agosto 2022 / Inéditos

 
II

Algo de demonio feliz en tu sonrisa
Una constatación de servir a una causa aparente y perdida
Es decir la esperanza con ojos de mar nocturno en que florece el reflejo
De la luna y las estrellas

Como si el verso acampara
Bajo esa noche fresca
He despertado con tu sonrisa tajeada
en todas las paredes de mi calle

Supe que todos los esbozos de estar quieto y a ras de tu piel
Son tan inútiles y efímeros como este
Nombrar la oscuridad de nuestras lenguas

En medio de graffitis y señales de humo
Incendios maniáticos casi puros
Incendios chupamirtos
Danzan en la tarde que el color de tu piel es más miel
Y las notas agudas de tu sonrisa de demonio titilan
Como en batalla de cristal

Flauta de rocío
Saxo de jazmín
Arpa de nieve y escarcha
Tambor de simple sombra
Se acurrucan te nombran
Se desgastan bellamente
Para acoger nuestro sueño
De gatitos heridos.
 
 
 
III

Has bailado sola
Ahora las nubes se están prendiendo de las puntas de tus dedos
Como si estuvieras en Pisac
Pero inútil
Es
El vuelo
Es
Caída
Y la caída esta partitura
Que rasga el viento
Que cala el tiempo
Como un artesano furioso.
 
 
 
IV

Si llueve iré al templo de Shiva a rezar con la ropa mojada
Le dije a Evelina
Cantante de luz  blanca  sobre nieve
Andina

Antiguo amor negro
Amor antiguo   de la selva
Un sol que me desdibuja
Traza silencio

Base para improvisar: olas del mar
Clavel del aire
Me abismo
 
 
 
V
 
Ikebana
 
                                                                  Flores    flores   muchas flores
                                                                                                Héctor Lavoe
 
Corimbo
Racimo
Umbela
Cima
Cerezo que ilumina  nítida flor  Buda de la alegría

Infinitos bytes destellando en la mente
Caída en picada de notas de sinfonía silente
Pétalos de materia oscura entre galaxias
Otras flores

Escarcha de las alturas del Ausangate
Arena blanca donde cangrejitos rojos escriben haikus
Flores colores limón en los pareos de las deidades idas del verano
Jazmín perfume de los burdeles donde nació el jazz
Queridas y sencillas flores de los acantilados de la Costa Verde

Carcajada cruel de volcanes
Flores
Con raíz en el centro de la tierra
Yemayá bailando reggae en la flor playa lunar
Ola   adiós
Duna
Nervio de la noche fructífera flor
Aguja de tocadiscos sobre un vinilo mortal equilibrio flor
Orquídea fulgurante acuarela de links al último Vacío
Crisantemo ruido blanco   pecios de naufragios esperados
Abismo donde el mar se nombra a sí mismo
Floripondio musical
Huachumera
Rompeola   cortafuego    pararrayos
Laúd de alud
Cielo digital de madrugada con nube concreta
Bienvenida      vibrante flor vino
Aleteo de Abadón
Asfódelo sobre cítara rota en la isla de Naxos
Cólquico en la memoria lila de Guillaume
Quinua azul ayacuchana
Retama en sombreros de danzantes
Mirada última íntima nostálgica sencilla flor del desierto

Añorado incendio del Sistema
Partitura que se escribe sola  intuición certera
Estrella cualquiera
Vista por el soldado que regresa de su sueño añoranza de chocolate caliente
lenguas bífidas de obsidiana o
Lenguas retráctiles de terciopelo
Garra recorriendo la noche como flor viaje sin retorno
Flores pezones
En el valle del presente dócil rebaño

Latido de baterista
Furor de toda la banda
Flor Nirvana
Esa estación hecha de estampitas a la Virgen de las Nieves
En las saliente de la montaña yo y mi buen amigo éramos una flor entre la niebla
El Silencio es una flor

Orquesta de la cuesta de endorfina
Bandada de cristal
Botes de pesca artesanal  dispersos
Destellos
Sobre el mar
Música para los reales fuegos artificiales y danza fija
Coro incrustado en el cerebro de Dios    ramo
Flor acelerador de adrones
Flores
Niños juegan en el patio de un colegio de la Selva del Perú
Flores
Cuencas hidrográficas como tatuajes borrándose en la piel de la Pacha
Flores
Archipiélago
Flo   eres
Cordillera de Cusco a Vrindavam

De la tristeza
Aprendí el sublime arte del ikebana
Y también aprendí
Que si unes con una cinta celeste tu corazón al Río
Podrías navegar libre
Todo el tiempo que tu voluntad sea canción

El árbol sonríe y silba tonadas que los pájaros han de dispersar
Por tu ciudad hambrienta
Si tan solo supiéramos escuchar con más atención
A las flores
¡Pero andamos tan ocupados!
 


Autor

Ludwig Saavedra

/ Lima, Perú, 1985. Poeta. Licenciado en Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado las plaquettes de poesía Florece (2009) y El mar de vinilo (2015), así como los libros Hartado de sonidos (2017) y Al pie de la explosión (2018).

agosto 2022