febrero 2020 / Ensayos

¿Hacia una primavera española? La poesía de la experiencia al borde de un ataque de nervios

1
¿En qué momento el estereotipo ramplón del poeta macho ibérico (burgués, católico y heterosexual) —y quien, después de haber sobrevivido al yugo del franquismo, aparecía como alguien capaz de renegar de su pasado inmediato, sin saber bien cómo insertarse en el presente—, se vio obligado a tener que convivir con sus pares, las mujeres, quienes trajeron consigo una visión de la realidad tan diferente que usurparon para sí el protagonismo en eso que, con algo de ironía, denomino primavera española?

¿Cómo así, de repente, esa voz perceptible solo como una excepción (María Beneyto, Gloria Fuertes o Ángela Figuera Aymerich) pudo romper con el patrón (y sus secuelas) establecido por la tradicional españolada, asumir el mando y cruzar la línea “de lo rectilíneo, de lo claro, de lo cortado en superficies demasiado evidentes” —diría Ramón Gómez de la Serna—, así como explorar territorios altamente contaminados,1 situados incluso fuera de toda legalidad genérica?2

2
Me mantengo firme en el propósito de ensayar desde las márgenes de los panoramas aglutinadores, mismos que, durante décadas, y no solamente en España, invisibilizaron a la mujer valiéndose de coartadas como la instauración de la categoría poesía femenina (como si las escrituras que la componen —dicho así: en plural— resultaran expresiones circunstanciales de una subpoesía, cuya existencia solo consigue explicarse en la medida en que se le interprete —y disculpe— por tratarse del clamor de una minoría que, después de haber sobrevivido postergada, sale en busca de una reivindicación).

3
En vez de endosarle la factura a internet —chivo expiatorio de todo cuanto nos resulta, si no incómodo, sí lo suficientemente incomprensible—, uno tendría que esa utópica primavera española floreció después de un proceso en el cual intervinieron distintos factores, convirtiéndola en algo posible:

  • El encuentro entre la voz insular de algunas autoras como Olvido García Valdés —ubicada casi como un acápite del “Grupo de Valladolid”—, Chantal Maillard, Luz Pichel, Chus Pato o Blanca Andreu, junto con otras más jóvenes —Eloísa Otero, Julia Castillo, Julieta Valero, Ada Salas, Martha Agudo, Esther Ramón, Olga Muñoz Carrasco, Julia Piera, Yaiza Martínez, Miriam Reyes o Ana Gorría—; ese encuentro, digo, pudo abrir una brecha en el recalcitrante patriarcado editorial, que se mantiene a flote convencido de que “la poesía femenina en España no está a la altura de la otra, de la masculina”.3 Tal apertura fue posible no solo debido a un aspecto estadístico. Hay que considerar, tal como señala Valero, el paso de la norma4 hacia la diversidad, comprendida esta como “la necesidad de asimilar las nuevas estructuras sociales y comunicativas (que han intensificado la posibilidad de intercambio cultural) o como respuesta instintiva al caos de la posmodernidad”.5
  • La naturalización del lenguaje y la lógica establecidos a través del uso del internet, hecho que trajo consigo la atomización de las escrituras, lejos “de aquellas ansiedades de escuela tan relacionadas con el peso tradicional de la academia en el control de los contenidos”.6

4
Solo a través de la interacción constante, y a veces simultánea, de estos factores, algunas escrituras —no la escritura española, asumida como una institución— comenzaron a alejarse de esos añorantes tics tan típicos del casticismo provincialista; consideraron, también, el aporte proveniente de otras disciplinas y lenguas co-oficiales, hasta intentar que la “literatura” empezase a transitar por callejones que antes no pisaba. “La densidad de este presente es otra. La absorción del pasado y la legitimidad de lo nuevo como excedente de toda definición institucional, lo convierten en un tiempo de ruptura”.7 En dicho tiempo convergen propuestas tan disímiles como las de Maite Martí Vallejo, Miriam Reyes, María Salgado, Moritz Fritz, Lola Nieto, Ángela Segovia, Berta García Faet, Su Xiaoxiao o Ruth Llana. Mientras tanto, otras voces en franco proceso involutivo —llámense Irene X o Srta Bebi— se conforman con explorar, como única novedad, el horizonte digital.

 

* El presente texto es un adelanto de País imaginario, la península, que se publicará este año en España.


1Cuando hablo de “contaminación”, me refiero a lo que estas escrituras traen de fuera de la institución literaria, pues, tal como lo señalo en País imaginario. Escrituras y transtextos. Poesía latinoamericana 1980-1992, “hoy hablamos de una escritura que incluso podría surgir dando cuenta de una noticia leída en los periódicos para, luego, presentarse como un puzle, en donde los datos de la tradición literaria son profanados a través de un desmantelamiento transformativo, que Genette denomina literatura en segundo grado y que, conforme se desarrolla, va dejando abandonada en el camino infinidad de categorías tradicionales y modernas, las cuales sirvieron a varias generaciones para provocar preguntas, edificar obras de gran valor histórico. Es decir, la escritura, conforme se desarrolla, se ve nuevamente invadida pero esta vez por una serie de flujos provenientes de los géneros clip, por la explosión de los regímenes lingüísticos, por el paso de la expresión subjetiva al de la programación procesual, manifiesta en las estéticas de las interconexiones contemporáneas”. Ref. País imaginario…, Trifaldi, Madrid, 2018.

2 Constitutivas de lo que se llamó “campo literario”.

3 Dicho así, con estos términos campesinos, por el editor Jesús García Sánchez en https://elcultural.com/Chus-Visor-Dicen-que-los-novelistas-son-vanidosos-pero-hay-cada-poeta?intcmp=HEMSUPL

4 Vicente Luis Mora, “Poesía de la normalidad”, en Singularidades: ética y poética de la literatura española actual, Bartleby, Madrid, 2006.

5 Julieta Valero, “Poesía española actual: de la norma hacia la diversidad”, en https://www.circulobellasartes.com/revistaminerva/articulo.php?id=78

6 Raúl Quinto, “Un panorama imposible de la poesía española del nuevo siglo”, en https://www.avispero.com.mx/blog/articulo/un-panorama-imposible-de-la-poesia-espanola-del-nuevo-siglo

7 Diego L. García, “Autonomía subterránea (o las patadas al payaso)”, en https://transtierrosblog.wordpress.com/2017/07/21/diego-l-garcia-autonomia-subterranea-o-las-patadas-al-payaso/


Autor

Maurizio Medo

/ Lima, Perú, 1965. Poeta, crítico y editor, radica en Arequipa, Perú, desde 2003. Es autor, entre otros, de los libros de poemas Travesía en la calle del silencio (1988), Caos de corazones (1996), Limbo para Sofía (1992), Manicomio (2005) y Cuando el destino dejó de ser víspera (Poesía reunida, 2005-2015). Actualmente dirige el proyecto de divulgación País imaginario.

febrero 2020