Eva Castañeda, Ensayos para una historia de economía doméstica, Elefanta, Ciudad de México, 2023, 120 pp.

¿Es posible obviar que la vida también es esto? Una puesta de sol a través la ventana del cuarto de lavado, una velada cadenciosa junto a la lavadora, el gris sin más de las calles que recorres diariamente hacia el trabajo, un dobladillo, un botón, el trozo de una media. ¿Es posible que sea otra cosa? ¿La poesía finalmente puede hablar sobre la vida? En Ensayos para una historia de economía doméstica, Eva Castañeda (Ciudad de México, 1981) no sólo funda una poética de lo cotidiano sino que también lo ensaya. Ensaya las representaciones del mundo desde lo privado de los rituales domésticos hasta la historia sanguinolenta y represiva de América Latina. El arroz se arruina mientras pensamos en lo que significa perder un cuerpo, amputarlo, desaparecerlo. ¿Cómo conciliar ambas realidades? Es posible en tanto que ambas son, existen, se entrelazan. Una piedra de río no es menos real que un monte o un pico nevado (ninguno, por cierto, roza el cielo). La fuerza no radica en el impacto heroico sino en el hoy, el mañana y lo que sigue. Un día nublado y reconfortante conversaba en la sobremesa con un amigo que sentenció de pronto: “El amor es un mensaje de texto”. Algo chirrió, resentido, en la madera de mi silla. No supe a qué se refería, si hablaba del sentido efímero y polvoriento de la relación amorosa o de otra cosa. Leer Ensayos para una historia de economía doméstica es descubrir una revelación que surge a borbotones para recordarnos que los monumentos se construyen piedra sobre piedra. La relación amorosa sucede en los confines de los pequeños ritos como doblar la ropa, lavar la loza, cepillarse el cabello. Vivimos la historia cotidianamente. Es un conjunto caleidoscópico de hogares contrastantes y al mismo tiempo compartidos. La identificación de las costumbres privadas nos hermana y constituye parte de nuestra cultura. Castañeda nos arroja una reflexión profunda: lo amoroso es también político, económico, social, lingüístico; jamás aislado, puesto que nada puede habitar de esa manera. Aquí, como en cualquier sitio, la pureza no existe: la literatura es porosa como lo real, escrita con muchas manos. De sus influencias, valga mencionar algunas citadas por la autora: César Vallejo, Roque Dalton, Miyó Vestrini, Carmen Berenguer, Rosario Bléfari, Edna St. Vincent Millay, Inger Christensen, Annie Ernaux, Cristina Peri Rossi, y otras que probablemente han quedado veladas. Ensayos para una historia de economía doméstica supera las fronteras de los géneros para darle vida al texto, permitirle respirar y llenar sus pulmones, consciente de que en la contaminación y la mezcla yace su potencia.
Aquella tarde húmeda en que conversábamos sobre la identidad del amor fue, por supuesto, una plática suscitada por la lectura de esta obra. Quiero decir, modificó el curso de nuestras historias; la mirada se afectó como el pequeño doblez de la página de un libro que señala: vuelve aquí. La buena literatura suscita esas preguntas, conversaciones a oscuras y lluviosas que modifican el curso de nuestras vidas con una sutileza que corremos el riesgo de dejarla pasar. En ello radica la mirada de Castañeda, tan precisa y sutil para encontrar en la cercanía (inadvertida con facilidad) el hallazgo poético. Con fuerza y sin pudor muestra su visión en torno a la violencia en países latinoamericanos y en las relaciones humanas desde lo político, lo económico, lo histórico y social, ejerciendo con vigor la crítica literaria y desplegando su postura frente a la tradición de la poesía mexicana. Este libro posee una vena ensayística extraordinaria, inteligente y mordaz. La poética de Castañeda consiste en rescatar la memoria histórica de un continente. Sin embargo, se asegura de recordarnos que un continente o un país es también su gente, tú y yo, nuestros acuerdos y desacuerdos.
Ensayos para una historia de economía doméstica es una revelación valiente, sensible, determinada, comprometida. Mentiría si dijera que no duele. No es un libro de poemas para irse a la cama temprano y caer en un sueño tibio, algodonado y manso; por el contrario, producirá en el lector algo que quizá se sienta como un golpe en la mandíbula. Claro que uno recibido con satisfacción y agradecimiento: un golpe versado. En palabras de la autora: algo de lo que digo aquí se identifica contigo porque lo aparentemente privado, nunca lo es. Por ejemplo, los asuntos de la res pública: el aumento del IVA y un suspiro. ¿Alguien acaso vive sin pensar en dinero? La autora rompe con lo que comúnmente se asume por poético. Se desviste de las prendas solemnes y de la suma interminable de metáforas y palabras cristalinas para hablar de frente sobre un miedo atroz, común y generalizado por nuestra mirada capitalista que gobierna la integridad de la vida, los cuerpos y todo lo político que supone doblegarse ante el capital.
El matrimonio no está exento de ello. Lo amoroso no habita en la utopía de la isla paradisiaca, sino en el aquí y ahora, aterrizado, con los pies descalzos sobre el suelo. Tierra, piel y hueso. Dinero, deudas, renta. Separación, pérdida, violencia. Frontera, revolución, mercado. Cansancio, mucho cansancio. Habrá que transformar el mundo antes de amar. El mundo y sus alianzas se reducen a la misma disyuntiva: tus muebles o los míos. No hay mejor evidencia de la relación comercial que la ruptura amorosa. Las fronteras se yerguen con una alambrada. Somos de nuevo un territorio, dejamos de compartir la lengua. Éramos dichosos mientras nuestros países —es decir, nuestros cuerpos— armonizaban en un intercambio de bienes y materias primas. Un intercambio indisoluble hasta desenterrar la propiedad.
Eva Castañeda no duda en tirar del cordón para devolvernos a la tierra. Una vez allí, obligados a abandonar la caverna, nos inyecta una luz. Descubrimos al fin que se trata de una carta, una carta de amor. Querido Karl, he leído esa inmensa carta de amor que escribiste en 1867, llamada Das Kapital. Querida Eva, he leído esa inmensa carta de amor llamada Ensayos para una historia de economía doméstica.
Y que sea la rebelión , entonces.
El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (I)
La libertad fue una ilusión dada por relatos que escuché como si fueran una canción interminable.
Y entonces, no entendí
que nuestra historia se resolvía en términos jurídicos, no poéticos.
Y entonces, no entendí
cuando él lloró espantado porque cerramos la puerta de una casita de 60 metros cuadrados. Ahí empezó nuestra familia. Más tarde fuimos al supermercado a comprar lo que sería la primera despensa de muchas despensas más. ¿Qué se compra la primera vez?
Juntamos los salarios y una pequeña historia de economía doméstica empezó.
Hasta aquí todo bien,
me dije. Se dijo.
Teníamos veintitantos y a esa edad todo.
Igual que tú creí que fue el amor, esa abstracción infinita, pero fue el sexo y en ese entonces yo no sabía gran cosa, menos que era una categoría política y económica. Sólo creí en sus manos y en todas las palabras que me decía. No estuvo mal, pero no podía ser lo único.
Así empiezan todas las historias.
La tuya también, ¿verdad?
Karl Marx enamorado
Alguien.
La economía y la política son como un ovillo que va perdido,
porque mira, dices que no hay trampas,
sin embargo, yo las veo por todas partes:
alienación se convirtió en una marca de ropa.
Por eso amor y dinero.
Por eso amor y mercado.
Por eso amor y las quejas.
Habrá que transformar al mundo antes de amar.
Te lo dije así, con voz bajita, y viéndote a los ojos
como quien busca entender algo sagrado en medio
de una tolvanera.
Luego ese empeño por decirte que sí había tiempo,
aunque era falso porque aquí uno va a rastras
esperando llegar intacto al momento exacto de otro cuerpo,
uno igual de atrofiado por el desvelo,
porque amor y cansancio, amor y trabajo, amor y las cuentas.
Es que no pensaste que todo esto se trataba de entender
el cuento de los que tienen contra los que nada.
Es como activar el mecanismo de algo estropeado.
Transformar su marcha, reavivar los pedazos y hacer que todo reviente.
De eso te estoy hablando.
Teoría de lo discontinuo
La única vez que estuve en mi peso ideal
fue cuando descubrí que tenías
un romance con la reportera.
Es que me deprimí.
En ese tiempo el silencio atravesaba la ciudad y yo
andaba por la calle pensando en el amor y en la política
o mejor dicho, lo político.
Entonces, me partía la cabeza entre lo discontinuo
y mi peso ideal dejó de serlo.
Me repetía que la Revolución y ella tan lejos,
igual que nosotros, porque me estaba yendo
y tú no te enterabas y yo no te decía.
Entonces, acepté el derrumbe,
la añoranza por el estallido
y hasta pinté una barda que decía:
“Lo romántico es político y el sistema no funciona”.
Me sentí mejor.
Un poema sobre El arco y la lira
El señor poeta dijo:
Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante.
Terminó el poema y todos aplaudieron.
Pasaron los años y algunos siguieron aplaudiendo.
Con pies de plomo el señor poeta recorre la poesía,
la mexicana, por supuesto.
La del formato versito punto y coma que de tan vertical, jerárquica
y si cantadita, mejor.
Su revelación es un arco y una lira.
Letárgico.
Una línea delgadísima que de tan estrecha
se nos rompe,
se nos rompe,
se nos rompe.
Que yo nunca entendí
al poema etéreo.
Su signo masculino.
Lo arbitrario.
y que estos nunca se enteraron que los poetas bajaron del Olimpo.
No todos, algunos sí
y anduvieron
otro camino.
Un lenguaje.
Lo histórico
La bala
El hambre
y La muerte
Todo eso dijeron.
Incómodo el señor poeta porque lo feo no se dice,
aunque tiene un nombre.
Es que lo político y el poema no se llevan,
dijo.
Aquí se prescribe, se dice por dónde y cómo,
dijo.
Aquí obedecieron.
Acataron,
cedieron,
dijeron que sí.
La aceptación.
No de todos,
aunque muchos dijeron que sí.
Su poesía bien lavada
bien planchada
bien portada
letárgica.
Autor
Xadeni Escalante Contreras
/ Ciudad de México, 1997. Estudió la licenciatura en Literatura y Creación Literaria en el Centro de Cultura Casa Lamm y actualmente cursa la maestría en Apreciación y Creación Literaria en esa misma institución. Ha colaborado en diversas revistas electrónicas como Vórtice, donde llevó a cabo su servicio social como editora, correctora y redactora. Es directora del proyecto editorial Poéticas Marcianas. Revista digital de literatura y arte.