marzo 2022 / Inéditos

La escritura parasitaria de las plantas

 
Bosque de niebla o mesófilo de montaña
 
Todo apunta hacia el cielo y hasta el alma se nos vuelve vertical,
nuestros pasos se hacen cortos y la savia
contra toda ley física
sube el tronco, irriga las habitaciones
de la hoja,
el agua nunca está quieta,
la humedad engendra tintas vivas,
colindan especies boreales
y las plantas epífitas, aéreas
se aferran a los árboles
como si fueran tierra firme.
Los helechos curvan el aire,
el aire acuna sus esporas.
Los pinos trazan sus casas triangulares
de agujas y sombra.
Por todo esto, nos permitimos llamarle
bosque y selva.

 

Limbo

Vine a sentarme al borde
para separar los contornos
de lo que escucho y no veo:

circula el voltaje de las cigarras

las espinas se multiplican en el aire

los nidos pesan

vine a acariciar los lomos negros,
a ver cómo se coagula
el aire entre las ramas.

Ya no me duele la espina que está.

 

Niebla

Vendrá con su compresa húmeda
a curar mis ojos
de la profundidad
para que solo miren lo que pueden
tocar las manos.

Hará brotar de cada accidente
extremidades verdes.

 

Casa

Reconozco algunos lugares en las fotos que me enseña Regina, pero aparecen foráneos, mal recordados. Allí están todos en la entrada, frente a la casa grande, o bajando al río. Sólo sé dónde están por un retazo de montaña o de muro, algunos árboles. Comparo los rostros de madres e hijas y me deten­go en lo que los vincula. Un mismo lunar repetido.

 

Años roble

Cada día trajo consigo
muchos dentro:
horas hexagonales silenciosas,
horas de abejas inquietas,
horas de cera
destinadas a fundirse
bajo el sol.
Cada día, un anillo
se nos dibujaba dentro.
Por eso los nombramos años roble.

 

Fuera

Como somos un calor inesperado,
venimos empapadas de nuestro vivir en interiores
y nuestras extremidades buscan manijas, pedales, llaves y anaqueles,
como nuestra piel sin tela es temerosa
y no entendemos la escritura
parasitaria de las plantas;
como en la noche crujen ramas sin pasos
y otros animales respiran,
como hay siluetas que parecen más de arcilla,
frutos venenosos y nidos de arañas,
le pedimos permiso al árbol grande
para pasar al otro lado del bosque,
al otro lado del puente:
es nuestra migaja de pan para asegurarnos
de que sea siempre el mismo umbral
y que esté, de regreso, donde lo dejamos.

 

Fuera

La noche aquí no es nuestra.
No tiene puertas,
no se puede estar mucho tiempo
aquí abajo, junto al río,
se consume el tanque de oxígeno,
las nubes de insectos,
campanadas urticantes que anuncian
el toque de queda,
sostienen pedazos de aire,
nos marcan sus constelaciones
de sangre viva
para fijarnos también al cuerpo
(quisieran echar raíz en la carne
bebernos como sol y savia),
nos expulsan de esta zona abisal,
fauna sin nosotros.

 

Poemas del libro Xicotepec. Años roble, recientemente editado en la colección de poesía La Lengua que Habito (serie Poetas que Hacen la Ruta, UAM).
 


Autor

Aurelia Cortés Peyron

/ Ciudad de México, 1986. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en dos periodos (2011-2012 y 2012-2013). Maestra en Escritura Creativa por la San Francisco State University. Becaria del programa Jóvenes Creadores del Fonca en la disciplina de poesía en dos ocasiones (2016 y 2018). Autora de los poemarios Alguien vivió aquí (2018) y Xicotepec. Años roble (2022), por el que recibió el Premio Joaquín Xirau Icaza en 2023. Es profesora de escritura creativa y de español como lengua extranjera.

marzo 2022