo poesía leeré, ¡y de la buena!

Tanta opinión y tuit la mente aliena,
del mundo sin wifi la paz extraño:
ganas me dan de hacerme un ermitaño
y arrancarme del cuerpo esta cadena

que se llama WhatsApp y viraliza
la tesis del complot (mongol) y avisa
que la prima de un médico en Toluca

ya se nos enfermó, ¡y no estaba ruca!
Por eso contra el virus yo sonetos
sugiero compartir, y estarnos quietos.

 

Pedro Pablo Martínez
(México, 1957)

Soneto contingente

a Rosana Martínez

Hoy la tierra, mujer, nos lo reclama:
“no entienden lo que va por lo delante,
anteponen lo urgente a lo importante;
anatema que urde así su trama,
la necedad con que la gente clama
más producción, más plata; no el instante
de vida de verdad, del anhelante
rencor que en cada esquina se derrama.”

Yo leo en el rostro de la gente infame:
“se vale todo lo que no se valga”,
y así se pasa el tiempo en cuarentena;
cuando me reconozca, cuando me ame,
las ganas de llorar por lo que salga…,
mi monacal encierro, mi faena.


marzo 2020