Gabardina rosa y sombrilla de flores. La poesía de Cecilia Pavón
| Reseñas
Cecilia Pavón, Un hotel con mi nombre, Mansalva, Buenos Aires, 2012, 160 pp.

Es un lunes de marzo de 2023. Llevo media hora buscando Un hotel con mi nombre, de Cecilia Pavón, en la Biblioteca Vasconcelos. Sólo hay un ejemplar: 861A, P39, H67. No está donde —según yo— debería estar. Antes de irme y renunciar, pido ayuda a uno de los bibliotecarios. Regresa unos quince, veinte minutos después: lo trae. Me lo da. “Un día que tengas tiempo, te voy a enseñar a buscar”. Nos sonreímos y hago el trámite de préstamo a domicilio.
Publicado en 2012 por la editorial Mansalva, el libro reúne, como dice en la tapa, toda la producción poética anterior —¿Existe el amor a los animales? (Siesta, 2001), Virgen (Belleza y Felicidad, 2001), Un hotel con mi nombre (Del Diego, 2001), Caramelos de anís (Belleza y Felicidad, 2004) y Poema robado a Claudio Iglesias (Vox, 2009)— y los hasta ese momento inéditos Hoy vi un cuadro y Cada día es único aunque parezca igual.
La copia de la Vasconcelos fue una donación. Tiene notas de su anterior dueña. (¿O dueño?) En la primera página, la del título: “las cosas son en tanto pueden ser sentidas” y “tiene que ser algo propio para ser verdadero”. En la última, la del colofón: “nos vemos el próximo viernes”, “queremos contar nuestra historia, no ser ninguna cifra”, “aquí no sentimos pena de ser quienes somos”, “este espacio”, “reina del caos”.
¿Sobre qué escribe Cecilia Pavón (Mendoza, Argentina, 1973)? Sobre el amor (“pienso en el amor como en un departamento / de qué barrio? / de cualquiera / en una ciudad grande” dice, así, un solo signo de interrogación, en el poema sin título que empieza con “En la tarde, por la Boca…”). Sobre los chicos (“mi novio mide 1,92 es rubio, de ojos celestes y lleva sólo ropas claras. Sus parientes son ricos y dice que me amará para siempre” dice en –por supuesto que ése sería el título– “La vida me sonríe”). Sobre la literatura (“para mí la Literatura es mi cuerpo / Para mí la Literatura es mi madre”, en “Para mí la Literatura”). Sobre la noche de Berlín (como en “Querida Kathrin”, en “Berlín” o en “Trendy Armée”). Sobre que alguien encadenó su bicicleta a la suya y nunca más regresó (en “Bicicleta robada secuestrada”, de casi cinco páginas). Sobre un mundo que a veces entiende y a veces no (como en “Vacaciones”). Es decir, sobre la vida cotidiana: “todo lo que escribo es sobre mi vida cotidiana” (Pavón en Schell, s/d).
Es de noche y son los noventa y Cecilia Pavón baila música electrónica en algún sótano de Berlín.
En la poesía de Cecilia hay temas difíciles —como el aborto (en “Madre”), el fin del mundo (en “El festival de las lágrimas”), las drogas (“junto a Gonzalo, vestido de jeans / tomó drogas para caballos (…) ¿Por qué tomaste eso, Gonzalo? / Para probar, sólo para probar” en “Gonzalo”) o el suicidio (“la idea del suicidio me resulta tan extraña y absurda como la idea de cortarse un brazo, o como la de vaciar mi placard y regalarle toda mi ropa a los pobres” en “La Primavera, el renacimiento de todas las cosas”)—. Pero la forma de tratarlos, de acercarse a ellos, es siempre tierna, a veces incluso ingenua.
Porque la poesía de Cecilia es eso, tierna: así es “Río de emociones”, cuando dice “el sábado sentí que los hombres / eran como una bolsa cosida a la que se le hace / un tajo y salen mariposas”; así es “Deseo”, cuando dice “todavía recuerdo el momento en el que el amor parecía posible”; así es “Art Décó”, cuando dice “(los poemas más bellos se me ocurren dos segundos antes de dormirme / y siempre los olvido)”, y así es “Defensa de la música pop”, cuando dice “todas las canciones de amor me gustan”.
Cecilia desea (en “Nuevo libro” dice: “quemaría todos los libros de poesía / por una tarde de sol en tu pileta / hoy voy a dormir sin sábanas / recordando una de las tardes que pasé allí / (…) “perderse en el torbellino de mi deseo”), pero sobre todo se pregunta por el deseo; en “La gran señora” escribe: “debería saber que el deseo / es siempre una enfermedad / quisiera investigarlo, al deseo, / y descubrir la brujería que hay detrás de él / quisiera partirlo en dos / —como a una anguila— / y ver que no se parece en nada / a lo que yo pienso que es”; en “Deseo” se cuestiona: “¿cuántas formas de deseo existen? ¿puede ser que tantas?”
Es 1999 y Cecilia Pavón y Fernanda Laguna fundan, en alguna esquina del barrio de Almagro, Belleza y Felicidad: editorial, librería, galería y “tienda de chucherías”. Publican plaquettes hechas con grapas y fotocopiadoras que llevan títulos como “I <3 you don’t leave me” (de Fernanda Laguna) o Hice todo porque me mires (de Dalia Rosetti), entregan los libros en sobres de náilon con un juguete minúsculo de regalo, reciben a Rosario Bléfari y a César Aira y a Gabriela Bejerman, organizan exposiciones y performances y lecturas de poesía (Gigena, 2019).
Los poemas de Cecilia Pavón parecen mensajes de texto o entradas en la app de notas, pero eso sería imposible: la mayoría los escribió a finales de los noventas y principios de los dosmiles, cuando typear tantas palabras habría sido una tarea digna de entrar en los doce trabajos de Heracles. Diciéndolo de otra manera, su poesía es actual: la podrían haber escrito mis amigas, se parece a lo que se escucha hoy en los micrófonos abiertos de poesía.
Como –casi– siempre, la mejor brújula para su poesía la da la propia poeta: para Cecilia, “un poema es cualquier cosa” (“Nuevo libro”) y sus poemas son “como galletitas / de canela mal horneadas, / unas galletitas que una mujer / que no sabe nada de cocina / decide hacer un domingo por la tarde / cuando no tiene que ir a trabajar” (“Hoy vi un cuadro”). Dan esa sensación: la de algo que surge de pronto y se escribe “máximo en media hora” (Pavón en Halfon, 2020), de algo que se hace, sin haberlo planeado, sin pensarlo tanto, un domingo en la tarde en el barrio de Once sur.
Los poemas de Cecilia son medio cuentos, como sus cuentos son medio poemas. Es 2015 y le dice a Valeria Tentoni: “si me pongo a pensar no hay tanta diferencia entre el poema y el cuento” (Pavón en Tentoni, 2015); es 2020 y le dice a Mercedes Halfon: “siento que de alguna forma los cuentos son poemas más largos” (Pavón en Halfon, 2020).
Cecilia dice que “uno siempre está escribiendo el mismo poema” (Pavón en Yutse, 2016) y que “escribir un buen poema es mejor que comprarte un par de zapatos nuevos” (Pavón en Halfon, 2020). Que “la poesía es hablar con un gas” (“No quiero hablar con humanos”), “como la miel” (“Miel”). Que “un poema es algo negro e iridiscente” (“Fragilidad de los miedos”).
Es un domingo de abril de 2023. En la Ciudad de México es primavera y en Buenos Aires es otoño: en las dos, llueve. Cecilia Pavón tiene 50 años. Desde Un hotel con mi nombre (2012) ha publicado, sobre todo, cuentos. En junio saldrá Diario de una persona inventada, su poesía reunida de 2001 a 2023 bajo el sello de Blatt & Ríos. Sube una selfie: usa lentes, gorro, gabardina rosa y sombrilla de flores.
Bibliografía
Gigena, D. (2019). “A 20 años de Belleza y Felicidad, la farmacia de Almagro que se volvió cabaret artístico y enclave cultural”. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/cultura/a-20-anos-belleza-felicidad-farmacia-almagro-nid2309502/
Halfon, M. (2020). “Todos los cuadros que tiré”, los cuentos íntimos y cotidianos de Cecilia Pavón. Página 12. https://www.pagina12.com.ar/255300-todos-los-cuadros-que-tire-los-cuentos-intimos-y-cotidianos-
Schell, F. (s/d). “Todo lo que escribo es sobre mi vida cotidiana”. Entrevista a Cecilia Pavón. Revista de Los Jaivas. https://revistadelosjaivas.com/cecilia-pavon/
Tentoni, V. (2015). “Las cosas geniales le pueden pasar a cualquiera”. Entrevista a Cecilia Pavón. Eterna Cadencia. https://www.eternacadencia.com.ar/blog/contenidos-originales/entrevistas/item/las-cosas-geniales-le-pueden-pasar-a-cualquiera.html
Yutse, G. (2016). ¿Qué es la poesía? #16 – Cecilia Pavón: “La poesía es algo abierto, no un producto al que se le puede hacer marketing”. La Primera Piedra. https://www.laprimerapiedra.com.ar/2016/07/la-poesia-16-cecilia-pavon/
Lia Quezada / Guadalajara, Jalisco, 2000. Poeta. Lo primero que escribió fue un sueño; le han seguido, sobre todo, poemas. Lleva ocho años asistiendo a talleres de escritura, siempre en México y a veces en Argentina. Su trabajo ha sido publicado en Cardenal Revista y en Punto en Línea, además de en antologías y revistas escolares. Está por egresar de la licenciatura en Sociología. Vive en la Ciudad de México.