La poesía es la gran aguafiestas
| Reseñas
Tilsa Otta, La vida ya superó a la escritura, Juan Malasuerte, México-Lima, 2018, 94 pp.
Alguien dijo que la poesía es canto, pero los poetas ya no cantan. Tilsa Otta (Lima, Perú, 1982) es una cantante, una rockstar que no tiene lectores: tiene fans y seguidores. Ella no escribe poemas, sino hits. Tilsa canta y su canto no es el de la música clásica, como puede ser el caso de otros autores —Martín Adán dentro del barroquismo o Luis Hernández dentro del ludismo—. La música de Tilsa es el reguetón, el rap y el dembow. Esta poesía, antes que ser leída, debe ser cantada: “Vivo rápido y no tengo cura” es una línea de Rosalía y J. Balvin que parece encarnar algunas paralelas de este libro-canción. Tilsa responde: “Tengo tres cromosomas X pero quiero + / + + +”.
La vida ya superó a la escritura se compone de dos secciones: “Si tu edad es la de ese rayo” y “Velocistas jamaiquinxs del amor”. ¿Qué ocurre con el título de este álbum musical? Propone una disyuntiva donde la literatura, la letra sin vibración, seria y acartonada, se contrapone a la vitalidad, a la música de moda o a “Desesperada” de Marta Sánchez. Si pensamos los poemas de Tilsa como letras de canciones, nos damos cuenta de que “Un club nocturno no hace un verano/ Mas creo en el perreo/ Eterno recreo”. En este libro son constantes los fraseos musicales, las rimas raperas y las reiteraciones coloquiales. La canción “La poesía es la gran aguafiestas” es uno de los hits de este álbum. Allí, a la consabida ironía pop, que caracteriza buena parte de la poesía de Tilsa, se le suman otros elementos: lo metapoético, las alusiones al lector y el comentario mordaz contra la figura de la autora, pues la poesía es “A quien botan a patadas y regresa/ Contenta, ya más animada/ La última en irse, cuando la fiesta ya ha terminado/ La primera en llegar cuando la fiesta ha terminado”. La enumeración del final de “La poesía es la gran aguafiestas” le sirve a Otta no para hacer una crítica política directa, sino una desde el candor y la adultez; crítica que no por ello es menos brutal e hiriente: “La copa rota, el suelo mojado, el vómito en el sofá de cuero, la quemadura de cigarrillo en mantel y brazos, la aventura de una noche, la resaca, el chupetón, el arrepentimiento, el nuevo amor, la pastilla del día siguiente, tus tres hijos, el departamento comprado a plazos, la búsqueda del éxito, la deuda con el banco, el auto de segunda, la estabilidad, la confianza que dan los años, la crisis de los cuarenta, el fin del amor, la vejez tranquila, tu entierro”.
Por otra parte, “I Love Her and this Song” es una canción escrita totalmente en inglés, con referencias al lenguaje inclusivo y ajena al heteropatriarcado. Tilsa puede decir que: “I love this girl. Just omg/ I want this song inside me”. Otra comprobación del carácter oral y musical de estas frases se encuentra en: “Hey!/ Hoy hay huy hiy!/ Hombres y mujeres/ Que día y noche/ Estudian y trabajan/ Por dinero y por amor”. Uno no puede dejar de pensar en que está asistiendo a un concierto, donde las llamadas al mundo del internet, la ciencia ficción y los superhéroes son guías motrices de estos recorridos musicales.
Otro de los hits de este álbum es “Me gustan las aeromozas”. Aquí, Tilsa suma a la descripcion febril de las características físicas de las aeromozas una encendida demostración del carácter cínico y neurótico de la vida contemporánea: “La identificación que cuelga de sus cuellos limpios/ Con nombres exóticos como Yomelys Pimentel/ Cuando ofrecen audífonos de manera compulsiva/ ¿Audífonos? ¿Audífonos? ¿Audífonos?/ ¿Audífonos?/ ¿Audífonos? ¿Audífonos? ¿Audífonos?/ Ese caminar firme por el cielo de miembro de la alianza estrella/ Esa turbulencia necesaria/ Como Yomelys Pimentel y su sonrisa genuinamente falsa”.
En la segunda sección de este álbum, o su lado B, Tilsa nos dice que el amor es un deporte olímpico, pero este amor es cibernético: “Cuando veo a cuántas redes de wi-fi se ha conectado mi teléfono siento que estamos desarrollando una nueva forma de promiscuidad, inalámbrica. Tantas redes a las que mi equipo se conecta automáticamente porque ha entrado en ellas alguna vez y las reconoce y recuerda. Pero cada vez que me conecto pienso: esto es el amor, una red virtual cifrada y abierta a escala mundial”. El amor no es ideal platónico ni compresión del otro, alteridad, sino que lxs cuerpxs se han metamorfoseado por la presencia de esta red pulpo o medusa (pienso también en los inquietantes pulpos de Hokusai en “El sueño de la esposa del pescador”, donde uno de estos octópodos le hace un cunnilinguis a una mujer y otro succiona la boca en un beso lúbrico) que abre lxs cuerpxs al placer global. Por decirlo con las frases musicales de Tilsa, vivimos dentro de una “saciedad postcapitalista” donde “el modelo económico creó un nido inestable/ sentimentalmente eres freelance”. Por eso, en la canción “Caribe” puede afirmar que “Todos los días extraño a mi novia/ Cuando murieron sus perritas me contó por chat y me puse a llorar/ Quería estar con ella y consolarla/ Darle besos mientras le quito la ropa y resuelvo todo”. La canción final del álbum se basa en una enumeración de las 53 lunas de Saturno para concluir: “Sospecho que tienes más lunas pero ocultas algunas/ Yo hago lo mismo/ Cada vez que me dedico a mis observaciones astronómicas/ Siento que las amo a todas”.
La vida ya superó a la escritura es un álbum bisexual con mucho flow, donde el amor es eje de la fragilidad de la condición humana, pero esta fragilidad es libertad de decir y de actuar, de amar a ese perrito rocambolesco de la portada o a los chicos del Tinder o a la novia que lee teoría del arte en bikini, tomando sol en una playa del Caribe. Como el falso Paul McCartney, Daddy Yankee, Don Omar, la niña del aro, la oveja Dolly, la vidente Baba Vanga, la tatuadísima señora de Cao o los cantantes que hacen drogas duras, este álbum de Tilsa lo da todo y en ello sigue cantando parada en el escenario, moviéndose, perreando sin estupor, puesto que oh sí, oh sí, oh sí (bis), la vida ya superó a la escritura.
Paul Guillén / Ica, Perú, 1976. Estudió literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía La muerte del hombre amarillo (2004), La transformación de los metales (2005) e Historia secreta (2008), y las plaquettes La muerte del hombre amarillo (2004), Ningún limbo bajo el sol (2011) y Ese algo que nos esquivó siempre (2012). Ha sido incluido en antologías publicadas en México, Inglaterra, España, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Suecia, Ecuador y Colombia, y su poesía ha sido traducida al portugués, checo, francés e inglés.