abril 2024 / Traducciones

Un dialecto prohibido

 
Nota y versión de Julio César Toledo
 
 
Todo es parte de algo. Todo está, en ese sentido, conectado. Ya se dijo de mejor manera: el aleteo de una mariposa aquí provoca el caos total allá. Las guerras son así; su repercusión no está sólo en lo concreto. La destrucción es total para el individuo, para la colectividad, para el mundo.

En la zona este de Palestina, región de la cordillera del Jordán, hoy se asienta una de las zonas industriales crecientes del Estado israelí. En ese lugar, heredero lingüístico del arameo, se configuró una variante lingüística del árabe que, entre otras cosas, tiene alguna influencia del latín, dado que es un paso natural entre el viejo mapa mercante del continente europeo. No hay muchos datos tan precisos sobre su origen, desarrollo y declive; y duele ver que a raíz de la ocupación y el desplazamiento hacia la Franja de Gaza, prácticamente ha desaparecido. Hoy quedan, acaso, unos 150 hablantes de dicha variante del árabe.

La familia Tamimi es de ahí. Sabían hablarla. Un padre que murió de joven como mecánico en una fábrica israelí, dejó viuda a la esposa y huérfanos a dos hijos: Amhed y Ahed, niña y niño. Aprendieron la lengua de su terruño y tuvieron que adaptarla al árabe más nuevo, conforme fueron creciendo y migrando hacia la Franja. Amhed, el hijo mayor, heredero de un destino que parece lamentablemente ineludible, murió joven, con apenas 18 años, en un bombardeo, en brazos de su madre y ante los ojos de Ahed, la hermana menor quien desde entonces ha sido una férrea activista de los derechos de palestinos y Palestina. Escribe poesía en los ratos que le sobran, entre protestas y escondites. Ella, a veces, escribe utilizando la configuración sintáctica del viejo “dialecto” de su pueblo, de sus antepasados.

Como todo está conectado por una extraña red de desgracias y parabienes, he podido traducir, con más dificultad de la habitual en esa tarea, un poema suyo, inédito y muy nuevo. Un poema que, en su estructura, intenta tejer una red descendente de escenas que nos muestran no sólo el horror de la guerra, sino la imposibilidad —quizá intrascendente en lo general, pero atroz en lo personal— de poder acallar los sonidos de la guerra.

El poema está lleno de notas sobre cosas que no pude sino suponer en el trabajo de traducción. Aunque he tenido algo de ayuda del Dr. Yirham Al-Bahed, profesor de literatura árabe de la Universidad de Granada, y a quien le debo el haber conocido a Ahed, no hemos podido constatar dichas suposiciones con la autora.

Ahed Tamimi fue arrestada por el ejército israelí el 6 de noviembre de 2023, durante el recrudecimiento de los actos persecutorios contra activistas y defensores de los derechos palestinos.
 
 
 
No se escucha el silencio

No hay forma de imaginar el
Silencio1
Aquí
Porque detrás del ruido de un rifle
Está el llanto de una niña
—Que no sabe por qué llora: pero ese
Es el único lenguaje que conoce—
Y bajo el llanto
Hay un dialecto2 prohibido
Cuyas palabras no tienen equivalente
Al canto; pero mar es igual3 a furia
Y más allá
En su fondo
Se escucha como una transparencia4
El eco de los pasos de una madre que
Atiende veloz la herida del pequeño Amhed
Que tiene una vena en el cuello
Que produce el mismo sonido que la llave5 rota
Del baño
Pero va debilitándose conforme pasan las seis quince:
Hora6
En que el padre reza (eso se escucha también)
A un dios que abandonó la religión por las finanzas7
Y ahí, justo, ahí, en esa capa
Inferior
A todos los sonidos de la guerra
Estoy yo —tratando de imaginar el silencio—
Y debajo de mí los escombros
De lo que ayer fue mi casa.

 

 
 
 
لا توجد طريقة لتخيل

الصمت
هنا
لأنه وراء ضجيج البندقية
هناك صرخة فتاة
– لا يعلم لماذا يبكي: لكن هذا
إنها اللغة الوحيدة التي يعرفها.
وتحت البكاء
هناك لهجة محرمة
الذي ليس لكلماته ما يعادله
إلى الأغنية؛ لكن البحر يساوي الغضب
وما بعدها
في خلفيتها
يبدو وكأنه الشفافية

صدى خطوات الأم
عالج جرح أحمد الصغير بسرعة
الذي لديه الوريد في رقبته
الذي يصدر نفس صوت المفتاح المكسور.
من الحمام
لكنه يضعف عند مرور ستة وخمسة عشر:
ساعة
الذي يصلي فيه الأب (يمكن سماعه أيضًا)
إلى إله ترك الدين من أجل المال
وهناك، هناك، في تلك الطبقة
أدنى
إلى كل أصوات الحرب
ها أنا أحاول أن أتخيل الصمت
وتحتي الركام
مما كان بيتي أمس.
عهد التميمي

 
 


1 No hay forma de diferenciar las capitales de las minúsculas en el escrito original.

2 Esta palabra es también un sinónimo de su propia lengua, la que antes dijimos: “dialecto”, por esa misma razón. Ésa que hoy está prácticamente extinta.

3 Ésta es una curiosidad real: “mar” y “furia” se escriben y pronuncian exactamente igual.

4 También puede traducirse como “Un movimiento transparente”.

5 No he podido distinguir si esta palabra hace referencia a una llave que abre el candado de un baño o el grifo del agua. En ciertos campos de prisioneros, el uso del baño es un privilegio restringido con candado y solamente pueden acceder a él quienes tengan ciertos méritos.

6 Hay un creencia poco conocida, arraigada en el pasado entre los musulmanes que habitaron la ribera del Jordán, que asegura que los muertos rezan el Asr (oración del Corán previa al ocaso) quince minutos después de que los vivos hayan comenzado, esto con el fin de hacer eco de ello para obtener la atención de Alá.

7 En el texto original se pueden leer dos versos iguales: uno dice “finanzas”, como he sugerido en la traducción; el otro dice: “conteo de monedas”.


Autor

Ahed Tamimi

/ Palestina, 2001. Escritora. Activista de los derechos palestinos y árabes, ha escrito poemas y relatos que ha publicado en diversos medios.

abril 2024