Nota introductoria y selección de Roger Santiváñez
La tradición poética peruana tiene cumbres como César Vallejo, José María Eguren y luego Martín Adán, César Moro o Emilio Adolfo Westphalen; posteriormente Blanca Varela, Jorge Eduardo Eielson, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, José Watanabe o Enrique Verástegui a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días. Sin embargo, hay secretos poetas peruanos de alta calidad que permanecen en la marginalidad de ciertos cenáculos de iniciados y antiguas ediciones olvidadas. Uno de ellos es Francisco Xandóval. Nuestro autor nació en el pueblo de Ascope, departamento de La Libertad (costa norte del Perú), en 1902. Fue periodista y profesor, miembro juvenil de la afamada agrupación cultural Norte con sede en la ciudad de Trujillo, a la que perteneció Vallejo y de quien fue amigo y compañero de habitación ya en Lima, donde ambos vivieron hacia 1922, antes del viaje definitivo del autor de Trilce a París al año siguiente.
Xandóval vivió también en la ciudad de Piura, donde trabajó en el Colegio Nacional San Miguel y compuso la letra del himno del plantel en 1938. Tres años más tarde publicó en El Tiempo, diario de su urbe adoptiva, el libro Canciones de Maya, el único que dio a luz en vida. Entre 1949 y 1955 escribió un muy interesante y bello conjunto de poemas que motiva esta nota, titulado El libro de las paráfrasis. Se trata de versiones traducidas, imitadas o parafraseadas (de allí el título) de textos en francés cuya autoría corresponde a autores chinos, japoneses, indochinos, árabes, armenios, beluquistanos, hindúes, hebreos, persas, tibetanos y afganos, todos ellos tomados de una Anthologie de l’amour asiatique debida a Adolphe Thalassó. La obra se completa con traducciones de Anacreonte y de una canción tradicional quechua andina, así como de Marcelina Desbordes Valmore y Tomás de Kempis.
Los poemas que aquí presentamos están, pues, extraídos de El libro de las paráfrasis, cuya edición fue realizada por el sello Jaspe (Trujillo) en 1967 gracias al poeta y estudioso Teodoro Rivero Ayllón (discípulo y amigo de Xandóval). Los textos escogidos pertenecen a Umara, poeta persa del siglo X; a Huan Tsi, también chino del siglo IV antes de Cristo; al armenio Archag Tchobanian, de finales del siglo XIX; y al poeta afgano Mirza Rachan Kayil, igualmente del siglo XIX. Son creaciones de exquisita calidad que nuestro poeta supo parafrasear (para usar su propia terminología) con singular talento, gusto y profundo amor a la poesía. Xandóval murió en Trujillo en 1960. Nos complace ahora presentar estas pequeñas joyas de la lírica universal.
Anhelo
más famoso del poeta persa Umara,
florecido durante la segunda mitad del siglo XX.
¡Ah! Yo bien quisiera ser leve sonido,
la nota que exhalan tus labios orantes,
y así entre mis versos vivir escondido
por besar tu boca cuando tú los cantes.
Compendio de amor
Rachan Kayil. Siglo XIX.
Creó Alá un día el fuego, el aire, el agua,
la luz, la tierra, el firmamento, el sol.
Mas quiso resumir tanta belleza,
e hizo el Amor.
El amor es la clave de los mundos.
¡Es la más bella irradiación de Alá!
¡Y en nada se compendia tanta vida
como en amar!
Que aún en los deliquios voluptuosos
—ráfaga loca, efímera ebriedad—,
no sé qué misterioso eco palpita de eternidad.
La lámpara en la noche
Último tercio del siglo XIX.
Cuando a solas, en la noche, me debato con mi pena
y en el mar de lo insonoro creo oír que tú me nombras,
tu mirada surge al pronto como un haz de luna llena,
y oloroso se dibuja tu recuerdo entre las sombras.
¡Ah, mujer! Y como nunca, nunca más habré de verte,
tu recuerdo va delante de mi sombra desolada,
¡tu recuerdo irá alumbrándome en las grutas de la muerte
con la lámpara inefable de tu imagen adorada!
Canción del amor indolente
(De la versión de Aurelio Miró Quesada S.,
en su libro “Vuelta al Mundo”).
A la orilla del lago y en mi flauta de ébano,
yo para ti he entonado canciones vaporosas,
férvidas, de colores, ¡música dulce y mía!
Pero tú, sin oírme, mirabas las peonías.
Yo para ti he compuesto, a la orilla del lago,
iluminados versos que tus encantos loan.
Pero tú los has roto y esparcido, diciendo
que no había nenúfares sobre las claras ondas.
Luego quise ofrendarte un zafiro precioso;
pálido, azul y helado zafiro hecho de sombra,
(frío como una noche de invierto). ¡Ah! lo he guardado
para mí; me recuerda tu corazón, ¡oh, hermosa!

Autor
Francisco Xandóval
/ Ascope, Perú, 1902 – Trujillo, Perú, 1960. Poeta y periodista. Autor de los libros de poemas Canciones de Maya (1941) y El libro de las paráfrasis (1967, 1995).