mi sombra va adelante
a esta hora
se ha alargado tanto
que prescinde de su dueño
mi amiga la ve lejos
y comienza a silbar
esta hora, me dice
es extraña
no sabemos si andando otro rato
volveremos
o si el punto de partida
comienza a alejarse
sólo en la música el tiempo
ocupa un lugar real
en el espacio
hemos caminado mucho tiempo
le pregunto por qué deja de silbar
me dice que la música confunde
una la oye y se imagina
que ha llegado a su lugar
savions-nous de choses périssables?
Saint John Perse, Anabase
nadie te habla
de lo poco
y lo menos de la noche
si la noche queda intacta
me da la mano con espanto
me pregunta si aún sé mira la aguja
apuntando me pregunta si yo sé
qué es el oeste
la mano inmóvil
quieta toda solución
sangre metálica, imán
de lo meticuloso
nadie habla
ni de metros en los mapas
que hay del mar
latentes todos
y azules
sus sinapsis
ni cuando saben que es de día
y la cortina se recorre con temor
con humildad la medición
de las sustancias
aunque es tarde
aunque te parezca tarde y ahora sepas
lo que cuesta empezar
tendrás que hacerlo
aunque seas un viejo gris
antes de tiempo
y no puedas distinguir un pliegue
tosco, una arruga en el papel
de la línea que divide los estados
el de ahora, el que fue
la vida vieja que dejaste alargarse
en las orillas
aunque ya no haya lugar
que sea tuyo en el mapa
tendrás que ir a toda prisa
y marcar tu geografía
como puedas
antes de que el mundo y la música
no sirvan
y te debas calibrar con las palabras
que te quedan
quedan pocas
no te hagas ilusiones
eso, tú
que corres la carrera
no lo sabes porque aún
quieres pensar que casi todo
lo aprendiste en la escuela
tú, que al escuchar una lección
de navegantes y viajeros dormitabas
y meneabas la cabeza
registrando cada tanto en el cuaderno
las medidas del cuadrante
una fecha, una inscripción
tallada en piedra
que pudiera serte útil adelante
adelante
a la hora de pasar la noche en vela
preparando el examen sin saber
cuál es la hora y el lugar
en el que uno se presenta
velozmente junto a él, pensé, “vas tan despreocupado
sobre tu silla, que si el caballo se inquieta seguro caerás”.
Charles Darwin, El viaje del Beagle
y uno de ellos, un hombre
de unos treinta, treinta y tantos
de cuarenta casi, dice el hombre
que se monta en el lomo de un moro
muy violento, nervioso, todavía
sin domar, y uno de ellos, digo
un hombre —no soy yo, ni nadie
mío— monta, se le monta
para leer mejor la línea que se lee
cuando se cae, cuando uno pierde
el equilibrio que mantiene el cuerpo
firme, vertical, uno de ellos
me recuerda un día de julio
hace años, cuando yo también
subí, no a un caballo
sino a un cerro para ver
si desde ahí podía medirse
la distancia, una distancia que en teoría
representa el lugar
donde se curvan las corrientes
y se comba la canción y uno puede
escuchar alguna vez la voz que fue
que era todo en el momento cuando uno aún
creía, o quería creer que el mundo
no acababa de caber
en el papel, y no había necesidad
de resignarse a pensar que un hombre
cualquier hombre, más incluso
si es mujer, si una mujer te mira
y te monta para ver
quién cae primero
si los cuerpos se acoplan o se quiebran
al rodar por la pendiente de la edad
que pisotearon los caballos
* Poemas pertenecientes a Latitud (Editorial Aparte, Chile, 2023).

Autor
Ricardo Cázares
Ciudad de México, 1978. Es autor de los libros <> (Palas vol. 2, 2017), <> (Palas vol. 1, 2013, Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza 2014), Es un decir (2013) y Drivethru (2008). Dentro de su trabajo como traductor destacan la primera traducción completa al español de Los poemas de Maximus de Charles Olson y la antología de poesía experimental Renacimiento de la poesía inglesa, entre otros. Es editor y miembro fundador de la editorial Mangos de Hacha. Actualmente forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte.