23 enero, 2023

Meros instrumentos parlantes

de Nicolás Pinkus | Inéditos

 
Aljibe de Cáceres

el dios ronco de los primeros días,
el emisario mudo,
el bastón de mando en lo creado
(fíjate la pulpa) de los frutos magros,
el jugo la lactancia, la ubre solar de la costumbre
las manadas salobres, la labranza
y el credo que celebró el nombre de cada cosa
en un yugo que afirma que se puede
estar en dos lugares
al mismo tiempo en boca de todos, el paladar
saliva barro erige casa
donde cada función vital tuvo lugar
el urinal el cojín el cereal
y el propio embalse
que niega al agua su chance de los estados:
no habrá vapor ni hielo, agua para limpiarse
el mundo ante cada rezo.

 

Colecciones del Museo de Arte Oriental de Valladolid
(I. Loza de Putrajaya)

El placer siempre fue malayo: con dos cuencos exiguos esparce
leche de coco sobre el róbalo y el cilantro fresco
cae en lluvia sobre el marino lomo, el placer siempre fue
de quienes cocinan en ollas de barro, tan pesadas que se necesitan
tres mujeres para transportarlas y una choza para resguardarlas del monzón.

Tal vez por lealtad a tenues formas del despojo, las cucharas rotan
en círculo mínimo ante el hervor, las señoras no conversan:
el placer será malayo, pero como toda conciencia patrimonial
les llegó a sus nativos en dosis fluctuantes de un himno escolar
donde cantaban
mi país, mi país
sin saber qué imagen evocar ante el vocablo
en disforia y su posesivo pronombre:
¿un ajado timbal? ¿un buey?
¿otro buey?

 

Oído absoluto  

Dos neonatos lloran en distintos puntos de un parque.
No hay unidad, a destiempo
el sonido viaja hacia el oído entrenado que los integra en rapsodia.
No hay intención musical, es una conversión mamífera
de ruego en artificio, el oído se pregunta
quién olvidó a esos chicos,
si hubo negligencia, demora,
despliegue pedagógico, dolo,
extravío del paisaje con hamaca,
pasto, arena,
caracol,
estribo.

(El final 1 reclama
darle DNI al expósito,
leche de fórmula a su nombre), ¿pero sabe

la infancia cuán ágrafa su ley,
qué poco el yunque,

el pabellón?

Cede,

cuán mudo se cede cuando no hay con quién
sea infante lo crecido
o viceversa, meros instrumentos parlantes
de una cuerda que sabe de sí,
pero no del sostén que la tensa

en los extremos,

el origen del ritmo

el aire en la pausa

y el gorjeo
inaudible en un parque vallado,
decibel manera de irse yendo,
melódico y sordo
sin badajo ni cucú,
el lento mecanismo asoma-aldeanos
hacia el balcón de una cabaña

en la pared.
(El segundo final,

los leños sin crepitar
y otros acúfenos.)

 

Laguna Vitel

Una comunidad creará rituales.
En ellos, el fuego es muy importante,
la llama les abrirá matices en la noche
destilarán alcohol de donde sea,
¿del trébol? Sí,
del trébol también
enseñarán con orgullo su heráldica
y se lastimarán los codos
labrando petrogramas para que su legado
¿perdure?,
¿quién vendrá de fuera?
Tal vez una comunidad se cierre creyéndose
lúpulo que dará cerveza, cabra en queso,
una mesa servida que digiere lo mejor
de todo porvenir gástrico, yo
voy a ir loteando la laguna,
después vemos.

 

poeta_Nicolas_Pinkus

Nicolás Pinkus / Buenos Aires, Argentina, 1969. Poeta. Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social y Magister en Periodismo por la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de San Andrés. Se desempeña como profesor titular de grado y posgrado en asignaturas teóricas en el área de Comunicación Visual y Diseño. Ha publicado los libros de poemas Postmortem Daguerreotypes (2002), Los formalistas rusos (2003), Affidávit (2004), Ersatz (2007), Mayorías de uno (2010), Tándem para un animal pink (2012) y Belvedere de los segundos auxilios (2016).