Aprendiz de sirena
aprendí a acomodar el cuerpo
para que a lo lejos
y con la bruma del mar
pareciera atractivo
logré esconder por un tiempo
las garras, los colmillos, los cuernos
enredé las piernas con fuerza
pasé del calambre al dolor
del dolor al entumecimiento
supe modular la voz de tal manera
que atraje de todo:
marineros,
embarcaciones pesqueras,
residuos plásticos,
especies marinas que los científicos habían declarado extintas
habiendo convencido a todo el mundo
comencé a preguntarme
¿para qué canté?
Juzga menos, acepta más
Prohibido juzgar a los plátanos del mercado por su apariencia un poco menos amarilla que la de sus semejantes o por esas formaciones suavecitas que delatan la magulladura de su pasado. Prohibido juzgar a los señores que esgarran en la calle, a las señoras que le dicen a su hija ya estás muy gorda, ten cuidado. A los que se cuelan en la fila. A los que te invitan a salir y luego se desentienden. Prohibido juzgar la cantidad de aire que traen las bolsas de Sabritas o la estrategia nacional para fomentar el turismo y a los trenes que atraviesan las selvas. Prohibido juzgar por su sabor ácido al jamón que lleva más de una semana en el refrigerador. Los orificios en los calcetines ajenos. Los pelos en el jabón. El modo casi gracioso en que tu tía se pinta las cejas y que le deja un gesto de estar enojada para siempre. Pero decir casi gracioso es juzgar, así que prohibido. Prohibido también que una mano se entere de lo que dio la otra. Los chistes son, a fin de cuentas, la puesta en evidencia del absurdo y eso también es una forma de juzgar así que prohibido.
Retiro espiritual
de preferencia había que llorar
después de la confesión
pero no era un requisito
escuchábamos canciones
que nunca pasaban en la radio
“nadie te ama como yo”
decía un cantante a título de dios
dos mil años de culpa
cayendo sobre veinte adolescentes
una aritmética que no admitía divisiones
todos habíamos mentido
algunos habían probado drogas
muchas nos acostábamos con nuestros novios
pero matar a Dios
es un delito que no prescribe
cada pecado que cometes, nos dijeron:
si no quieres estudiar geografía
si miras con lujuria al chico de tercero be
si dices que vas al cine pero vas a una fiesta
si no te duermes temprano
si deslizas la mano debajo de tu ropa
si piensas con deseo en el de tercero be
si mano y deseo caballos desbocados
si inventas escenarios con desesperación
si por tres segundos o cinco
darías un dedo para acortar las distancias entre tu casa y la del de tercero
después ya no, por fortuna
el de tercero lejos
las falanges en su sitio
cada pecado que cometes, dijeron, es una espina
una herida al señor nuestro dios
le llamábamos retiro a esas ocasiones de encierro
breves ensayos del infierno
en que éramos aislados del mundo
escuela del arrepentimiento
entrenamiento de la resignación
fortalecimiento del sosiego
Análisis
“Tomando en cuenta que es usted la soñante”
me dice
como quien ostenta la fotografía
de una evidencia dactilar
ambos sabemos que es mía
la mano que me sujeta el talón
tomando en cuenta que yo soy la soñante
y bailo conmigo
sin poder zafarme
de una coreografía de mi invención
tomando en cuenta mi carácter de espectadora indignada
por el ridículo de la puesta en escena
donde soy primera actriz y personaje secundario
en el teatro que construí
y que sostengo la lata vacía de gasolina
y el fósforo que dejé caer
como quien no quiere la cosa
sobre el telón de terciopelo
que tardé tantísimas noches en costurar.
“tomando en cuenta que es usted la soñante”
repite
como si en mis manos estuviera
la palanca que detiene el mecanismo
Desiré
¿Qué tanto del deseo habita
en la palabra deseo?
Ana Martins Marques
(Trad. Sergio Ernesto Ríos)
Mi madre planeaba otro nombre para mí
no se lo permitieron
Yo iba a ser Desiré
pero una hermana suya le dijo
ese nombre es colocarla demasiado cerca de la carne
peligrosamente próxima al pecado
así que mi madre guardó el nombre y el deseo
los reservó para su siguiente parto
a mí me quedó un nombre extraño que eligió mi abuela
me quedó también la posibilidad del deseo
que no llega a concretarse
la potencia del anhelo.
Gallina cronos
Hay que temer a la gallina que destroza sus huevos
decía mi abuela
era una advertencia sobre lo irreversible de transgredir
la osadía de ir contra natura
no hay más remedio, nos decía
una vez que la catástrofe del pico horadando el cascarón
una vez que la viscosa desobediencia por todos lados.
Ni que le cortes el pico
el cuchillo
la olla con agua hirviendo
como único destino posible para ese animal
No te comerás el fruto de tu vientre, gallina cronos
emplumado ser
en autosustentable solipsismo.

Autor
Lolbé González Arceo
/ Mérida, Yucatán, 1986. Poeta. Maestra en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Yucatán, obtuvo el título de Técnico en Creación Literaria por parte del Centro Estatal de Bellas Artes. Colabora en la revista literaria Tranvía, proyecto del cual surgió la antología de cuento La disolución del cuerpo (2020). Es autora de Quiscalus mexicanus (2022) e integrante del taller de poesía de la revista Grafógrafxs.