febrero 2022 / Inéditos

Un lugar para equivocarse

1

Hace mucho tiempo que no te oigo hablar;
quiero ofrecerte la oportunidad de que lo hagas.

Friedrich Nietzsche, El caminante y su sombra
(trad. Luis Díaz Marín)

 

Se agotaron
incluso
las lluvias que soñaba en mí.

No otra cosa.
Las lluvias.

Ahora rezo.

¿Por qué no
un nombre,
el silencio?

Si pudiera
entraría en la hoja
para morir despacio
como las cartas
y los años.
 
 
2
De barro

Hay hombres y mujeres de barro.

Llegué a comprender su silencio de humo
y la tristeza sonora de sus rostros
reales, densos.

Como una jauría de manos débiles
tratando de sostener el aire
porque la vida es tanta que duele
porque el aire es tan poco que no deja llorar en paz.

Cuando llegan a sus casas
queman los diarios, los besos y el hambre
guardan las ganas en una caja
y le rezan a un dios de cartón mojado.

Un viejo dibuja sombras
sueña con morir en una cama.
Otros, sin nombre, con ser pared,
árbol, pan, mejilla,
solo porque otros dicen
que no son nada.

Son los desesperados.

Un perro flaco se parece a la indiferencia
desnuda a los pies de todos.
 
 
3

No sabía
que la piedra fuera a morir
de muerte natural

No sabía que las piedras
tienen el don
del silencio

tampoco
que yo caería
a pesar de mí
a pesar de todos

La vida es lo que es
un guion escrito en una piedra
con la capacidad
de morir y renacer

Tampoco sabía
que una piedra
pudiera matar a un pájaro

Es triste, lo sé

El pájaro
en adelante será
ya un pájaro muerto.
 
 
4

Estar en el mundo
como lluvia.

Cuando digo mundo
quiero decir
las puertas
que aprendí a cruzar
porque mi soledad
me necesitaba.
 
 
5

Creí ver los días que quedaron del invierno
con los cabellos blancos
llenos de miseria, desnudos
en sus horas hostiles.

Creí estar en la antesala del infierno.

Creí en el infierno, creí
en el hombre salido del infierno.

Miré las fotos ausentes en las paredes
pretendiendo ser memoria,
soporté el vacío
porque no fui la única.

Cuando uno cruza los umbrales
cualquier umbral
se coagula con otros
y el humo del cigarrillo entra por cada agujero de humanidad.

Dejé de creer en el abandono del mundo.

Y si tuve suerte
fue por leer la propia muerte en mis manos
abrazada, sin embargo, a una sonrisa
y a estas páginas
que no olvidaron lo que guardan en su tristeza

el olor a hogar, a incienso,
el poema

así conservo la misericordia
y saco el pesado manto negro que cubre mi espalda
y me veo recién nacida, desnuda, sin carne ni pieles
con dos huecos por ojos
con el rostro abandonado por dios
solo hueso y un aliento frío.

Hay un reflejo invertido
un espejo para entender el mundo

un oficio verdadero
revelado.
 
 
6

Del cuerpo
di el verso.

Un pueblo adonde irán a morir las golondrinas.

Un silencio interminable.
 
 
7
Las dos vidas del poema

Escribo un poema y está naciendo en plena calle.
Dejé caer el idioma,
ahora busco mi herencia en la textura del aire.
 
 
8

Dijiste
“la ciudad es una tumba”
y escuché la oración de los muertos.

“La ciudad me aleja de la gente”,
dijiste
y di por sentado
que escucharía el eco de tus pasos, inexorablemente, alejándose.

Esto no ocurrió.

En su lugar,
cayó copiosa la lluvia de verano
como algo o alguien queriendo tapar el silencio y las ausencias
con más silencio y más ausencias.

Las ciudades se parecen a tus ojos
o tus ojos, fijos como ciudades infinitas
saben hablarme de la fe
cuando todo se vuelve advertencia o condición de azar.

Dijiste
“llueve”
y nada pasó

excepto las dudas
que dejaron las palabras
y las migas de pan sobre la cama.
 
 
9

Establecido el silencio
entre palabra y palabra

esto es la ausencia.

Un lugar para equivocarse.

Es decir
para hablar.

 


Autor

Cecilia Pontorno

/ La Plata, Argentina, 1979. Poeta, docente y coordinadora de talleres de poesía. Ha participado en antologías diversas nacionales e internacionales, y colaborado en blogs, revistas digitales y segmentos radiales de difusión poética. Obtuvo mención de honor en el Concurso Internacional Hespérides de Poesía en 2020 por La mirada es un lugar (2020). Es, asimismo, autora del libro La hora suspendida (2021).

febrero 2022