Pastizal
En la línea donde el sol se hace sombra,
desfigurado el rostro
y una cama húmeda de miedo,
rezo canciones de abandono.
Olas de calor en tardes espesas.
Pasajera es la estancia del viajero
que ha roto el jarrón de porcelana
y en un rumor la inocencia.
Hermano antiguo, el rencor,
daga intermitente entre sones,
correr por la escalera
y encontrar en la llave del ropero
a la abuela y sus secretos.
Estruendo de un reloj,
claves descifradas en la arritmia,
grito de ayuda.
Todos vieron al sol quemar el pastizal
y cerraron los ojos.
Días de escuela
Caminito de la escuela,
porque quieren aprender,
van todos los animales
encantados de volver.
F. Gabilondo Soler
Sólo hay dos caminos:
Jóvenes de sonrisa malsana
y una mano en la entrepierna.
O un hombre apacible,
contemplando las mañanas,
mientras fuma Delicados.
Eres niña grande,
juegas a ser pájaro, margarita,
lince que trepa los roperos.
Este día, los pasos inseguros,
la escuela al fondo de la calle,
un punto en el mapa.
Olor a tabaco es el recuerdo,
una promesa de antaño.
El humo te sostiene,
nube gris que viaja hasta su boca.
Ese hombre te ha besado,
aplasta tus labios con su aliento.
De tus ojos nace un hilo negro,
sangre y fin de este tiempo.
Está escrito todo,
serás madre,
esposa
o muerte.
Verás a otras caer en esa trampa de calles empedradas,
y en la hoguera,
te quemarás con ellas.
Costurera
El punto de cruz marca el camino de mentiras,
la aguja redondea los detalles
de una niña en hilos rosa.
El revés es otra historia,
nudos que se agolpan,
sangran los dedos.
Un signo de aire
y cajitas chinas de otro siglo.
Perfecto orden en la madeja,
mitad tú,
mitad yo,
anverso y reverso
de puntadas invisibles.
Maternidad
Como los míos
son los ojos de mi madre,
buscan curar la herida
de un abandono prematuro.
Vertida de lágrimas la pócima
en el río absoluto de rencores.
Su ternura conocí sólo una tarde.
Detrás de la mueca
y una calle luminosa
se escondió para vernos.
De una hija
alguna vez quise ser madre.
Con mis dedos peinar sus cabellos,
renacer en el recuerdo
de esa tarde,
en los nudos de la infancia.
Orfandad
Comenzó la melancolía
esa mañana frente al ropero.
Una vida hubo antes
estuvimos ahí, alegres los ojos.
Caminamos hasta el lago,
no parecía distante el horizonte.
De un salto brincamos el arroyo,
tu mano se extendió
y dijiste esos hogos no se comen.
La fotografía selló el recuerdo
de felicidades pasajeras
y al llegar a casa
servida estaba la comida.
El peligro repta las paredes
de una habitación en el olvido.
Entre los cristales solitarios
de una tristeza vaga, profunda,
nadie puede defenderte.
* Poemas pertenecientes a Todos vieron al sol quemar el pastizal (Buenos Aires Poetry, 2023). El PdP agradece a la autora y al sello editorial esta muestra.

Autor
Paulina Rojas Sánchez
/ Ciudad de México, 1987. Poeta. Profesional de museos y editora. Estudió la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Es coeditora de Versas y diversas, muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea, y de la colección Bulevar Arcoíris, dedicada a literatura LGBTIQ+. Todos vieron al sol quemar el pastizal es su primer libro.