18 septiembre, 2023

Las luciérnagas llegaron a morir

de Ema Boltvinik Damián | Inéditos

 
Naranjo

En la casa de enfrente hay un naranjo 
que nunca es cosechado.
Me escabullo entre las rejas 
y alcanzo
su perfume.

Croac croac
las invasoras anuncian su presencia
pero no se dejan ver.
Habitantes que hacen ruido,
anfibios y naranjas
se pudren en la tierra.

Parto por la mitad una naranja
y su corazón
es gusano blanco

curva de leche
que se retuerce en mis manos:
espía cómplice

que arrojo
al agua espesa.

Las ranas vuelven a croar,
testigos de mi transgresión.

Y así cuando duermo me persigue 
el cuerpo blando y segmentado
que ahogué,
que he privado para siempre
de la pulpa anaranjada.

 
 
Panteón de luciérnagas

Algún día mis ojos encenderán luciérnagas.

Gioconda Belli

terreno baldío
que durante época de agua
se llena de luz

firefly
el pasto se incendia
en parpadeos
noctámbulos

el día que construyeron
sobre el terreno
la lluvia cesó
las pupilas se escondieron
detrás del cemento
y en caravana
las luciérnagas llegaron a morir

sin su fuego
se vuelven escarabajo-cadáver:
ojos sin pupilas

 
 
Chicharra

de una cosa tengo certeza
       una chicharra habita
       el oído de mi padre

yo creo
que cuando era niño
ella escaló su cuerpo
hasta llegar a ese caracolito de hueso
que llaman                 
       cóclea: fósil
       de un mar corpóreo

la proporción áurea
nos fue concedida
para ser receptores de
          la palabra

usurpación
por un bicho
que chilla
       mi padre escucha peor en los meses cálidos

 
 
Válvula metal

A mi abuela y su corazón intervenido

 
te conocí semi-robótica
corazón fragmentado
arrastrabas el mito
de la cirugía
a cielo abierto
cuando en las noches
yo niña no encontraba el silencio
insistía en quedarme dormida junto a ti
clic clic
clic clic
me arrullaba
tu chasquido
sintético
a veces oigo
pulsera metálica
cuchillo contra tenedor
reloj viejo
y siento
que te has metido
en algún lugar de la habitación
que sigues palpitando
no

pedazo de metal
que no se degrada
bajo la tierra
corazón que me mira

 
 
Dos retratos de pandemia

I

registros de vacunación
y el ritmo de las gotas de junio en la ciudad
me he sumergido
en ruido
y me tuerce el pecho
me retumba la mandíbula me duele la cadera

sigo
teniendo
miedo

y sigo escuchando las ambulancias desde mi ventana
no sé cómo pretender
que no sigo dolida cansada
cómo borrar los últimos dos años y regresar al sonido
de una carcajada
sin tenerle miedo a esa sonrisa descubierta

en esta cama enferma
siento mis tímpanos colapsar hacia un abismo
entre mis ojos
como dos tsunamis que se encuentran en ruido blanco

el coro de ruidos exteriores llega ahogado
lejos y extraño
parece gritos
que destruyen la garganta y la llenan de arañas amarillas

no quiero ser una carcasa seca
quiero ser corteza de algo
húmedo y verde

 
 
II

el calor asfixiante del metro
es porque hoy no ha llovido, me dices
es porque se suman los alientos
se mezclan
se contagian
en una nube hipnosis de quejidos y arrullos

mi hogar de concreto
de agua tratada y perpetua acidez
gris e infinita,
crece como célula cancerígena

ciudad hostil
sonámbula
no desaparecerá

se retuerce y se rehace un millón de veces
como gusano saliendo de la tierra
para conocer el sol

 


Ema Boltvinik Damián / Ciudad de México, 2001. Poeta y apasionada de crear cosas coloridas. Poeta. Estudiante de la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ganadora del XIII Premio Nacional de Poesía Desiderio Macías Silva y segundo lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario José Emilio Pacheco 2022. Fue becaria del Curso de Creación Literaria para Jóvenes Xalapa 2021 de la FLM.