marzo 2021 / Inéditos

Un hogar invisible

Mito extracapital

Colecciono oreja de elefante
cempaxúchitl putrefacto
cáscaras de huevo
que arriban al Nirvana: crujen.

Escucho el sol
ladridos vecinos
corazón en ayunas
rechinar de guantes
trabajo en el techo
araña violinista.

Hago composta
en mi hielera del Oxxo
la ultratumba tóxica.

Mankind develops by digesting the world
forcing the keys into the cabbage
comemos labores con atuendos de oficina.

En un sueño mi huele-de-noche conquista a la composta. Se retuercen decenas de orugas invasoras, diáfanas, diminutas; medita una serpiente brillante y verde, sin acechar. Horas después se hincha, se ha duplicado, me asusta. Mi padre decide llamar a un traficante (será más rápido que el zoológico).

Sueño leotardos lilas, con holanes y estampados
solo me llevo el camisón de franela.

A la basura.

Aromas
de lavanda
limón rancio
resplandece
una lombriz
jugosa
(revolución
sublima).

El bosque estaba allí,
con su libertad como fuente de dicha
y sus peligros como encanto.

La composta no acepta plásticos ojos misterio polvos dorados rubores fantásticos cremas hincha-rostros tinte tahitiano perfume de encrucijada amorosa.

   My body
      is a vending
         machine.

 

 

Cuerpos

De chica recogía mis extremidades
doblaba la cabeza a las rodillas
y me olía la piel de mantequilla.

      De no doler, me comería.

Mi hermana tiene parálisis cerebral
se raja la nariz y deja grietas
como tierra cuarteada.

(Truena la cebolla en el aceite.)

Canaliza el abdomen
y patea las maderas de la cuna:
si la canción emociona
brotan moretes triunfantes.

 

Toda sensación social es absoluta

Encerradas previamente,
la sospecha desinfectada
amenaza con disciplinamiento.
En la persona, el único todo
es lo que voluntariamente se expone.
Que el éxito de cualquier calle fuera real
como las cebollas individuales de la angustia,
los picaportes y la computadora.
En este aparato nos mantienen
como en un hogar invisible.
Se materializa la voz del otro
que queda atrapada en la manija,
tan inocua.

 

Tarot

Coloresta el ala de la mosca
que posa sobre el oráculo
esférico de rêves noirs.
Duermen carcomidas
las cortinas de terciopelo
ante el telón antiquísimo
de la sala del tarot:
despierta en la luna rosada
la reliquia del augurio
atrapada en los siete espejos
videntes de un futuro
que brilla sin alternativa.


Autor

María Cristina Hall

/ Nueva York, 1991. Es poeta, traductora y editora mexico-estadounidense. Doctorante del programa de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, es activista en temas de migración. Estudió la maestría en traducción de la Universidad Pompeu Fabra y la licenciatura en Escritura Creativa y Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia. Fue coeditora de la antología de escritoras catalanas Absinthe en la Universidad de Michigan y tradujo Aquí no mueren los muertos de Melina Balcázar (Argonáutica). Su primera plaquette, Sueños de la malaria (2020), se publicó con Herring Publishers.

marzo 2021