A continuación, como parte del dossier que el PdP presenta en homenaje al venezolano Rafael Cadenas por sus noventa años de vida, presentamos una pequeña muestra de su obra de traducción. Reunida en El taller de al lado (bid & co., 2005), el volumen, como señala Rafael Hernández, “es una de las aventuras literarias más solventes que se han hecho en Venezuela en materia de traducción. Porque se trata de un esfuerzo en el que quien traduce se multiplica”.
“Estos poemas”, advierte el propio Cadenas en su presentación a El taller de al lado, “nos invitan a la autenticidad, a vernos sin mentirnos, honestamente, a percatarnos de nuestros automatismos, a romper con el encierro egoico, a sentir el misterio del que formamos parte. Me parecen portadores de salud. Deberían ser tomados en serio”. La siguiente selección comparte con nuestros lectores su saludable y generoso evangelio.
La ciudad
Dijiste: “Yo iré a otra tierra, a otro mar.
Otra ciudad mejor que esta ha de hallarse.
La fatalidad condena, aquí, todos mis esfuerzos;
y mi corazón —como un muerto— está bajo tierra.
¿Hasta cuándo permanecerá mi espíritu en este marasmo?
Hacia donde dirijo la mirada, en todas partes
solo veo los negros escombros de mi vida aquí
donde he pasado tantos años, destruido y perdido”.
Nuevos lugares tú no encontrarás, ni otros mares.
La ciudad te ha de seguir: vagarás por estas mismas calles,
en estos mismos barrios envejecerás
y bajo estos mismos techos habrás de encanecer.
Siempre en esta ciudad terminarás. En cuanto a ir a otra parte
—ninguna esperanza— nada de barco, nada de ruta para ti.
Como arruinaste tu vida en este pequeño rincón,
en toda la tierra también la destruiste.
En honor de un sabio solitario
Yo, el Emperador, he venido. Saludo al sabio que hace setenta años regresó y elaboró nuestras Mutaciones antiguas y erigió saberes nuevos.
Espero del Viejo Padre la lección: y primeramente, ¿ha encontrado la Panacea de los Inmortales? ¿Cómo se sitúa uno entre los Genios?
El sabio dice: Hacer subir al Cielo al príncipe sería una desgracia para el imperio terrestre.
Yo, el Emperador, interrogo al solitario: ¿percibió él en su caverna la presencia de los treinta y seis mil espíritus o solo algunos de esos muy Altos?
Yo, el solitario, no quiero visitantes inoportunos.
Yo, el Emperador, imploro en fin del Sabio el poder ser útil a los hombres: ¡algo para el bien de los hombres!
El sabio dice: puesto que soy sabio, jamás me he ocupado de los hombres.
Mi nombre y yo
La imparcial ley anotó un nombre
para mi uso especial;
mis derechos en él serían los mismos
si lo aventaba hacia la fama
o lo hundía en el oprobio.
Robert fue lo que mis padres pensaron
al atisbarme la primera vez,
y Graves un honorable legado
con plata georgiana y lo demás
de mi ascendencia paterna.
Me enseñaron: “Tú eres Robert Graves
(debes aprender a deletrearlo)
pero trata de que Robert Graves se conduzca
sea con hombres honrados o con pillos
ejemplarmente bien”.
Después aunque mi yo era siempre yo,
ilegal y desconocido,
sin nada que lo retuviese —
como será obvio cuando yo muera
y Robert Graves siga viviendo.
Mal puedo yo repudiar
este nombre, esta estrella nativa,
este caballeresco yo, este camarada
que tan bondadosamente me fue impuesto por el destino,
el tiempo y el notario;
y por lo tanto lo apremio
como embajador
para que me traiga mi cerveza y pan
o para que ordene el mejor lecho verde
como lo ha hecho antes.
Sin embargo, entiéndase, yo no soy él
ni en mente ni en cuerpo;
mi nombre recibirá menos pensamiento por mí
en mundos de hombres que no puedo ver
que yo por él.
Desacuerdo
Como quieras.
Toma mis palabras y tíralas
sobre el mostrador;
fíjate si suenan.
Cuela mis miradas y expresiones
y ve cuál es la proporción
de arena en mi dudoso azúcar
de verdades.
Haz un inventario exacto
de mi pecho viril;
averigua si estoy solvente o en quiebra,
o vuelto en el mejor caso un pobre hombre.
Pues soy del todo indiferente
a tu incertidumbre
sobre si encontraste en mí una fortuna
o un insignificante destino.
Investiga bien
todo lo que hay
y luego, si tiene valor, agradécelo;
si no, desespérate.
Si la desesperación es lo que nos toca,
entonces desesperémonos.
Parezcámonos al sauce llorón.
No me importa.
Fundaciones
Construí en la arena
y eso se vino abajo,
construí en una roca
y se cayó.
Ahora cuando construya, comenzaré
por el humo de la chimenea.
Mi poesía
no explica nada
no aclara nada
no hace sacrificios
no abarca todo
no recupera esperanzas
no crea nuevas reglas del juego
no participa en él
tiene un lugar definido
que debe colmar
si no es un lenguaje críptico
si habla sin originalidad
si no guarda sorpresas
evidentemente es así como las cosas deben ser
obediente a su propia necesidad
su alcance y limitaciones
pierde hasta contra sí misma
no usurpa el espacio de otra poética
ni puede ser reemplazada por ninguna otra
abierta a todo
desprovista de misterio
tiene muchas tareas
a las cuales nunca hará justicia
Estudio del objeto
1
El más bello objeto
es el que no existe
no sirve para cargar agua
o preservar las cenizas de un héroe
no fue acunado por Antígona
ni una rata ahogada en él
no tiene hueco
y es enteramente abierto
visto
por cada lado
lo que significa
anticipado apenas
los cabellos
de todas sus líneas
se juntan
en una corriente de luz
ni
ceguedad
ni
muerte
pueden llevarse al objeto
que no existe
2
marca el lugar
donde estuvo el objeto
que no existe
con un cuadrado negro
será
un sencillo canto fúnebre
a una preciosa ausencia
lamento varonil
aprisionado
en un cuadrángulo
3
ahora
todo el espacio
se hincha como un océano
un huracán golpea
la negra vela
el ala de una ventisca da vueltas
sobre el negro cuaderno
y la isla se hunde
bajo la salada crecida
4
Ahora uno tiene
espacio vacío
más bello que el objeto
más bello que el lugar que él deja
es el pre mundo
un blanco paraíso
con todas las posibilidades
uno puede entrar ahí
gritar
vertical-horizontal
perpendicular relámpago
podemos detenernos allí
de todas maneras uno ya ha creado un mundo
5
obedece los consejos
del ojo interior
no te entregues
a murmullos ruidos golpes
es el mundo increado
agolpándose ante las puertas de tu lienzo
ángeles están ofreciendo
el rosado cúmulo de las nubes
hay árboles que insertan en todas partes
descuidados cabellos verdes
reyes loan el púrpura
y ordenan a sus pregoneros
que den lustre
hasta la ballena pide un retrato
obedece los consejos de tu ojo interior
no admitas ningún otro
6
extrae
de la sombra del objeto
que no existe
del espacio polar
de los ensueños adustos
una silla
bella e inútil
como una catedral en el desierto
coloca en la silla
un mantel arrugado
añade a la idea de orden
la de aventura
que sea una confesión de fe
ante la lucha de la vertical con la horizontal
que sea
más quieta que ángeles
más orgullosa que reyes
más sustancial que una ballena
que tenga el rostro de las cosas últimas
te pedimos que reveles oh silla
la profundidad del ojo interior
el iris de la necesidad
el alumno de la muerte
Autores
Constantino Cavafis
Egipto, 1863-1933.
Rafael Cadenas
/ Barquismeto, Venezuela, 1930. Es uno de los más grandes poetas de la actualidad en lengua española. Autor de más de una veintena de libros, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Venezuela (1985), la Beca Guggenheim (1986), el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (2009) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2018), entre otros.
Victor Segalen
Francia, 1878-1919.
Robert Graves
Inglaterra, 1895 – España, 1985.
D. H. Lawrence
Inglaterra, 1885 – Francia, 1930.
Leopold Staff
Ucrania, 1878 – Polonia, 1957.
Tadeusz Różewicz
Polonia, 1921 – 2014.
Zbigniew Herbert
Polonia, 1924-1998.