Tengo un sueño recurrente:
soy una letra bípeda
que pasa de página en página
perseguida en cada cambio.
Cuando leo temo que la página se sienta abandonada.
Inéditos
Montar un caballo enfermo bajo la lluvia
El pesado oso en mi espalda
trepa por mi espina dorsal y
me encaja sus garras cada noche.
Busca, olfatea y encuentra mi útero de miel
lo mastica incesante hasta que se atora
entre sus dientes.
Poemas a José Salvador Alvarenga
el mar comienza a acomodar su salitre
sobre mis ojos,
suelta a mis oídos, su taládrica respiración,
choca constante en mis sueños
sus ensortijados oleajes.
Poco a poco comienzo a hundirme.
Algo mejor que la naturaleza
Si fuera desconfianza,/
pero es resentimiento puro./
Se conjuraron, el lema de los herederos es/
destruir la gran épica y enterrar al autor,/
amo del animal enorme que escucha/
en inglés y obedece./
Idioma, por supuesto,/
de la cultura en la región del elefante,/
el continente de la selva.
ocúpate de tu cuerpo mientras puedas
escúchame, bárbara, todo este tiempo/
me sentí tan mal: cierto es eso que dicen/
célebremente los transeúntes ¿sabes? /
ciento setenta y seis es una pésima cifra/
en libras para justificar las dimensiones /
que se ocupan a existir: se ceden asientos/
en los espacios públicos y para eso ya no/
se encuentra presupuesto municipal, no/
encuentras nada en las arcas del distrito br>
más que sonrisas piadosas y una gran/
grandísima vergüenza.
Desviación vertical disociada
Si preguntara cómo/
llegó a mis hombros todo ese cabello,/
¿quién me respondería? ¿Quién,/
entre las diosas y los ángeles,/
las hadas y nereidas y vapores/
del agua de Colonia,/
las tijeras de acero de Damasco,/
Rilke y Sansón el israelita,/
sencillamente me diría/
de dónde viene cada pelo…
Todos los hombres que cuido de algún modo
Jairo, el dolor que sientes nunca te dejará/
como sé que Valeria sí lo hizo./
Ian, tengo pavor a quedarme dormida/
pensando que estoy sola yo también./
Raúl, no puedo asegurarte que verás nuevamente El Salvador/
pero tú puedes ser aquí quien quieras./
Ray y Freddie, lamento haberles dicho mexicanos/
cuando ambos son salvadoreños. No se lo vuelvo a hacer a nadie./
Arthur, nunca seré capaz de convertir tu intensidad/
en amor. Te lo ruego, no me hagas decírtelo.
Nuestro amor es umami
Somos mosaicos,
retazos, pedazos de hilo para bordar
y tenemos que entender aquella filosofía japonesa:
al ser fragmentos somos más valiosos.
Habrá que reconstruir nuestro jarrón, dislocarnos,
ser deformes, desbocarnos para después alearnos.
Para eso tenemos cuerpo, para romperlo.
Los muchachos del Guinness Book
De ese rostro tantas veces avergonzado de Zeng Jinlian
aún vemos levantarse una alegre sonrisa,
diciéndonos que nada tiene sentido.
Esbeltos cuerpos en el agua desnuda
Admirable Frontón: Salve. He sabido que, en Cirene,
cerca del mar verde, has conjugado las letras con tu
Ulíades, y moras en el sol de la juventud y la sabiduría…
Cómo te envidia Marco Aurelio, entre los árboles del norte,