Para no mancharnos las manos de amor: porno.
Para no distraerse en los contornos
ni en la yema delicada: porno.
Limpio desmembramiento.
Hoy he visto a un viejo montado por un muchacho:
qué espantosa lujuria:
se alargaba el viejo para alcanzar la oreja
que la saliva hinchaba como una seta
y abría los ojos como un moribundo
cubriéndose con las manos florecidas
y llenas de tierra del muchacho
y entre esas piernas
que temblaban
perfectas como columnas antes de un terremoto
iba naciendo el viejo
desovado con desgano
pues era
como si fuera enterrándose al tiempo que nacía
hechizado por el ruido de su sangre
Así vi brotar el cuerpo del viejo
desde el cuerpo de párpados cansados del muchacho.
Y eran como dos monstruos
en tremenda alegoría
el rayo de los años cayendo en medio de los huesos
el joven todavía con algo de infancia en el pelo salvaje
y en el torso de caballo limpio
y vi que el viejo era como un padre comiéndose al hijo
vistiéndose las tripas tiernas como un lujo mortuorio
deshilvanado entre esguince y uñas
y aire podrido
y júbilo siniestro
así vi al viejo gritar
y matar la yerba en que se tendía
más desnudo que el joven
porque no hubo resplandor ni vergüenza que lo cobijara
y vi que el muchacho era manso como un animal de matanza
honesto como una máquina de pronto enternecida
y puse sobre mis ojos dos grandes hojas de hierba
porque un animal viejo que suda su miedo
al ser arrastrado de la muerte hacia la vida
es digno de toda conmiseración
Dime entonces esa manera de los duelos
ese modo de arrullarse entre los brazos de las espadas
y ese croar triste
ese bufido turbulento y lentísimo (oh noche)
del amor sin amor
Y era el viejo una advertencia,
una melancolía nupcial azotada con rabia
de último relámpago, con las mejillas
sucias por el rescoldo genital
pero antes del cinismo
antes de que sus huesos silbaran como la tierra viva
ladró pensativo
con la cabeza hundida entre sus plumas
bajo sábanas de hospital
y dijo:
fuera del guion
dijo:
dame duro
rómpeme
Fuerte fantasma era el viejo
que:
no quería morir
Eso era lo chocante: la miseria de alargar el vivir
Como fuego regado con alcohol
el joven desovó al viejo
como un huevo podrido
echó fuera de su cuerpo su cadáver intacto
y entonces se sobaron los hombros entumidos
y repasaron las injurias como monedas nuevas
y se enterraron los dedos en la carne
como un viático
para el día de la casualidad
para el día del extrañamiento
Míralos bien: ¿no era el viejo
la bestia que devora por el culo?
aullido
quebranto sin dolor y sin vergüenza
y ese frenesí de loca como una bofetada
como una fruta estrellada contra el muro
Desgrana, amor, los dientes que se te caen con esa sonrisa
y dime por qué la alegría te penetra como un topo
por lujosos laberintos donde al final
estás sentado y vacío
qué fiesta salvaje
la del gusano que se desviste
en medio del verde:
como cuando un hombre devora a un muchacho
y el miedo se le queda en el labio como la espuma
y se cimbra por la risa de amor herido
con las rodillas enrojecidas por la pena
Qué fiesta la de la mantis
con el cuerpo a punto de romperse
entre los dedos secos de la yerba.
Pero he aquí el porno: el espasmo sin dolor
La mesa puesta para ser acariciada por el hambre.
Cierra los ojos, amor.
Dale forward a la tristeza.
Estamos limpios como al principio:
El porno nos salvó de la vergüenza.
Autor
Juan Carlos Bautista
/ Tonalá, Chiapas, 1964. Poeta y narrador. Beneficiario de las becas Salvador Novo en 1986 y 1995, y del Programa Jóvenes Creadores del FONCA en 1993 y 1995. Autor de los libros de poemas Lenguas en erección (Instituto Mexiquense de Cultura, 1990), Cantar del Marrakech (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1993), Bestial (El Tucán de Virginia, 2003) y El horroroso caso y otros poemas (Nieve de chamoy, 2017), así como del libro de aforismos Aluvión de pensamientos inútiles y sublimes (Quimera, 2010) y de la novela Paso del Macho (Quimera, 2011).