este es un poema de amor
este es un poema de amor en los casinos
los números su acomodo y las posibles
trampas creo que lo sé no son románticos
pero en poesía las orillas fangosas de los arroyos
se convierten en lechos mullidos para el amor
no son románticos los casinos creo que lo sé
pero los he recorrido todos en la ciudad
porque no cobran la entrada y en su oscura
iluminación en su bóveda de dinero ilegal
la bebida es gratuita la comida es muy
barata y te encuentro a ti creo que lo sé
tus ojos encienden la penumbra
tú llevas ahí lo claro de tu cielo
aunque luego en la noche más profunda
nos extraviemos y todo lo perdamos
cómo se llama
cómo se llama cómo se llama
el hecho de dejarme tú sin nombre
en el mar de los rostros cancelados
las cataratas se hacen olas
y se acomodan a las curvas
a sus vuelos y espacios sostenidos
frágiles pero existentes
mira la trayectoria de la sal
hay playa pista tren de aterrizaje
cómo se llama fuselaje
acuatizaje en el mar de las llegadas
y fundaciones en barrios de cangrejos
cómo se llama la sal de los inicios
nacen las olas en medio del aire de la muerte
pero deja de haberla porque este es tu principio
el agua
viento curva ola transparente
en las espirales del agua
los rostros ya sin nombre
cómo se llama cómo se llama
la existencia en el coral
vienen del aire estos colores
descubres aquí todos tus rojos
tu saliva es piedra
tu saliva es piedra
y tu palabra dicha
es cimiento
de una casa erguida
en medio de la nada
no hay memoria
pero las amapolas
brillan en la tierra
que pisaste hoy
hace mil años
brilla el horizonte
vas de un escalón
a otro
hasta llegar
a un punto neutro
sin regreso
la oscuridad
después
llegará la luz
lápida
en el cielo
ya la dices
y el peso
se acomoda
a la palabra
esta palabra
que tiene sol
y luna
y una estrella
enclaustrada
una palabra
es universo
míralo brillar
y contraerse
brillar y expandirse
crece
y esa luz desgarra
el cimiento
y a la vez
es simiente
de otra
profecía
mírala caer
a la palabra
de la boca
tu saliva es piedra
y es el cimiento
del poema
eres el fin
eres el fin
del siglo veinte
comienzas algo
cuando todo
está a punto
de acabarse
vas a la sala oscura
y piensas que es real
ese bosque nevado de luz
tazas agua caliente
a las cinco en punto
el fin de la jornada
en el mundo que termina
te llega la fama
con la espuma
del chocolate
hubo hay un viento
barullo de abejorros
hubo hay un muro
en el que habitan
despegan pasean
en el llano hacia las montañas
buscan las flores
vuelan la paz
el rumor se extingue
mil novecientos diez
es un cubo de adobe
que brilla al sol
era es tu casa
un resplandor cerrado
hurtas el cuerpo
al interior
eres improcedente
abres la puerta
y ya no sales
cierras el corazón
cuando el amor se abre
con tu partida
Autor
Víctor Ortiz Partida
/ Veracruz, 1970. Radica en Guadalajara desde 1983. Es autor de siete libros de poesía: Escrúpulo del minutero (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1994), La sal de los lucientes (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1997), Contraventura (filodecaballos/CONACULTA-Fonca, 2003), Arrayán (Bonobos, 2009), Las bellas destrucciones (Mano Santa Editores, 2011), Cerdos tatuados (inédito) y Hacia días felices simples rastros (de próxima aparición en Mano Santa Editores). Obtuvo la beca de Jóvenes Creadores del Fonca en el periodo 1999-2000. Actualmente es coeditor de Luvina, revista literaria de la Universidad de Guadalajara.