marzo 2023 / Inéditos

Las fuentes del espejismo

 
Pucón, Caburgua

Volvería a ti Pucón
regresaría al abrazo
de la playa de ceniza
alrededor del lago azul
dolorosamente azul

Y los pinos
pequeñamente erguidos
como índices de niños
cuando iluminados señalan
a los húmedos ojos del abuelo
la cresta de los andes
azul de tan blanca

La mañana se consume en fuego cobalto
me tiendo extraviado
a pasar el día con el lago
olvidar los anhelos de mi piel
volviéndome mirada sin zozobras

la arena vibra en cristales azul metálico
como una cota bajo la que palpitara
el pecho del varón más esforzado
o el de la virgen Juana de Arco

(cuyas cenizas creí ver esparcidas
en las riberas sedientas de Rouen)

Estaría de nuevo en Pucón o Caburgua
para cerrar los ojos
el manso prodigio de bien cerrar los ojos
mientras el sol se detiene
sobre mi cuerpo inmóvil
estremecido de tanto día
olvidado de sí

(olvidado de mí
por un instante de calma en el cuerpo)

Estaría aquí
donde el fuego del polen
se vuelve sombra
negra playa de ceniza turgente
que se tiende también
a beber el fulgor del lago
en las fuentes del espejismo
 
 
 
Nubes

–Las nubes
avanzan se detienen
distintas en este país
resienten la sed
de la tierra apretada
en terrones de bronce

Las nubes se quedan y deshilan
con otra lentitud
ante el viento frío que las encarcela

No soy de aquí y las miro
resistir alargándose
partir o desmoronarse prolongándose
no espuma sino ondas de arenisca
montículos en su horizonte cercano
grises claridades a la mano de los cerros
pálidas blancuras sobre las cabezas
no soy de aquí y saludo nubes
que no conociera

“Casi nunca llueven
–afirman voces siempre nocturnas–
se revuelcan giran en espirales
pero necesitamos tormentas
desastres en los lugares de ustedes
para que salpiquen nuestros campos
esta tierra rojiza
siempre dispuesta como una virgen
a ser preñada
pero para ello necesitamos el estallido de huracanes
allá en su mundo”

(Entonces polvo de silicones
estrangula la garganta
que deja inconcluso
el apocalipsis de su tierra
–Un minero que ha perdido el norte
la seña del tiro de acceso
por donde bajó
a la veta de sus fantasmas
–Me digo conforme le acerco el vaso
la copa que le ayuda a sonreír
cuando se levanta
el vendaval de sus pesadillas)

Fuera aquellas nubes
se empeñan en perder consistencia
Son la máscara del desierto
el remolino sin cuerpo ni agua
temor del verano
masas de sombras translúcidas
que no condescienden a simular formas
se arrastran en sí mismas
bajo extraños imanes
son el aliento del cielo
cuando abajo hay país de cactos
casas de cantera y memoria de plata

Viajan de otra manera
las nubes de este mundo
y el ojo extranjero contempla el tránsito
como palabras difusas
 
                                                                      (Zacatecas, con Rusti, con Severino)
 
 
 
Tarumã-açu

tarde de lluvia frente al río
azules como centellas y ocres intensos
ceden al rumor de matices
verdes grises mortecinos
ópalos turgentes
captan reflejan la luz
siluetas en el húmedo lienzo

ahí abajo el río
une su rumor
rítmico persistente
al improvisado óleo de Whistler
si el artista hubiera tomado
el paquebote de Manaus
y recogiera con sus pinceles
la paleta de este recodo

casi lago
un dedo apenas
el meñique
del padre Negro
en el último meandro
antes del gran encuentro

los gigantes están por encontrarse
pero esta pausa esta tarde
hilos de llovizna
frondas troncos
hojas goteando de las copas
exaltan la suavidad
se aligera el peso del mundo
el tiempo un prolongado minuto
Tarumã
 
 
 
Leblon

Quien camina en la playa va a ninguna parte?
recoge sus pasos o avanza
entre el aire y la luz del mar?
nadie lo interrumpe
visiblemente invisible

no es caminar
ir a ninguna parte
en el filo del mar
que respira palpita
luz sombra
alguien diminuto
avanza como espuma
en la palma de la playa

voces del horizonte
instantes de luz
islas de aire
centelleo de mañanas intactas

la figura del caminante se pierde
llega lejos
allá donde el rastro no acusa
olas zafiro curvan el horizonte

no más que un día de sol
un átomo de luz
en la espuma incesante
la figura se disuelve
al llegar a su destino
 
                                                                      (Nadie en la playa)
 
 
 
Alberto Paredes. Tres poemas filosóficos |


Autor

Alberto Paredes

Pachuca, Hidalgo, 1956. Poeta, ensayista, crítico literario, editor y catedrático. Es doctor en Letras por la UNAM y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma institución. Algunos de sus libros de poesía son Cantapalabra (2003), Tres cuadernos (2010) y Los soles del nómada (2023). Asimismo, es autor del libro de ensayos La poesía de cada día: un viaje al modernismo brasileño (2000).

marzo 2023