Un nuevo lenguaje entre flores de algodón
| Inéditos
¿Cuánto pesa el corazón de una alcachofa?
Olí a mi hija recién nacida y quise engullirle la frente.
Pensé en el micro hornito, en el mundo de mi polly pocket,
y la amé como amé a mi primer tamagotchi.
Metí mi pezón en su boca y lo escupió.
No sabe comer, no sabe respirar,
soy yo disuelta en los ojos adentro de un huevo.
Todas las mujeres me dijeron cosas
que absolutamente nadie les preguntó.
Imagino que imaginan que todo se moría
conmigo o lo mataba.
Era una almendra viva en una piscina de leche.
Nutrí. Por fin alguien realmente me comía.
Aprendí a desprenderme de mí ávidamente,
como una quebradura del sol, me derramo.
Rumores de un nuevo lenguaje entre flores de algodón.
Me lleno con lo que respiro, pintada de crayones
mido tus pies, encarno tu mirada ciega
en el principio de mi canto
para que todos dentro y fuera del hospital sepan
que esta paz donde floto contigo
es insuperable.
Te juro que esto no es un amarre
Ponerme la ropa de mi novix es un statement sentimental,
una corriente política
en la que traigo sus calcetines de Pikachu para guiar mis manos
y pintarme con esquirlas en un Nintendo 64.
Este suéter de Venom porque el pecho también se me llena de ira y de musgo
que se extiende en todos cuando maldigo.
Maldigo y deseo que se te rompan las creencias como un plato.
Que se vuelque la estirpe contra los riñones y el hígado de quien te mire.
La corriente de agua me lleva por un tobogán de caracol.
Río.
Porque sé que dormiré hoy con tu playera de Deep Purple
y me encontrarán despierta mientras yo me hundo en el espacio con las ventanas abiertas.
Iguana de río en la Laguna del Carpintero.
Broto bajo el sol como un botón entre el cemento.
Fresca como si nada
me tiro de panza
entre las ramas.
Me creo cabuya,
la sensación moderna entre las palmas de los niñxs.
Olvido que somos dos cabezas en el cuerpo de Géminis
y eso
lejos de hacerme más empática
me convierte en una gandalla.
Fragmento VI
Caimán desfilado entre las pieles
Puedo arrojarte al centro de una nube
y compartir el coqueteo
entre los asientos del cine,
un fajoneo detrás de un árbol
Mentón arrabal,
para tus guantes de seda, mi amor,
para tu rostro recatado hay varias melodías
y cientos de miles de millones de años
Por otros siete dólares te las canto
Me aprendo tu nombre escondido,
entre la madrugada que sepulta las luces
y huele a huevo frito
grasoso salado
con barros y orquestas reventados
jadean
entre los huesos y sus esquirlas de leche
cuarzo blanco
ojo de tigre
perra traviesa
revuelta
acalorada
a capella
en la montura que no la deja
disiparse
te ves precioso desnudo,
cubriendo el secreto entre el cascarón
de las olas que se rinden
murmurando
Ancho | bravo
La maldición de tu casa ha acabado
desde el momento en que aceptaste tus fantasías
Sí, justo así
me d
e
r
r
u
m
b
o
Gomita de fiebre
Sensación vertical del microespacio
Caemos vencidas al centro de mis pies
donde la escritura arrastra todo
y ya no somos deseo
ni templos
ni rostros
ni dioses
En mi pistilo
no queda nada para nosotras
Lo sé porque este es mi último tabaco,
antes de que prenda un pitillo con crack
y me abra el cerebro como un ángel
desgajado
tundido, feliz
perro herido
nadando hacia ti
Operación Neptuno
yo,
que no obedezco a la luna
jamás sangro
ni me duelo
o empatizo
No soy mujer
Yo Soy El Libro
Vaquita de Dios
que mancha de leche al mundo
con las tetas de fuera y el ombligo supurando
expulsando fantasmas
Ellos gimen con ojos sin soñar
¡Mooooooooo!
Son tan falsos
Dirán que te quieren ayudar
Dirán, pero no escuches nada
Piedra hacia el sol
Piedra devorada
Me fui más allá del poema
Encontré un árbol de aire en medio del suelo
Me comí sus dedos
Onlyfans 69
No creo en tu muerte pero si existiera hagámoslo juntxs
Libérame de ruido con un golpe por el cuello
Quiero ser libre como la letra e
Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Llámame Tulipán, aunque creas que no lo entiendas
Escaleras de metal que no se agotan nunca
Tengo trece años de nuevo y me resisto a tocar mi sexo
El fantasma me sacó de mi cuerpo y se quedó encima
Me penetró en espíritu y en verdad
Tenía el plexo revuelto de plumas
Devolví entonces todo el Golfo de México
y la cama ya estaba empapada
Me había vencido
Oía de muy lejos el adiós de las ballenas
Los ecos hoy me acompañan

Ana Basilio / Poza Rica, Veracruz, 1992. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana y Derecho en la Universidad Veracruzana. Publicó los libros Éter para victimarios (2019), Retorno de Saturno (2023) y Nadie sabe hasta dónde llegan las flechas de Sagitario (2023). Es integrante del taller de poesía de la revista Grafógrafxs.