febrero 2024 / Inéditos

Se esfuerza más el viento submarino

 
Escena en un semáforo 

El torso de un hombre se acuesta 
en el cofre de mi coche: 
su pecho, de pronto, a centímetros del mío
separados por el cerco de cristal. 

Sinuosamente 
el vidrio recupera la transparencia 
como el mundo que observan 
unos ojos abiertos 
después de un sueño turbio. 

Bajo la ventana y siento
el aire frío como quien sale
de una cueva después de mucho tiempo 
y se reflejan las luces nocturnas
en el metal de las monedas. 

(Escribo la palabra frío
apartado del frío, en un cuarto
en el que no pienso en la temperatura,
en el que pienso dónde acomodar frío,
mirando a través de la ventana
un viento que se enreda entre los árboles,
que se adhiere a la piel del jardín,
como a la piel de un hombre que espera
a que cambie el semáforo de color
para caminar entre los coches.)

Subo la ventana y avanzo por la avenida.
Por el espejo retrovisor 
miro al hombre mirar el semáforo 
con la esperanza 
de que se encienda un cuarto color, 
impredecible, 
como cuando algo no esperado 
rompe la monotonía de la costumbre 
y nos libera por un momento 
aunque no sepamos de qué. 


 
Gravedad

Para Jimena

Como un ciego frente al mar…
Luis Alberto Spinetta

Asciendo, floto, me alejo, 
mi pasado: 
un planeta del tamaño 
de la yema de mi índice. 

Desciendo
como un buzo. 
Mi respiración es más pesada, 
densa, contrarreloj. 
Se esfuerza más el viento submarino, 
como un elefante corriendo. 
Todo tiembla, se agita, 
una onda gruesa atravesándolo todo,
y la respiración del buzo
atravesando la onda. 
Queda el rastro: 
constelación de burbujas 
en la superficie. 

Soy lo que fui, 
no lo que soy, 
y al ser lo que soy, 
me alejo de lo que fui. 

Me alejo de lo que fui: asciendo. 
Mi memoria ya no tiene gravedad. 

Arriba, 
enclaustrado en esa incertidumbre, 
cierro los ojos: desciendo
y no veo nada allá abajo, 
soy un ciego 
sintiendo la caricia de lo amado 
en medio del duelo progresivo 
de la pérdida de formas y colores. 

Hoguera acrecentada de recuerdos, 
arriba, abro los ojos y soy 
testigo del olvido forjándose:
observo
al planeta minúsculo incendiarse, 
una esfera de fuego moribundo, 
la flama de un cerillo consumiéndose. 


 
Alaska

La palabra Alaska estaba escrita 
en un lápiz que encontré 
en un cajón cualquiera de mi casa. 
El lápiz no era mío, 
era ajeno 
igual que el sitio nevado, 
igual que la palabra Alaska

Hay lugares lejanos 
como palabras de lenguas que no conocemos, 
palabras lejanas 
como lugares de países que no conocemos. 

Depende de una costumbre, 
de la insistencia de una repetición: 
aprenderse de memoria 
las grietas de una pared, 
como aprendemos todas las sílabas de un verso. 

He dicho mi nombre, Alejandro, tantas veces. 
He desgastado sus letras con el filo de mi voz. 
Se han vuelto distantes como aes 
que nombran sitios lejanos, 
como la palabra Alaska 
escrita en un lápiz olvidado 
en un cajón cualquiera de una casa. 

Le saco punta al lápiz de mi nombre. 
Las finas láminas de madera
vuelan, ingrávidas,
como las alas desprendidas de un insecto. 
Cuando piso una hoja seca
confundo el crujido con el eco de mi nombre.  


 
Otoño 

mi conciencia, mojada por el hisopo, es un 
ciprés que en una huerta conventual se contrista. 
Ramón López Velarde 

Amarillas, oxidadas, parcialmente vivas, 
las hojas secas son los recuerdos 
del verde presente del árbol. 

Hay mucho viento en mi memoria. 
Hay recuerdos que van y vienen, 
bordean postes, se atoran en coladeras, 
rozan el asfalto
como ríspidas caricias
y luego, a veces, regresan. 

Cuando los recuerdos se diluyen
como los objetos borrosos
de la penumbra de nuestro cuarto,
las hojas están secas 
en el árbol enraizado en mi cabeza: 

la nostalgia es el otoño de la mente. 

Camino por esta calle, 
noviembre, 
piso las hojas, crujen mis recuerdos, 
las sacudo y las miro
buscando una escena de mi vida que no encuentro. 

Esta calle está llena de árboles. 
Esta calle está llena de espejos. 


 


Autor

Alejandro Adame

/ Ciudad de México, 1997. Poeta. Estudió la licenciatura en Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha publicado poemas en diversas revistas, como Este País, Celdas Literarias, Bastardilla y El Toro Salvaje, entre otras. Actualmente es becario en el área de poesía de la Fundación para las Letras Mexicanas.

febrero 2024