Nosotras somos la niña que va a morir atravesada. Nosotras somos la niña que va a morir sin cara. Nosotras somos la niña que va a decolorar su cabello negro para lograr un tono amarillo casi blanco. Cuando pase todos nos van a estar viendo. Sabrán que va a pasar. Estaríamos en situación de amenaza. Habrá mucho movimiento. La gente estará inquieta. Nosotras no nos lo esperaríamos, pero lo vamos a saber. Nosotras vamos a estar en dos lugares al mismo tiempo. No sé si nuestro cuerpo lo va a lograr. Nuestros ojos sí. Nosotras veremos el pelo decolorado. Nosotras no vamos a ver el rostro de lado porque nosotras ya no vamos a tener rostro. Nosotras vamos haber sido atravesadas. Nosotras ya no seremos nosotras.
Nosotras, ¿vamos a querer estar embarazadas? Nosotras lo inventaremos. Pero después, quizá, lo vamos a querer. Nosotras sabemos quién es el padre y eso nos hará sentir incómodas, pues conoceremos a la esposa del padre de nuestro hijo. Nosotras vamos a querer tener un hijo. Por eso lo vamos a inventar y luego lo creeremos.
El mar
estoy desnuda
no recuerdo si es un juego
o si es
verdad
está esa mujer de color morado casi muerta
veo mal
hay violencia, mucha
y si acercó mis pezones a la naturaleza crecen árboles con frutos
no nos dejan entrar con los pies mojados llenos de arena
hay un vaso color amarillo
su terreno da al mar
(yo grito y él también)
era un llano, no puedo
El sillón es nuestro lugar favorito
es azul
soy nudo y huele a secreto
un ritual en forma de sillón:
un ritual en que penetras
y yo lloro lágrimas tuyas
el cuerpo, tierno, se pintó de nuestro color
Mi padre es un vaso de agua que no tiene nada
mi madre es un llano de asfalto
mi padre es la arena del mar que no te puedes quitar
mi madre es un llanto que no termina
mi padre es una astilla en el órgano del mundo
mi madre es la falta de agua en una colonia escondida
mi padre es los pies de alguien que no sabe correr
mi madre es la necesidad fisiológica
mi padre es la escoba perdida en el infinito
mi madre es la boca demasiado llena (pero nunca saciada)
mi padre es un grito que nació en la columna vertebral
mi madre tiene la edad de un dinosaurio muerto
mi padre es el baño que nunca llega
mi madre es el reverso de un río caliente
mi padre es la calle inundada
mi madre es los dedos largos del monstruo que toca el piano en la madrugada (siempre a la misma hora)
mi padre es un diente que tiene frío
Alguien puso los zapatos sucios en la mesa. Me comí todo el lodo y se me quedó entre los dientes. Mi sonrisa se volvió negra. Negra. La gente comenzó a gritar y no podía dejar de comer. El hambre se había vuelto un hoyo negro. Mi sonrisa fue la más grande del mundo. Nadie volvió a sonreír. Nadie. Alguien puso los zapatos sucios en la mesa. Nos salpicó los ojos y por primera vez vi todas las maravillas del mundo. No podía dejar de llorar. No podía. Alguien puso los zapatos sucios en la mesa y se le rompieron los tobillos. Yo también me resbalé pero me quedé sentada. Empecé a llorar y todos me siguieron. Cantamos. Sí: cantamos. Alguien se subió encima de la mesa. Todos nos subimos detrás de él. ¿La mesa soportó todo el peso? Alguien puso sus manos viejas sobre la mesa. Buscaba el lodo. Lo quería entre los dientes. Lo quería todo. Todo.
Autor
Lorenza García Hegewisch
/ Ciudad de México, 1997. Poeta. Tiene estudios en Letras por la Universidad Iberoamericana y actualmente cursa la Licenciatura en Comunicación por la misma casa de estudios. Su cuenta de Twitter es @garhegelorenza.