agosto 2020 / Reseñas

Viaje al centro de la conciencia submarina

Irma Torregrosa, Piélago, Cuadrivio, 2020, 64 pp.

Desde El contemplado de Pedro Salinas hasta La arena errante e Islas a la Deriva de José Emilio Pacheco, el tono predominante con el que se ha abordado en tantas ocasiones el tema del mar, tan caro a la poesía en lenguas romances, ha sido el del panegírico contemplativo e idealizante que ha visto en el mar un arquetipo de la contemplación poética y una alegoría de la totalidad.

En Piélago (Cuadrivio, 2020), el primer libro de la poeta yucateca Irma Torregrosa, ganador del XLII Premio Hispanoamericano de Poesía San Román, 2017, la autora se aparta radicalmente de este tratamiento, mostrando una exploración revisionista del signo del mar en la tradición literaria. Torregrosa efectúa una intervención crítica al espacio idealizado de las memorias de infancia, aportando una nota inquietante en la que los motivos del ahogamiento y del abandono paterno son el contrapunto de las marinas y paisajes de las playas, exaltados en los poemas del canon sobre el tema —en los que el océano suele fungir como una metafísica de la trascendencia—. Desde el título del libro, que se refiere a la parte más remota del océano —el piélago, aquella que ya no está sobre la plataforma continental—, se adivina una voz profunda y madura que subvierte las expectativas del lector acostumbrado al elogio pastoral de lo marino:

Su cuerpo es la forma más limpia de la muerte
la más suave
cobija el cuerpo de los exiliados
los náufragos,
Calma la agonía de los niños a la deriva
[…] los recibe de vuelta si nadie los reclama.

El poemario posee un registro confesional y observacional que combina el poema en prosa con el verso libre, permitiéndole a la autora una gran flexibilidad formal para sopesar, con precisión de cirujano, la punzada de cada recuerdo, la hondura de la sonda con la que se reescribe la experiencia de la fragilidad. En Piélago se desarrolla con nitidez una subjetividad femenina que manifiesta su condición de subalternidad, en un lenguaje directo que transmite la dureza de la memoria, su implacabilidad llana e irreversible:

Una foto con la cara de mi padre trozada por una tijera. Había otra quemada por una de las esquinas. De mi padre quedaba lo que hay después de un vaso roto en la cocina. Astillada con su nombre, mi madre desangró sus mejores años en una tarde, mirando hacia la única ventana que había en nuestra casa.

Un tono ominoso y reflexivo atraviesa el poemario, intercalando memorias, imágenes, metáforas y premoniciones bajo el nombre de “Fotos y dibujos” (en la primera parte del libro) y “figuras” (en la tercera). Dichas imágenes operan como fotos en un álbum que sumergen al lector en su atmósfera sombría y evocativa, y componen una especie de Bildungsroman, lírico y femenino, donde se entretejen las etapas de la vida de la protagonista:

Mamá y papá, en cambio, no tomaron fotos
no miraron
mi sonrisa
ni mis pies entrando al agua
ni cómo el salvavidas se iba
cada vez más lejos

El suspenso es una cualidad constante y recursiva que la autora maneja con maestría, variando la intensidad y el tempo en cada escena. La voz poética se ayuda de la narración y de una estructura fragmentaria, no lineal, llena de flashbacks para generar un universo interno de presagios. Un poco a la manera de Luis Cardoza y Aragón en Dibujos de ciego, Torregrosa logra reconstruir el estado de conciencia de su infancia y de ese estado primigenio y amenazante del mar, su conexión profunda con los sentidos y la memoria:

En ese momento algunos niños aprenden que el mar es lo que se escucha dentro de un caracol roto y, perdidos en el eco marino, cierran los ojos a la caricia azul frente a ellos.

La intensidad del lenguaje poético en Torregrosa logra transmitir de una manera casi táctil la sensorialidad de las imágenes que llevan al lector a su entorno enrarecido. En el fondo, Piélago, en sus tres partes, puede leerse como un homenaje no solo al océano sino al material poético —o poetizable— que la memoria configura y reescribe:

La luz hace visible la fragmentación del polvo:
la memoria, entonces, es algo húmedo
una herida que se abre a ciertas horas
o cada cierto tiempo.

Si bien el poemario abre con un epígrafe del poeta brasileño Lêdo Ivo, en la segunda parte del libro, “Metafísica del pez”, Torregrosa refiere en su epígrafe al mexicano Balam Rodrigo, conectándose con la poderosa tradición poética escrita desde el sureste del país. En la “Metafísica del pez” entra en juego un tercer registro, el científico, para explorar la misteriosa pulsión marítima que nos liga al agua. El mundo submarino de Cousteau, la teoría de la evolución y la taxonomía de los peces del naturalista Marcus Elieser Bloch se articulan con una conciencia lírica y existencial que proviene de la profunda conexión entre lo animal y lo humano, entre nuestro pasado acuático y las resonancias míticas que del mar.

En la tercera y última parte, la que le da nombre al libro, la autora nos invita a viajar a través de este espacio intersticial que crea mediante una serie de instantáneas y retazos visuales, de figuras que revelan, a la vez, las discontinuidades y los abismos de la conciencia, las percepciones lúcidas del instante en la región más profunda del pensamiento, el piélago. Un lugar donde el lenguaje del agua es el de la herida, la revelación, la experiencia que se traduce al idioma clarividente de la poesía. Acercarse a la obra de Irma Torregrosa es hacerlo a un espacio de inesperadas revelaciones, en el que las visiones se mantienen en la retina después de haberlas leído. Un universo fascinante, como una caracola que captura, por largo tiempo, el sonido del mar.


Autor

Violeta Orozco

/ Ciudad de México, 1989. Poeta bilingüe, traductora y ensayista. Autora de El cuarto de la luna (Literal, 2020), As Seen by Night/La edad oscura (en prensa). Estudió Filosofía y Letras Inglesas en la UNAM. Actualmente realiza el doctorado en Literatura y Cultura Hispánicas en la Universidad de Rutgers, donde investiga poesía y performance feministas de chicanas y mexicanas, da clases y traduce poetas estadounidenses.

agosto 2020

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