Las presencias microscópicas

lugar

solemnemente declaro
la providencial
república
de mis letras
un pasaje populoso
menguante y su promesa
cuerpo entero en ausencia
me gusta desmembrar las cosas
al quebrado elemento
la rajadura inquieta
y así el ojo
permanece robusto
tras el combate

y si me astillo
más qué decir
de este coro sordo
es solamente
un instante en movimiento
su sincronía con las estrellas
palidece frente al roce
de las presencias microscópicas
y el terror
un cabo suelto
mirándote con deseo
tu inconcluso
en pedazos que celebran
no velarlo todo
y abrazar de cuando en cuando
los restos para ver
si resplandecen

a la jaula

en mis sueños
es un día soleado
en picada umbral a punto
esparzo los granos
y vienen a mí
o más precisamente
es domingo y huelen poderosas
las naranjas divididas en su centro
desgarro la pulpa es hora
las persigo entre los eucaliptos
mientras se buscan ciegas
y tengo a una en los brazos
rítmica agitándose en mi pecho
o más precisamente
espero hacia atrás
la bondad de los días

permutaciones

enumeración de lo tallado
los golpes que retornan al oído diestro
en el disimulo de la memoria
se abrevia el salto
hierve en cada vocal
el pulso uniforme
donde hago la incisión
para poblar el horizonte
la respiración del terreno en mí
y cada trino
germina
viento estival de los míos
que retornan
la espiga me observa en la suma
en la ceguera de los puentes colgantes
en insomnio en llamas
intempestivamente
el ande andante y alegro
el reflejo interminable
la caja insondable del eco
diferida sordera
entramado en los umbrales
en la boca del amanecer
en los círculos
que desmontan mis pasos
por fin en el violáceo reposo
cuando el rumor se detiene
y casi termina el juego
de la catalepsia
otra vez las refundiciones
la sed y las cálidas apariciones
felizmente erradas
de mis pupilas nuevas
de mi carcomido presente
apenas
vestigios
arrasados
de luz