qué es realmente un punto ciego
| Inéditos
traveling across an imaginary texas
entonces, miro el desierto, viento cadáver, carretera sin final,
terreno irresoluto, irascible e infinito, donde toda la verdad se
presenta a sí misma como una muerte sin fin, como un espiral
de arena, de sed, de destierros involuntarios, pero así me uno
y así huyo de ti y de mí, porque en el fondo lo único que he
querido ser es un columpio de mimbre perdido entre la arena,
aunque también he querido repensar lo que unos cactus o un
mar silente, lúgubre y feo, podrían significar en la vida, esta vida,
que se ubica detrás de un mapa que me guía pero me pierde más,
que me difumina sobre la tierra y que me dice que no existo aún,
que no importo en lo más mínimo porque soy lo mismo que otro
nombre cualquiera que se ha perdido y se ha convertido en otro
cesto de mimbre que sigue columpiándose sin cesar, sin cesárea,
y, entonces, me miro, búfalo sin ilusiones, esperando la caída,
y pienso qué más podría decirme el desierto que no trate sobre
el conocimiento de los cráneos que estoy pisando, de los cuerpos
que escapan de mi memoria, ave frágil, voz horrísona, porque
no hay manera de que exista el tiempo más que en el frío de mis
huesos, en mi piel roja quemada por un sol solitario, solipsista,
prófugo de la noche y de la palabra amanecer, amante disecado,
como yo y mis manos cansadas, como yo y mi jeta sin líquido,
como yo y este poema imaginario, como el desierto, mar sin
retorno, con olor a caballo y nopal, como yo mismo, mal de
todos mis males, que me muero sin saber por qué y que vivo
porque desespero en la búsqueda de una verdad, dibujada en el
brillo de la arena que destroza mis ojos, ojos, tan tiernos mis ojos
thoughts of dead horse point state park
para bruce batts, in anti-memoriam
qué es realmente un punto ciego, qué es realmente la memoria
de un ciego, de un punto, de un parque o de un caballo, qué es
realmente un poema, qué soy yo, qué es lo que recuerdo de mí
mismo, ¿soy mis recuerdos, acaso?, ¿soy un acaso, recuerdos?,
busco siempre los puntos ciegos, ocultos, hermosos y tenaces,
porque solo desde ellos puedo observar, ser panóptico, cruel
o dinamita, solo desde ellos conozco mis limitaciones reales,
y acaricio, quizás, un sentido de pertenencia mucho mayor que
el de mis pasos, mucho mayor que el de mis palabras, porque
las cenizas esparcidas en el desierto son las dunas que miras,
y las ruinas que ves soy yo, yo y todos mis cuerpos, cuerpos que
han sido entregados por vosotros para el perdón de mis pecados,
para exhumación, distinción y recuerdo, porque este punto ciego
desde donde miro no me deja saber quién es el caballo muerto
que da paseos por las noches, sumando sus palabras a las mías,
en otro idioma, por su puesto, en uno que comprendo pero que
no domino del todo, en uno que me ata, cabizbajo e hirsuto,
cada noche, en cada nicho, en cada búsqueda de un sabueso,
en cada hueso salubre, en cada sabor a hueso, y que no huele
a residuos de memoria, porque lo que recuerdo de ese caballo
no es verdad, porque los caballos muertos son lugares en los
poemas, porque los poemas son caballos muertos que vagan
por los ríos, por los desiertos, por los parques estatales, por los
cielos estrellados, para encontrar algún rastro de sus cenizas,
y poder reconstruirlas, y armarse a sí mismos como los relatos
maravillosos que son, donde sus patas y sus crines tengan mil
colores, donde sus colores tengan miles de palabras, donde sus
palabras tengan toda mi ceguera, recuerdos, poemas y cenizas,
porque un caballo muerto es una canción en el desierto, pero
el recuerdo de un caballo muerto es el desierto de este poema
an awkward guest in the garden
¿qué es un hogar?, pensaría, primeramente, antes de fijar la idea de
poder tener un huésped, ¿qué o cómo se puede hospedar a alguien o
algo? ¿es necesario poseer un hogar para poder ofrecer un hospedaje?
no entiendo de hogares, ni de hangares, ni de huracanes, pienso ¿qué
diferencia hay entre mi yo huésped y mi yo anfitrión y mi yo cualquiera?
ninguna, pienso, y me equivoco, porque soy falible, porque soy nefasto,
porque mi nombre no merece ser reproducido, ni merece ser tomado
en cuenta para una lista oficial de personas que merezcan ser huéspedes
de algo, de alguien, de alguna palabra o de alguna estrella, de aquella
flor a la que le falta agua o de aquella fuente de agua a la que le falta luz,
no merezco ser considerado ni como un huésped de mi yo mismo,
sí que quisiera ser humano, césped, hospicio, cáncer, hombre tal vez,
o podría incluso pensarme como un sujeto honorífico que solo ha
consentido el simple hecho de realizar una ceremonia en el patio de
su casa para poder dar la bienvenida al nuevo integrante de la familia,
aquel recurso imbatible que aún no ha tenido un recibimiento bello,
merecido, cándido, reloj y alebrije, aquel monumento que muestre
una condición vital, una máscara llena de colores, maletita repleta de
música nostálgica y un colchón de plumas de un ave que aún no sabe
que existe, porque no importa de dónde provenga el invitado que voy
a recibir, debo recibirlo, relámpago, piélago, y luciérnaga, porque todos
hemos sido huéspedes, todos hemos llorado sobre la grama, pero no
todos hemos podido recibir a una mariposa monarca, en un sueño,
con todas las de ley, en un espacio que no imaginamos y para el que no
nacimos, ese espacio donde sabemos que no podemos considerar a
nuestro huésped como un huésped, porque un migrante es un mapa,
y los mapas son bellos porque son imaginarios, y migrar es imaginar,
ser imán, un pedazo de tierra, un poco de agua y un nombre, nada
más que eso, un nombre propio que siempre será más común de lo
que creemos, porque tener un huésped extraño en el hogar es simple:
voy al espejo y veo que mi yo de hoy es el huésped de mi yo de ayer
deal with the necessity of having more fingers that can rest me
mis padres siempre tuvieron todos los dedos de frente para querer
que siempre me estuviera sumando, ahora, yo, como individuo que
soy, me reconozco como tal, a través de los espejos que he roto y
de las lámparas que he comprado para ponerle alguito de luz a las
habitaciones donde tuve miedo de estar conmigo demasiado tiempo,
en la oscuridad, esa tigresa infame que ataca cuando menos esperas,
yo he decidido restarme por mi cuenta y por mis propios medios,
mi único problema es que me faltan los dedos para poder restarme,
me faltan las manos y los pies de todos mis amigos reales (porque
nunca tuve amigos imaginarios) con los que pueda llevar la cuenta
que al fin me represente, donde pueda saber que mi afán por la
escritura no era seguir sumando sino intentar restar lo que más
se pudiere, por eso todo lo que me falta es aquello que más amo,
si mal no recuerdo: “el desierto es mi pastor todo me falta”, como
decía Montalbetti, y yo, yo que no soy ni un desierto, ni un pastor,
me falto, pero sobre todo y, soberanamente, me resto aún más
as soon as i can
vuelvo, otra vez, al poema como se vuelve siempre al fracaso
porque no quedan más movimientos que me permitan caminar,
que logren llevar este cuerpo sin sentido a una cama para un
descanso del mundo, de las palabras, que no me abandonan ni
por un segundo, aunque intente rehuirles, aunque las rompa,
aunque las coloque en basureros tóxicos y las mezcle con los
colores de las frutas que aún no han sido descubiertas, ellas,
las palabras, las palabritas, siempre están tan rotas, tan ratas,
tan rehenes de esta ingrávida desazón que significa olvidarlas
para poder ser feliz, para frenar este desparpajo que es existir
dentro de un lugar donde lo único que he aprendido es a decir,
pero donde también me he prefigurado que decir no siempre es
lo importante, decir a veces una trampa, mejor es callar, creer,
caer, cuando ya no haya más aliento ni más aguante, cuando las
estrellas y los cielos no soporten más este color absurdo y esta
boca que no aprende todavía a no moverse, a no cambiar, a no
decir, a no pensar, esta boca que quiere abandonarse a sí misma
y que, algún día, sin premeditarlo siquiera, lo hará, decididamente,
camuflándose debajo sí misma, tan pronto como le sea posible
*Esta selección forma parte del libro lírica fracturada para traductores tristes, ganador de la Convocatoria Editorial 2021 de la Dirección Municipal de Cultura de Cuenca (Ecuador).
Juan Romero Vinueza / Quito, Ecuador, 1994. Poeta y editor. Graduado en Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y maestro en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Guanajuato. Co-editor de Cráneo de Pangea. Es autor de los libros de poesía Revólver Escorpión (La Caída, Ecuador, 2016), 39 poemas de mierda para mi primera esposa (Turbina, Ecuador, 2018; Liliputienses, España, 2020; Mantra, México, 2020) y Dämmerung [o cómo reinventar a los ídolos] (Liliputienses, España, 2019; La Caída, Ecuador, 2021), que obtuvo la Mención de Honor del Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade 2019. La primera antología de su obra es Ínfimo territorio kamikaze (Municipalidad de Lima, 2021). Compiló, con Abril Altamirano, Despertar de la hydra: antología del nuevo cuento ecuatoriano (La Caída, Ecuador, 2017), obra ganadora del incentivo de los Fondos Concursables 2016-2017, organizados por el Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador. Compiló y tradujo, con Kimrey Anna Batts, País Cassava / Casabe Lands (La Caída, Ecuador, 2017). Fue uno de los ganadores del Certamen de Ensayo Luis Alberto Arellano y su texto forma parte de Erradumbre (Mantis, México, 2021).