Presentación y traducción de Daniel Bencomo.
La poeta y traductora alemana Elke Erb ha sido condecorada, en este convulso 2020, con el Premio Georg Büchner, quizá el más relevante que se otorga a la obra de escritores de lengua alemana. De acuerdo con la nota biográfica del número de Text+Kritik dedicado a su obra, Erb nació en Scherbach, pequeño poblado en la región occidental del Eifel, en 1938. A muy temprana edad la llevaron a vivir a la ciudad de Halle, ubicada en el estado centro-oriental de Sachsen-Anhalt, en lo que durante buen trecho del siglo pasado fue la República Democrática Alemana (RDA). En 1967, luego de tres años como lectora para una editorial en Halle, se muda al entonces lado oriental de Berlín, ciudad en que radica desde entonces.
Erb ha sido una prolífica traductora, principalmente de lenguas eslavas: Anna Ajmátova, Marina Tsvietáieva, Oleg Jurjew y Olga Martynova se cuentan entre los autores que ha vertido al alemán. Su libro de poesía más conocido sigue siendo Kastanienallee [Paseo de los Castaños, una conocida avenida de Berlín], el cual vio la luz en 1983 y tuvo una segunda publicación en Austria en 1988, volviéndose con ello accesible al oeste de la Cortina de Hierro. Ya en el primer poema de Kastanienalle —que parte del motivo de que, con él, aún no comienza el nuevo libro— es posible apreciar un rasgo fundamental de su obra: el poema, más que un texto concreto en verso o en prosa, es un tejido que involucra temporalidades y textos de distinta índole, notas al pie, notas de diario, reflexiones de distinta tesitura; se declara compuesto por capas de textos escritos en otro momento —como evidencia el apunte al final de “Al llegar a Ahrenshoop”—. Además de la distancia frente a cualquier corriente ideológica, otra constante de su obra que ha enfatizado la crítica es una peculiar cercanía con el objeto del poema, la cual privilegia la precisión antes que la emoción —que en sí representaba, con anterioridad a la década de los noventa, una clara posición crítica de su entorno—. La evocación se filtra a través de reflexiones y difracciones.
Tales cualidades la han mantenido como una autora con un nicho bien delimitado de lectores, ajena a los grandes escaparates. Nora Bossong escribe, en un artículo para el diario berlinés Tageszeitung a propósito del Premio Büchner, que “sin duda nunca fue una poeta que se ajustara al sistema de la RDA, como tampoco es una escritora que se ajuste al mercado literario en la Alemania de hoy”.1 Jan Kuhlbrodt apunta: “Cada texto de Elke Erb plantea un momento de autorreflexión, es a su manera poetológico […] pero no bajo una forma programática, sino caleidoscópica, rizomática.” Para la poeta y ensayista Anne Cotten, “aquello que un corazón doliente deja ver de sí, eso es precisamente lo que la posición de Erb no puede soportar. Puede investigar de forma exacta el dolor y combinar todos los aspectos de la dialéctica del dolor; incluso puede describir muy bien el dolor; tan bien que se le puede sentir. Pero quien quiere sentir el dolor de la poeta, no obtiene satisfacción”. Por su parte, Ferdinand Schmatz apunta que la poesía de Erb es “sonoridad. Es sentido en movimiento”. Los poemas de Erb, de los que parten estas versiones, se tomaron de la antología Spitzen. Gedichte. Fanbook. Hall of Fame (2018), editada por Steffen Popp para la editorial Suhrkamp.2
La posibilidad verdadera
Uno y el mismo texto (a pesar de los muchos de tal tipo).
Las mismas maniobras de siempre. Y despertar emociones
para las mismas maniobras de siempre.
Decirle a la primavera: “la primavera”, al aire “aire”.
Admirar la piedra (la que cuida una esquina del muro),
la piedra protectora en el portal. La de forma de cráneo, la que no tiene boca.
Cómo el ciervo padece en las pezuñas el frío.
Saber de las orillas del hielo, musgo eterno, uno por uno,
un diluvio en el violín. Duro cual piedra, frío como el hielo.
Para ese propósito no, para eso yo no habría servido.
Die wirkliche Möglichkeit
Ein und derselbe Text (obwohl viel derart)
Die immer gleichen Bewegungen. Und Regungen wecken
zu immer der gleichen Bewegungen.
Zum Frühling sagen: „der Frühling“, zur Luft „Luft“.
Den Stein, den Schutzstein (er schutzt die Mauerecke)
bewundern am Tor. Den schädelförmigen ohne Mund.
Wie der Hirsch an den Hufen friert.
Eiskanntenkenntnis, ewiges Moos, Einmaleins,
gegeigtes Diluvium. Steinhart, eiskalt –
Zur Absicht, nein, hätte ich nicht getaugt.
Sutil
Una columna de fuego
semejante a aquella que paseaba
en el espacio entre signos, para indicar
que el espacio no era un sueño;
una columna de fuego proteica.
Una columna de fuego constante.
Que arde sempiterna.
Que no deja de estremecerse.
No deja que el fuego se apague.
Si ocurre, se enfría.
En tal quietud arde por siempre
el alma: columna de fuego,
patente y de manera sostenida,
es decir: en caso de que algo se malogre,
falle el blanco, sucumba, se vaya a pique,
sigue ardiendo a proporción y espíritu constantes,
de forma discreta como acechan los miedos.
La excitación de costumbre.
Una columna de fuego constante.
Con toda claridad una sonrisa social.
Y cuando el oro se le desprende
llamean los pavores en orfandad.
Mild
Sie ist eine Feuersäule
gleich jener, die spazierte
im Spatium zur Zeichen,
daß der Traum kein Traum sei,
eine wandelnde Säule aus Feuer.
Eine ständige Feuersäule.
Die immerfort brennt.
Unablässig erregt.
Sie läßt das Feuer nicht ausgehen.
Wenn es ausgeht, erkaltet sie.
So lodert sie allezeit
die Seele: Säule aus Feuer,
selbstverständlich und stets unterhalten,
nämlich: falls etwas nicht gelingt,
daneben geht, umkommt, untergeht,
brennt sie, im Gleichmaß, Gleichmut,
unauffällig, wie Ängste lauern.
Erregung, wie es der Brauch ist.
Eine ständige Feuersäule.
Ganz und gar: ein soziales Lächeln.
Und wenn ihr das Gold zerfällt,
flackern die Schrecken verwaist.
Calor y ruido de máquinas
Un cierto horror o un asco diminuto, aguzado: avispas
(las avispas) machacan un corazón de pollo,
frito, seco y con mordidas, pedacito de corazón (que los gatos
dejaron en el suelo –
Cómo me maltrata el lenguaje
al describir/nombrar, cómo se me impone su medida)
La ajada migaja se deshace, las avispas –
(o quizá sean moscas que parecen avispas, ¡me toca vengarme!)
zurean sobre la exhausta mesa de madera.
Al brillo del sol luce exhausta.
El despertar confianza, lo que alguna vez fue su orgullo, pino,
apenas hay rastro de tal presencia.
Mas cómo entonces, al constante fluir de hojarasca y de viento,
la miga de corazón se deshace, ya casi polvo,
y abajo en mi corazón se machaca un agudo
horror diminuto, asco acaso.
El tono de las máquinas se mantuvo impasible, taladraban…
Hitze und Maschinengeräusch
Ein gewisser spitzwinziger Graus oder Ekel: Wespen
(die Wespen) stöbeln ein trockenes gebratenes angebissenes
Huhnherz, Hühnerherzstückchen (das die Katzen
liegengelassen haben –
Wie mich beim Beschreiben / Bennenen die Sprache
mißhandelt, ihr Maß mir aufdrängt! –)
Das dorrende Klümpchen krümelt, die Wespen –
(oder Scheinwespen auch, ich räche mich!)
surren auf dem erschöpften Tischholz.
In der Sonnenhelle wirkt es erschöpft.
Das Vertrauen-Erwecken, das seine Pracht war, Kiefer,
zeigt kaum noch die Spur eines Anteils an ihm.
Wie aber, unterm fortwährenden Wehendes Laubs und Winds,
das Herzstückchen krümelt, zu beinahe Staub,
stößelt unten an meinen eigenen Herzen spitz–
winziger Graus oder Ekel.
Der Maschinenton dauerte unbewegt an, sie drillten…
Por ejemplo
Una pieza de azulejo de un verde como estruendo. Era imposible cambiarla.
Era, es, así es. Si todavía es.
Es imposible cambiar nada de eso. Una vez puesta queda fija.
No se le acepta lo suficiente. Apenas una ojeada le tolera.
Requiere un ingrediente, cierta dosis de renuncia,
no fijar en ella la mirada, tener la certeza que ahí está.
Eso bien haría falta. Tolerancia tangible, por así decirlo,
mientras no mengüe la atención que se le pone.
Un estruendo es un fenómeno. Piensa: estruendo.
Zum Beispiel
Die eine Kachel war knallgrün. Das ließ sich nicht ändern.
Sie war es, ist es, so ist es. Wenn sie noch ist.
Daran läßt sich nichts ändern. Eingesetzt sitzt sie fest.
Unzurechend gebilligt. Wirkt an erträglich vorbei.
Es bedarf einer Zutat, einer gewissen Dosis von Absehn,
Vorbeisehen an ihr, im Wissen, da sitzt sie.
Dessen bedurfte es wohl. Spürbarer Duldung, sozusagen,
bei aber nicht verminderter Aufmerksamkeit.
Ein Knall ist ein Phänomen. Denke: Knall.
Un soliloquio es apenas murmullo de mar
pues el sí-mismo, como era para nosotros entonces,
el oro más
puro
(–bajo el celo de Dios y el hipócrita parpadeo–
ganado por nuestras garras en Klondike, Siberia, los Cárpatos,
a partir del áspero cuarzo:
de una suavidad extraordinaria,
maleable, se puede
trabajar fácilmente con medios mecánicos, de
lenta reacción,
el ostensorio para la hostia, su asentir desde el tallo),
ni se escucha a sí mismo ni se dice,
es un sinónimo
de lo más profundo del cerebro –
oh blástula, oh gástrula o huésped
que viene de mares lejanos, que ha hecho el viaje
en una charca ascendente,
amiba en
el oído de la charca, murmullo de mar.
Selbstgespräche sind nur Meeresrauschen
denn das Selbst, wie wir es hatten,
das reine
– unter Gottes Eifersucht & scheinheiligem Lidschlag –
Gold,
von unseren Klondike-Klauen und sibirischen, karpatisch…
geklaubt aus schroffen Quarzen:
außerordentlich weich
und dehnbar, leicht
mechanisch zu bearbeiten, von
träger Reaktion,
Scheibenmonstranz, wie es vom Stengel nickt
hört ja weder selbst nicht sprichts,
ein Inbegriff
des Innersten Gehirns –
oh Blastula, oh Gastrula, oh Gast
aus fernem Meer, gereist
mit gleichsam aufsteigendem Teichen,
Amöbe, die
im Teichohr Meeresrauschen.
Al llegar a Ahrenshoop
Oh, entonces fui a encontrarlo, al mar Báltico,
al caer la noche, una visita por compromiso.
Pero entonces, mientras estaba de pie frente a él, en silencio,
vinieron las olas, no aquellas que veía,
vinieron a un tiempo olas, marejadas
se estrellaban en mi esternón, inconfundibles
aquellas de hace seis décadas,
que yo —qué edad tenía yo, ¿trece?—
vi por vez primera
frente a ese mar plomizo
cuando tenía unos diez, más niña en el recuerdo.
Débiles, difusas, así las percibía
mas pude distinguir su sentimiento,
no eran repetición.
Conciencia en el pecho.
Marejadas, ellas me habían enseñado a nadar
pues entonces me volcaron por sorpresa
y luego me trajeron de vuelta a la superficie…
Nada se extravía. Se puede hacer presente,
apenas manifiesto pero inconfundible, en juventud.
Entonces, míralo. Luego muere contigo.
Al llegar a Ahrenshoop
Oh, da ging ich zu ihr, der Ostsee, hin
am Abend auf einen Abstandsbesuch.
Aber indem ich stillstand vor ihr,
kamen die Wellen, nicht die, die ich sah,
kamen mit einem Mal Wellen, Wogen, sich
anschlagen schwach an mein Brustbein, unverkennbar
jene von sechs Jahrzehnten zuvor,
die ich, wie alt war ich? – dreizehn?
sah zum ersten Mal
vor diesen grauen See
in der Erinnerung klein wie zehn.
Schwach, undeutlich empfand ich sie aber,
erkannte sie an der Empfindung,
es war keine Wiederholung.
Brustbein Bewußtsein.
Sie hatten, Wogen, mich schwimmen gelehrt,
da sie mich überfielen
und wieder auftauchen ließen …
Es geht nichts verloren. Es kann sich melden,
undeutlich, doch unverkennbar, jung.
So sieh. Dann stirbt es mit dir.
1 https://taz.de/Buechnerpreis-2020-fuer-Elke-Erb/!5694120/
2 La nota biográfica, así como los ensayos de Anne Cotten, Jan Kuhlbrodt y Ferdinand Schmatz se encuentran del número 214 de la revista Text+Kritik, dedicado a Elke Erb y publicado en 2017.
Autor
Elke Erb
/ Scherbach, Alemania, 1938. Poeta, editora y traductora afincada en Berlín. Ha publicado una veintena de libros de poesía, que le han valido reconocimientos como el Premio Peter Huchel (1988), el Premio Honorario de la Fundación Schiller (1993), el Premio Georg Trakl de Poesía Lírica (2012), el Premio Ernst Jandl (2013) y, este año, el Premio Georg Büchner, principal galardón de las letras germanas.