26 octubre 2020
Nadia Escalante Andrade
No teníamos frío ni montañas para demostrarlo,/ solo las olas de altamar eran nuestras cordilleras,/ y siempre, siempre, estuvimos en la cima en algún punto,/ y las nubes de lluvia detrás de las casas y los cables/ también fueron nuestras montañas temporales, sin pendientes,/ o sin faldas, en ningún caso montañas niñas. Y los montones/ de ropa sucia, montañas llenas de túneles, hermana.
Inéditos